3 jun 2013

Comercio internacional y desarrollo inclusivo

publicado en La Jornada Morelos el 3 de junio de 2013

El desarrollo inclusivo debe ser parte fundamental de cualquier plan nacional o estatal cuyo objetivo sea impulsar el bienestar social. Éste se define como un crecimiento que genera una inserción laboral, productiva y social más satisfactoria y equitativa, lo que depende, en gran medida, de un conjunto de políticas que promueven la convergencia productiva y los cambios institucionales, y garantizan la protección social. El comercio internacional y la inversión extranjera directa (IED) no impulsan de manera automática al desarrollo inclusivo y depende mucho de la calidad de las políticas público-privadas que lo orienten y complementen.
            La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) publicó recientemente un documento sobre “Comercio internacional y desarrollo inclusivo: Construyendo sinergias”, cuya elaboración estuvo a cargo de Osvaldo Rosales, Nanno Mulder y Roberto Urmeneta, todos miembros de CEPAL (Publicación de las Naciones Unidas, LC/G.2562, Copyright © Naciones Unidas, abril de 2013). En este documento se evalúa cómo el comercio internacional afecta el crecimiento y la igualdad en la región y cómo puede ayudar a reducir la heterogeneidad estructural en términos de brechas productivas entre estratos de empresas, en la medida en que las exportadoras tengan mayor presencia relativa en el total de empresas. Esto se debe a que las empresas exportadoras en la región tienen niveles de productividad y de remuneraciones superiores a los de las demás empresas, lo que, a su vez, demuestra que poseen más formalidad, un mejor acceso al financiamiento, una mayor escala de producción media y un nivel medio de trabajadores más capacitados.
            Alcanzar un crecimiento inclusivo a partir del comercio internacional requiere que las políticas comerciales se complementen con otras políticas, asegura el estudio. Los beneficios del comercio deben ser ampliamente compartidos, especialmente con los hogares pobres y los territorios rezagados.
Ellos tienen dificultades para aprovechar las nuevas oportunidades del comercio internacional, debido a la falta de conocimiento, infraestructura, acceso a capital y otros obstáculos. En primer lugar, se requiere una mejor articulación entre los organismos encargados de negociar los compromisos comerciales internacionales, los entes de promoción y la diversificación de las exportaciones, de atracción de IED, de innovación y difusión tecnológica, de fomento productivo y empresarial, y de capacitación y formación de recursos humanos, incluida la educación media y universitaria. Segundo, las políticas que fomentan el comercio y la inversión deben tener en cuenta el objetivo final de un mayor desarrollo e igualdad y retroalimentarse mutuamente con las políticas sociales. Las políticas comerciales han de considerar los objetivos nacionales de desarrollo inclusivo. La coherencia, la sinergia y la retroalimentación entre estos ámbitos de políticas —que suelen estar dispersas en institucionalidades, marcos conceptuales y opciones de políticas muy diferentes— son clave en estas materias. La construcción de la igualdad tiene distintas dimensiones: desde las políticas macroeconómicas, pasando por las de apoyo productivo y de no discriminación, hasta las políticas migratorias y de igualdad de género.
            Las políticas de facilitación del comercio destinadas a bajar los costos y aumentar la productividad deben tener un impacto positivo sobre las remuneraciones de los trabajadores y la igualdad, plantea el estudio.  En este campo, existen diversas propuestas: se puede mejorar las instituciones a fin de armonizar los procedimientos, especialmente para asegurar su interoperabilidad y estandarización; el gobierno puede procurar acelerar los acuerdos legales en los que se reconocen los instrumentos de negocios modernos (factura electrónica, certificados de origen electrónicos y ventanillas interinstitucionales únicas, entre otros), y se pueden aprovechar mejor las políticas de cooperación que están desarrollando la Unión Europea y países como Australia, Japón, la República de Corea e incluso China, que podrían ayudar a los países de la región a fortalecer las capacidades nacionales y regionales en los distintos ámbitos de la facilitación del comercio, con el fin de promover aún más sus relaciones comerciales y de inversión intrarregional.
            Los países que han adoptado una estrategia de internacionalización han tenido más éxito en mantener el crecimiento y ascender en la escala de desarrollo, señala el documento. La evidencia disponible pone de relieve que la apertura comercial puede contribuir al crecimiento y el empleo, siempre que se realice adecuadamente (teniendo muy en cuenta la forma y la gradualidad) y se complemente con políticas pertinentes a cada país y cada situación. El comercio facilita el progreso tecnológico y la difusión mundial de la innovación. Estas fuerzas económicas profundas son la principal fuente de ganancias de productividad a largo plazo, necesaria para alcanzar mayores niveles de ingreso per cápita.
            Se debe impulsar el apoyo a la pequeña y mediana empresa (pyme) exportadora, por lo que se requiere elaborar programas de apoyo productivo de largo plazo con una mayor continuidad institucional, propone el estudio. Se necesita llevar a cabo procesos de aprendizaje institucionales vinculados a evaluaciones permanentes de las acciones apoyadas. El fortalecimiento institucional debe acompañarse de un incremento progresivo de los recursos financieros y las capacidades humanas para llevar adelante dichas políticas de fomento. La disponibilidad de recursos humanos calificados tiene doble importancia para estas empresas: permite mejorar los procesos productivos existentes e incrementar la productividad y representa un mecanismo de difusión del conocimiento y de la innovación. Se requiere que el Estado asuma un papel más relevante en el suministro de servicios de formación profesional, en forma articulada con los agentes económicos.
            Las cadenas de valor se pueden promover mediante las alianzas público-privadas que fomentan la inversión entrante y saliente del país, tanto fomentar la IED en el país como la inversión de empresas nacionales en el exterior, establece el estudio. Las inversiones en el exterior siguen el propio ciclo de internacionalización de las empresas, una vez que estas han incursionado con algún grado de éxito en los mercados internacionales. Al exportar bienes y servicios en forma exitosa, se comprueba rápidamente que el retorno de los diversos elementos de la cadena de valor vinculados a un producto determinado (producción, logística, transporte, distribución y comercialización) varía en función de la intensidad de conocimientos que caracteriza a cada segmento de esa cadena. Por lo tanto, la evolución natural de las actividades exportadoras, sobre todo de aquellas de uso intensivo de recursos naturales, es aumentar directa o indirectamente la presencia relativa en las cadenas de valor por medio de alianzas con importadores y distribuidores en los mercados de destino.
            En Morelos, es necesario articular los organismos encargados de negociar los compromisos comerciales internacionales, los entes de promoción y diversificación de las exportaciones, de atracción de inversión extranjera directa, de innovación y difusión tecnológica, de fomento productivo y empresarial, y de capacitación y formación de recursos humanos, incluidas la educación media y universitaria. Las políticas y los programas deberían funcionar en torno a planes compartidos en los que se hayan expresado los distintos intereses locales con responsabilidades bien definidas en materia de financiamiento, coordinación y desempeño. Dichas políticas deben tener en cuenta el objetivo final de un mayor nivel de desarrollo e igualdad, y retroalimentarse con las políticas sociales.

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