28 abr 2014

Estudios sociales de la tecnología

publicado en La Jornada Morelos el 28 de abril de 2014.

El inicio del ser humano ha sido relacionado con el uso de la técnica para satisfacer sus necesidades básicas. En la sociedad actual, no sólo se destaca la incorporación de la tecnología en la vida cotidiana, sino a la importancia dada a los procesos más que a los artefactos, a la información más que al desarrollo de las maquinarias. Todos queremos vivir en la sociedad del conocimiento. Sin embargo, la forma vertiginosa en que la tecnología se ha desplegado en nuestra sociedad ha generado preocupación en algunos investigadores y entusiasmo en otros, situación que ha permitido desde diversas disciplinas, estudios y programas de investigación, comprender causas, efectos, procesos y configuraciones de lo que se entiende por tecnología.
Juliana Tabares Quiroz y Santiago Correa Vélez, del Departamento de Ingeniería de Diseño de Producto, Escuela de Ingenierías, Universidad EAFIT, Medellín, Colombia, escribieron el artículo “Tecnología y sociedad: una aproximación a los estudios sociales de la tecnología”, en la Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad, Vol. 9, No. 26, mayo de 2014, versión preliminar. En este artículo realizan un breve recuento de los estudios sobre la tecnología abordados desde la historia, la economía, la antropología y la sociología, también describen los enfoques sociológicos constructivistas que analizan la tecnología y, finalmente, presentan una reflexión sobre la incidencia de estos estudios en América Latina.
Los orígenes de los estudios sobre ciencia, tecnología y sociedad (CTS) se remontan al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando el papel de la ciencia tuvo un crecimiento considerable en los Estados Unidos, especialmente con el Proyecto Manhattan y la construcción de bombas atómicas, las investigaciones en áreas como la física fueron financiadas por el Estado, para el desarrollo de tecnologías militares que respondieran al contexto del momento, establecen los autores. Se exaltaba y priorizaba el conocimiento científico sobre otros conocimientos. Tanto en los Estados Unidos como en Europa occidental, la filosofía de la ciencia daría el primer paso para justificar esta representación de la ciencia. Los planteamientos del filósofo Karl Popper sobre la racionalidad y simultáneamente los aportes del economista y sociólogo Max Weber sobre la neutralidad valorativa de la ciencia abrirían el campo para tratar las implicaciones de la ciencia desde un carácter meramente racional y neutral. De esta manera se constituyó la visión positivista de la ciencia, que daría los lineamientos para los procedimientos científicos. La tecnología heredaría esta tradición, sumándose a esta corriente que analiza su impacto en la vida social, pero como un elemento neutral, producto de la razón y la inteligencia humana.
No obstante, en la década de 1960, en los Estados Unidos, surgieron formalmente los estudios CTS, el campo académico explícito para su investigación, donde se pasa de concebir la ciencia y la tecnología como resultados de procesos científicos racionales a entenderlas con sus implicaciones valorativas y políticas, señalan los autores. Este giro se origina como reacción a la guerra de Vietnam, a las crisis ecológicas ocasionadas por el desarrollo industrial y el consumo, a la gran brecha entre los pobres y los ricos, asuntos que no se solucionaban con el progreso de la ciencia y la tecnología. Desde esta perspectiva se comienzan a denunciar tales efectos, hasta posicionarse en disciplinas como la historia, la antropología y la sociología. Empezó a verse como una construcción humana y, por tal, como un entramado de realizaciones sociales y culturales.
Alrededor de 1980, el enfoque histórico se destacó por tener dos ramas, proponen los autores: las investigaciones realizadas por ingenieros y tecnólogos que plantean los descubrimientos tecno-productivos locales y, por la otra, las narraciones de las grandes innovaciones en la región, siendo ésta última la rama más acogida. Así, la perspectiva política conformada por ingenieros y científicos resalta algunas de las problemáticas en la concepción de la tecnología como la crítica al modelo lineal de la innovación, los efectos de ésta y la necesidad de establecer normativas frente a la planificación del desarrollo tecnológico a partir de políticas regionales y nacionales.
Posteriormente, se desarrolla una etapa de consolidación que va desde la década de 1980 hasta la actualidad, enfocada en el planteamiento de la economía del cambio tecnológico, los estudios sobre la política de gestión tecnológica y en menor proporción, estudios sobre sociología e historia de la tecnología, aseguran los autores. Temas como la producción de indicadores de ciencia y tecnología ligados a la construcción de políticas públicas han sido el centro del análisis reciente y se evidencian vacíos como la visión crítica de los trabajos orientados a la política institucional.
El cambio socio-cultural que se observa actualmente en las sociedades no se ha generado por el desarrollo tecnológico entendido como un proceso externo y neutral, sino por las transformaciones en la relación del hombre con su realidad, con la naturaleza, en la conjugación de diversas dimensiones y propiedades que anteceden los procesos tecnológicos en su contexto, plantean los autores. Por lo tanto, es un reto para los estudios de la tecnología entenderla como una construcción social, como un sistema que se compone no sólo del desarrollo de artefactos sino de elementos simbólicos, de tensiones, de valores sociales, de ideologías, de ambigüedades, de dualidades, como un sistema dinámico, multidireccional, interconectado y complejo.
            En Morelos, debemos comprender los desarrollos, las transferencias y las innovaciones tecnológicas como sistemas en los cuales las sociedades son tecnológicas y las tecnologías son sociales. Las transformaciones de las relaciones sociales pueden comprenderse a la luz del cambio tecnológico, pero también el cambio tecnológico por las modificaciones en la estructura material y simbólica que caracteriza a las sociedades contemporáneas.

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