7 may 2012

Primera Infancia Iberoamericana en el Siglo XXI


publicado en La Jornada Morelos el 7 de mayo de 2012
La Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) publicó en este año el volumen “La primera infancia (0-6 años) y su futuro”, coordinado por Jesús Palacios y Elsa Castañeda, como parte de la “Serie INFANCIA”, correspondiente a la colección “METAS EDUCATIVAS 2021” (ISBN: 978-84-7666-196-3). En la introducción, Álvaro Marchesi, Secretario General de la OEI, escribe que la infancia es la etapa evolutiva más importante de los seres humanos, pues en los primeros años de vida se establecen las bases madurativas y neurológicas del desarrollo. Pocas dudas existen sobre la importancia del desarrollo infantil temprano en el aprendizaje y en el desarrollo social posterior. Las experiencias de los niños en sus primeros años son fundamentales para su progresión posterior. No es extraño por ello que los economistas y los científicos sociales aseguren que los programas que promueven el desarrollo de los niños pequeños son la mejor inversión para lograr el progreso del capital humano y el crecimiento económico. En consecuencia, es imprescindible que se garanticen las condiciones básicas de alimentación y de salud de los niños pequeños, la provisión de estimulación variada, el apoyo a las familias para que atiendan las necesidades, el desarrollo y la educación de sus hijos, y la incorporación progresiva de los niños en centros educativos que contribuyan a su maduración y a su aprendizaje.
            Gaby Fujimoto, en el artículo “El futuro de la educación iberoamericana: ¿es la no escolarización una alternativa?” del mismo volumen, citó a Fraser Mustard para establecer los fundamentos científicos de la importancia de la educación en la primera infancia: el desarrollo del cerebro es mas rápido durante los dos primeros años de vida en preparación del desarrollo significativo de las funciones físicas y relacionadas con la salud, intelectuales, emocionales y sociales que tendrá el ser humano en el futuro; el cerebro es un órgano maestro que marca el camino hacia la buena salud, el aprendizaje, las emociones, regula el temperamento, el desarrollo social, el lenguaje, las capacidades de alfabetización, las habilidades cognitivas, las perceptivas, la salud física, mental y las bases de las funciones y experiencias sensoriales; los años tempranos, incluido el periodo uterino, son muy críticos y sensibles para el desarrollo del cerebro y de los senderos neuronales relacionados con las emociones, conductas y lenguaje, entre otros.
            Tatiana Romero, en el artículo “   Primera infancia en Iberoamérica: avances y desafíos en el siglo XXI” del mismo volumen, nos recuerda que todos los países pertenecientes a la OEI suscribieron la Convención Internacional de los Derechos de los Niños, establecida en la década de 1990. Dicha Convención se constituyó, sin lugar a dudas, en la carta de navegación para nuevas formulaciones en materia de políticas, planes y programas dirigidos a la población menor de 18 años. Al definir la Convención grupos de derechos supervivencia, desarrollo, protección y participación, permitió a los países abrir opciones para la preparación de planes y programas desde un enfoque poblacional por grupos de edades. Su contribución trata de las políticas públicas en Iberoamérica para la primera infancia.
            Tendencias y retos que se constituyen como orientadores de la situación de la primera infancia en Iberoamérica en el Siglo XXI son descritos por Romero: la educación preescolar formal para niños de 3 y 4 años es inequitativa; el liderazgo en torno a la gestación y los dos primeros años de vida de los niños lo tienen los sectores de salud, trabajo, seguridad y protección social; la fuerza de la intervención del sector educativo está en la organización del sistema formal de educación a la primera infancia, con énfasis en la mejora de la infraestructura educativa, la adecuación de currículos de acuerdo con las nuevas corrientes basadas en el desarrollo de competencias básicas y la formación de recursos humanos para el preescolar; la atención a la primera infancia cambia de institucionalidad donde parte del rol de las familias frente a la primera infancia se trasfiere a una escuela o a programas de atención comunitaria; los países que desarrollan programas con fuerte componente comunitario tienden a preguntarse por la calidad educativa de sus intervenciones; y los países iberoamericanos claman por más y mejor formación de sus agentes educativos y comunitarios encargados de la atención a la primera infancia.
En Morelos, debemos reflexionar sobre el significado que para las transformaciones de la sociedad pueden tener mayor equidad en los programas dirigidos a la primera infancia, mayor inversión, mejores sistemas de monitoreo y evaluación de impacto, estudios longitudinales, más investigación que permita favorecer la calidad e innovación, sistemas de información intersectorial armonizados, programas masivos de creatividad y juego para los niños, inclusión de otros sectores (por ejemplo, vivienda, comunicación, medio ambiente, cultura y arte). Las carencias que tengan en los primeros años serán inamovibles en el futuro. Diseñar políticas, desarrollarlas, medir su impacto, transformarlas, es tarea del día a día de quienes toman las decisiones en los distintos países, pero también es corresponsabilidad de todos los que interactúan y ven crecer a sus hijos, a los niños de su sociedad, de su municipio y de su estado.

1 comentario:

Karla Cedano dijo...

Esta semana tenemos la oportunidad de valorar a quienes nos prepararon en la primera infancia para ser lo que somos hoy. Es bien conocido que lo que hacemos con nuestros niños de los 0 a 6 años, es lo que moldea física, emocional y racionalmente a los ciudadanos de mañana. Para crear el futuro que queremos, hay que empezar en el seno familiar a fortalecer a nuestros niños, como podemos leer en...