13 dic 2010

La persona como agente de cambio

El Instituto Mexicano de Investigación de Familia y Población AC (IMIFAP) ha implantado una estrategia de desarrollo que fomenta una ciudadanía participativa con salud y altos niveles de educación y productividad. Este año cumplieron 25 años, trabajando exitosamente con base en el principio de Amartya Sen, Premio Nobel de Economía 1998: “el desarrollo debe concebirse como un proceso de expansión de las libertades reales con las que cuentan las personas”; como ya hemos tratado con anterioridad en Crear Futuros. Su estrategia primordial se centra en facilitar el crecimiento de las capacidades y derechos de cada individuo como ciudadano, de manera que pueda tomar decisiones responsables y ampliar sus alternativas de vida en los campos de la interacción social, económica, política, educativa, médica y psicológica.
Para guiar a las personas a tomar los pasos necesarios para su desarrollo personal crearon un “Marco para facilitar el Empoderamiento” que tiene cuatro objetivos: reducir barreras psicológicas tales como vergüenza, culpa y miedo para enfrentar la independencia por medio del desarrollo de habilidades para la vida; promover la internalización de que los cambios de conducta son posibles y están bajo el control del individuo; fortalecer cambios de comportamiento a través de la formación de maestros y promotores comunitarios, del cabildeo con las autoridades locales y de la diseminación de la información al público tanto en el idioma oficial como en lenguas indígenas; e instrumentar programas interactivos y soportados por materiales dinámicos.
La doctora Susan Pick, fundadora y presidenta del IMIFAP, investigadora Titular C de la Facultad de Psicología, de la Universidad Nacional Autónoma de México y miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel III, y Jenna Sirkin publicaron el libro Breaking the Poverty Cycle: The Human Basis for Sustainable Development (que tradujeron como “Pobreza: Cómo romper el ciclo a partir del desarrollo humano”), Oxford University Press 2010, donde explican cómo se han logrado instrumentar una serie de programas y estrategias que han llevado a una toma de decisiones informada, libre, autónoma y responsable en los sectores más vulnerables de la sociedad, que está basado en más de 25 años de investigación teórica y experiencia práctica.
Un tema fundamental que han investigado es la capacitación de autoridades gubernamentales para implantar políticas de descentralización. En particular, entrevistaron a autoridades estatales y municipales en México para conocer sus necesidades y las dificultades encontradas para poner en marcha acciones de descentralización (S. Pick et al, Capacity building for decentralization in Mexico: a psychosocial approach, International Journal of Public Sector Management, Vol. 20, Numbers 2 y 3, 2007). Sus hallazgos indican que los principales problemas para la implantación de estas acciones son la falta de claridad en la asignación de recursos, en los procesos de toma de decisión y en los asuntos legales involucrados.
La descentralización, en este contexto, significa ampliar los derechos políticos y civiles de los servidores públicos y de los ciudadanos. Los resultados de su investigación implican que existe confusión sobre los procedimientos mismos para tomar decisiones y formular políticas públicas, aunado a una mentalidad de temor y desconfianza. Lo más probable, indican, es que estas malas cualidades han sido inculcadas y exacerbadas por décadas de imposiciones de un gobierno centralizado; donde las autoridades estatales y municipales han aprendido que es más importante satisfacer a sus jefes que tomar decisiones autónomas. Rescatar la condición en que las personas son agentes de cambio es de suma importancia.
El entrenamiento es fundamental y empieza con capacitar a las personas para que sean competentes al plantear sus problemas específicos. Señalan que, desde un punto de vista psicológico, los conceptos necesarios para que una persona trate una situación difícil con confianza y de manera socialmente competente son, entre otros: ser agente de cambio, ser eficaz, tener autoestima, contar con determinación, poder autorregularse, tener control de uno mismo, empoderarse de la situación, tener autonomía de acción y actuar de manera individual.
Estamos convencidos, como el IMIFAP, de que para luchar contra la pobreza se necesita expandir las libertades y capacidades individuales. El desarrollo de habilidades personales permite a las personas tomar nuevas oportunidades eliminando barreras psicológicas y sociales. La clave, nos señalan, es enseñar a los individuos a expresar sus opiniones, pensar independientemente, y tomar decisiones informadas.
En Morelos, como ellos llevan haciendo por 25 años, se deben establecer programas que faciliten el desarrollo personal y ayuden a crear escuelas exitosas, comunidades observantes de la ley, servicios de salud más rentables y participación democrática.

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