24 ene 2011

Gestión del riesgo y cambio climático

Al evaluar la viabilidad de realizar diversos proyectos tenemos tres resultados posibles: los que estamos seguros se podrán llevar a cabo exitosamente, los que fracasarán y los que sus resultados dependen del riesgo que estemos dispuestos a aceptar. Se define el riesgo como la probabilidad de que un evento ocurra multiplicado por la gravedad de sus consecuencias y su análisis teórico se basa en principios económicos generales. Los directores de finanzas y los funcionarios públicos de alto nivel, entre otros, deben enfrentarse todos los días a evaluar y administrar el riesgo inherente en sus actividades y sus resultados dependerán de sus conocimientos y de la aversión o no al riesgo que tengan ellos y los actores principales de la sociedad con que interactúan.
Gary Yohe, Profesor de Economía en la WesleyanUniversity, publicó un artículo sobre Evaluación y Gestión del Riesgo para la Planeación e Inversión en Infraestructura (Risk Assessment and Risk Management for Infrastructure Planning and Investment) en el número de otoño del 2010 de la revista The Bridge, de la Academia Nacional de Ingeniería de los Estados Unidos. Su trabajo versa sobre la gestión del riesgo asociado al cambio climático, ya que sus efectos están ligados a una mayor frecuencia de eventos climatológicos extremos; tales como, lluvias torrenciales, huracanes de mayor intensidad, sequías más prolongadas, inundaciones generalizadas, incendios forestales más devastadores y ondas de calor más extensas.
Nos presenta, como primer ejemplo, el reciente análisis que realizó sobre una cuantiosa inversión pública para proteger el desarrollo costero de la zona urbana de la ciudad de Boston, en Estados Unidos. Los desastres causados por las tormentas costeras aumentarán con el incremento en el nivel del agua del mar. Así que la decisión sobre cuándo construir la infraestructura necesaria y por consecuencia hacer la inversión asociada requiere determinar el momento en que el valor presente de los beneficios excedería los costos presentes. La cuantificación de los beneficios debe estimar la actitud frente al riesgo de todos los actores involucrados, y ciertamente los daños atribuidos al aumento del nivel del mar aumentan al incrementarse la aversión al riesgo.
Yohe presenta también el método utilizado por los planificadores de la ciudad de Nueva York, junto con los miembros del Panel sobre Cambio Climático de la propia ciudad, para proteger su valiosísima infraestructura, tanto pública como privada, contra los posibles efectos del Cambio Climático. La Ciudad construyó una visión académica del riesgo que fue transformada a una herramienta práctica para la toma de decisiones en situaciones donde se tiene poca información. Además, se consideró que era imposible establecer políticas públicas contra el cambio climático que funcionaran en los próximos cien años, por lo que debe existir un proceso flexible con objetivos y metas intermedias para la mitigación y adaptación que permita hacer los ajustes necesarios, de la manera más eficiente y transparente posible.
El proceso inició con la recopilación de la información científica sobre los rangos posibles de los indicadores que identifican el avance del impacto del cambio climático durante este siglo. A continuación, elaboraron un listado de la infraestructura en peligro y desarrollaron estrategias para su adaptación. Dichas estrategias se integraron a los planes normales de operación y mantenimiento, y a los procesos de identificación de prioridades de las agencias gubernamentales y actores privados que administran la infraestructura crítica de la ciudad. En seguida, diseñaron tres herramientas para apoyar la toma de decisiones basadas en riesgo: cuestionarios específicos de la infraestructura por sectores económicos, que ayuda a los actores a conocer su infraestructura vulnerable a los impactos del cambio climático; matrices de riesgo para que los actores priorizaran su infraestructura vulnerable, de acuerdo a la probabilidad de ocurrencia y a la magnitud de las consecuencias, y mapas de ruta para asistir a los actores a establecer acciones estratégicas basadas en costos, efectividad y factibilidad.
Finalmente, la ciudad de Nueva York creó un Equipo Especial para la Adaptación al Cambio Climático con un grupo de políticas públicas y otros cuatro subgrupos en áreas principales: comunicaciones, energía, transporte y agua/desechos. Los subgrupos se reunieron con la frecuencia necesaria para asegurar consistencia, identificar oportunidades de coordinación, investigar los impactos de las estrategias de adaptación en otros sectores y desarrollar estrategias entre sectores. El grupo de políticas incorporó el análisis de actitudes hacia los riesgos, cuáles eran aceptables y cuáles eran inaceptables, y además se propuso incorporar las estrategias de adaptación a las iniciativas que se proponen todos los días para mejorar el bienestar de los ciudadanos.
En Morelos, entonces, debemos considerar nuestra respuesta al cambio climático como un proceso flexible de gestión de riesgos, de carácter iterativo y con metas intermedias que permita ajustes en el tiempo. El gobierno debe establecer mecanismos formales de cooperación con instituciones académicas y empresariales para identificar, analizar y proyectar manifestaciones claves del cambio climático y conocer sus impactos en la infraestructura, al considerar las diferentes aversiones al riesgo de cada sector social.

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