Hace dos meses terminamos esta columna planteando interrogantes sobre la situación real de la cobertura universal de salud en México y Morelos. No se conoce públicamente y con amplitud el avance en tres dimensiones: ¿Quién está cubierto?, ¿qué servicios están cubiertos? y ¿cuál es la proporción de gastos cubiertos? Con relación a la cobertura, el Censo de Población y Vivienda 2010 nos informa sobre la condición de derechohabiencia a servicios de salud.
En total somos 112 millones 336 mil 538 personas en México, de los cuales el 65 por ciento es derechohabiente, el 33 por ciento no lo es y el 2 por ciento no especificó. De los derechohabientes, el 48 por ciento está en el IMSS, el 35 por ciento está en el Seguro Popular, en el Seguro para una Nueva Generación o en el Sistema de Protección Social en Salud que coordina la Secretaría de Salud, el 8 por ciento en el ISSSTE, el 3 por ciento en Pemex, Defensa o Marina, el 3 por ciento en Instituciones Privadas, el 2 por ciento en Otras Instituciones privadas o públicas, y el 1 por ciento en el ISSSTE Estatal. Las cifras son aproximadas ya que existe población con derecho de servicio en más de una institución.
En el caso de Morelos, residimos 1 millón 777 mil 227 personas, de los cuales el 63 por ciento es derechohabiente, el 35 por ciento no lo es y el 2 por ciento no especificó. De los derechohabientes, el 44 por ciento está en el Seguro Popular, en el Seguro para una Nueva Generación o en el Sistema de Protección Social en Salud que coordina la Secretaría de Salud, el 41 por ciento está en el IMSS, el 11 por ciento en el ISSSTE, el 2 por ciento en Instituciones Privadas, el 1 por ciento en Otras Instituciones privadas o públicas, el 0.7 por ciento en Pemex, Defensa o Marina, y el 0.3 por ciento en el ISSSTE Estatal. También, las cifras son aproximadas ya que existe población con derecho de servicio en más de una institución.
Además de la dificultad en entender las diferencias entre los tipos de instituciones, podemos concluir que en Morelos la calidad de la derechohabiencia es inferior al promedio nacional, ya que la mayoría de los morelenses dependen del Seguro Popular, el Seguro para una Nueva Generación o el Sistema de Protección Social en Salud que coordina la Secretaría de Salud; cuyos servicios y financiamiento son inferiores al IMSS o al ISSSTE.
Sin duda, uno de los retos fundamentales para el avance de la sociedad mexicana es comprender y mejorar al Sistema Nacional de Salud. Un esfuerzo significativo es el realizado por Enrique Ruelas Barajas y Antonio Alonso Concheiro, en su libro “Los Futuros de la Salud en México 2025”, publicado por el Consejo de Salubridad General en 2010. El contenido de este libro deriva, en gran parte, de los resultados de un proyecto que desarrolló la Subsecretaría de Innovación y Calidad, de la Secretaría de Salud, denominado “Prospectiva del Sistema Nacional de Salud al año 2050”. En dicho estudio participaron 900 expertos de diferentes profesiones relacionadas con la atención a la salud.
En una próxima entrega analizaremos el método utilizado y los escenarios obtenidos del estado de la salud en México del presente al año 2050. Hoy nos enfocaremos a las recomendaciones estratégicas que Ruelas y Alonso plantean para superar el presente y acercarnos a un mejor futuro en materia de salud para los mexicanos: tanto por razones económicas como por sentido común, el Sistema Nacional de Salud deberá transitar en el futuro de un sistema predominantemente curativo a otro esencialmente preventivo y enfocado en la promoción de la salud; alcanzar un sistema integrado “sin costuras”, donde los usuarios no se encuentren en cajones heterogéneos de los que difícilmente pueden escaparse; ser equitativo geográficamente, por niveles de ingreso, por condiciones laborales e institucionalmente; incrementar el financiamiento y al mismo tiempo contener los costos del sector salud, ya que los gastos en salud per cápita en México son relativamente bajos pero las necesidades sin duda aumentarán; contar con información veraz, confiable, oportuna y de fácil acceso para su operación en el futuro; rediseñar el sistema, a uno abierto y orientado a la innovación, para adaptarse a las futuras necesidades de atención y a la respuesta social; adaptar los modelos de prestación de salud a la descentralización de la atención hacia los estados e incluso hacia los municipios; contender con el envejecimiento de la población y garantizar un retiro digno; reorientar el sistema hacia los usuarios y no como ahora que está basado en las necesidades del personal de salud y de las instituciones; enfocar a servicios con calidad y efectividad más que a ampliar la cobertura; propiciar la investigación y el desarrollo de conocimientos y tecnologías propias para evitar la franca dependencia que se tiene del exterior; encontrar mecanismos ágiles que permitan adaptar con rapidez la legislación y las regulación vigentes a la era de los cambios acelerados en tecnologías de información y del propio sector, y convertir el actual sistema fundamentalmente reactivo a uno proactivo que esté acoplado a la sociedad del conocimiento.
Apliquemos estas trece estrategias en Morelos para aumentar la cobertura, mejorar los servicios y reducir los gastos en salud.
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