El futuro no puede conocerse con certidumbre. Sin embargo, sí podemos  imaginarnos diferentes situaciones sociales, económicas, políticas,  ambientales e institucionales futuras, tanto en el corto, como en el  mediano o en el largo plazo. Podemos clasificar estos futuros como  deseables, posibles o tendenciales. Los deseables sabemos que serían  extraordinarios pero sólo se quedarán en nuestra imaginación, los  tendenciales son los que ocurrirán si no intervenimos, dejamos que la  situación fluya por sí misma, y los posibles son los que podríamos  alcanzar si sabemos qué hacer y cómo, y tomamos las acciones  conducentes.   
Los futuros pueden ser explorados identificando las principales  alternativas factibles y los factores de los que dependen. Un análisis  de este tipo despierta el interés por anticipar y aprender sobre el  futuro, por comprender mejor las implicaciones de los desarrollos que  están en marcha, por alertar sobre las consecuencias de acciones,  planes, decisiones y políticas, y por mejorar la visión de un futuro  deseable hacia el cual se deben dirigir las actividades.
Dichos  estudios parten de las siguientes premisas principales: el futuro no  está predestinado, lo creamos; emerge del presente y está sustentado en  el pasado; no pretendemos reformar el presente, sino entender las  posibilidades y consecuencias de los planes para el futuro; la  planeación está influenciada por los valores de los involucrados en  ella, y los términos “mejor” y “deseable” contienen apreciaciones  subjetivas.
Un ejemplo trivial es planear a dónde iremos de viaje en  las próximas vacaciones. Me encantaría ir al planeta Marte, deseable; a  ningún lado porque no tengo un peso, tendencial; o ¿qué tal Acapulco o  Veracruz?, posible. También se puede vivir sin planear: tomaré el primer  autobús que salga de la terminal y a donde llegue estará bien, o mal,  pero fue mi decisión. O, ¿qué son vacaciones? En general, preferiríamos  conocer nuestro destino y el de nuestros hijos, pero ¿qué estamos  haciendo al respecto?
Se pueden plantear tres futuros de largo plazo,  unos quince años, para el Estado de Morelos, entre otros: uno,  tendencial, se ha deteriorado el poder adquisitivo, la población en  general tiene poco acceso a actividades culturales y recreativas, la  desigualdad en la distribución del ingreso ha ido en aumento, el  deterioro ambiental ha aumentado y, sin embargo, el ascenso en la  economía informal ha evitado brotes de violencia incontrolables; dos,  posible, al formar parte del bloque de la Ciudad de México y del Estado  de México, presenta un dinámico desarrollo económico, se ha recuperado  el poder adquisitivo, existe un pujante sector terciario, la población  está totalmente alfabetizada y en algunas zonas se han reducido los  problemas ecológicos; y tres, deseable, existen verdaderos polos de  desarrollo industrial en el estado, tenemos autosuficiencia alimentaria,  el sector industrial se encuentra a la vanguardia en todas sus ramas, y  hay una gran profusión de actividades culturales a nivel mundial.
Si  usted lo permite, en próximas entregas identificaremos posibles futuros  y presentaremos acciones que podrían sacarnos de la terrible tendencia  en la que nos encontramos.
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