publicado en La Jornada Morelos el 26 de noviembre de 2012
La política de abundancia, compromiso y civilidad que emergió durante las décadas de crecimiento económico sostenido está siendo sustituida por una política de escasez, inseguridad y confrontación. El posible cambio del centro geopolítico para el desarrollo de la humanidad, de Estados Unidos y Europa a China, India, Brasil y otros países emergentes, junto con el envejecimiento de la población, el aumento en el consumo per cápita, la disminución de los recursos naturales, el cambio climático y los síntomas tempranos de colapsos ambientales regionales, aumentan el número de problemas interconectados que la humanidad debe enfrentar. Esto crea un enorme reto a los políticos, por lo que la ciencia política se debe adecuar para responder a las nuevas situaciones mundiales y locales.
Paul R. Ehrlich and Dennis C. Pirages, profesores de Estudios Poblacionales en la Universidad de Stanford y de Ciencia Política en la Universidad de Nevada, respectivamente, escribieron un artículo sobre “Ciencia Política en la Nueva Era” en la revista World Future Review (“Political Science in a New Era”, World Future Review, Fall 2012, 16-22, © 2012 World Future Society, www.wfs.org). Proponen que las ciencias sociales en general necesitan establecer una nueva agenda de investigación, debido a los cambios masivos que enfrenta la humanidad. La ciencia política, en particular, necesita transformarse en una disciplina capaz de tratar una amplia variedad de nuevas preguntas y temas interdisciplinarios relacionados con un número creciente de retos ambientales a nivel global.
La primera década de este milenio tuvo, según los autores, una serie de crisis ambientales, económicas y políticas que establece un cambio irreversible en el curso de la historia. Un aumento considerable en el consumo de recursos naturales, debido principalmente a una globalización acelerada y a una industrialización rápida de países como China e India, ha reducido el margen de los mercados mundiales, causando dramáticas fluctuaciones en el precio de minerales y desabastos de alimentos, combustibles y otros recursos esenciales. Se puede pensar que la disminución acelerada del crítico capital natural de la humanidad, como suelos agrícolas profundos, agua fósil y biodiversidad –que forman parte fundamental del sistema que soporta la vida- ponen en riesgo el futuro de nuestra civilización.
Los autores presentan ideas para construir una ciencia política post industrial que ayude a crear sistemas políticos más efectivos; del tipo de la Grecia antigua, en donde la política vuelva a ser la ciencia maestra para resolver los problemas de la humanidad. Nuestras sociedades se enfrentan a una serie de problemas globales interconectados de carácter ambiental y económico: por ejemplo, disrupción del clima, falta de agua potable, reducción de reservas energéticas y de minerales, pérdida de biodiversidad, contaminación con materiales tóxicos y amenaza de pandemias.
Debido a este cambio acelerado es imprescindible incorporar un pensamiento anticipatorio en la elaboración de políticas públicas para asegurar el bienestar de la humanidad, indican los autores. Todas las personas y en especial los científicos políticos deben estar analizando qué eventos futuros podrían aparecer: se deben identificar los problemas que se están desarrollando y recomendar acciones para resolverlos antes de que se vuelvan muy complejos. Por ejemplo, la crisis de la seguridad social en los Estados Unidos se debería haber previsto hace dos décadas al considerar los cambios demográficos, económicos y médicos relacionados con el envejecimiento de la población. La aceleración en el proceso de innovación tecnológica, en áreas como las telecomunicaciones o la biotecnología, está impulsando nuevos retos de política pública. Nuevos temas regulatorios emergen continuamente y los países no están preparados para atenderlos. El sector privado está peor capacitado que el público para enfrentar estos retos; por ejemplo, las fallidas innovaciones tecnológicas en los bancos para prestar dinero, la falta de regulación por el gobierno y la inexistencia de principios éticos en ambos crearon los grandes fraudes que cimbraron y cimbran a los mercados financieros mundiales.
Los autores indican que existen otras tres áreas que requieren atención inmediata por parte de la ciencia política: los procesos legislativos, ya que las cámaras y los procesos actuales se establecieron hace cientos de años y no responden a las demandas actuales; la ausencia de un electorado educado y bien informado, ya que en la actualidad es manipulado por los medios masivos de comunicación y los intereses corporativos, y un replanteamiento del concepto de seguridad, que debe transitar de la militar a la ecológica. Este nuevo paradigma de seguridad reconoce que las muertes y la destrucción se deben cada vez más frecuentemente al cambio en las relaciones humanas con la naturaleza. En realidad, más que por las guerras, el sufrimiento humano es causado por enfermedades, hambre y desastres ambientales.
En Morelos, debemos reconocer que las fuentes de inseguridad que se están gestando son la disrupción del clima global y el conjunto de problemas económicos y sociales que ésta crea. Estos retos ya no pueden ser enfrentados sólo por las ciencias físicas o biológicas, ahora es indispensable un enfoque interdisciplinario que incluya a las ciencias sociales y, en particular, a la ciencia política. ¿Cómo nos coordinamos para resolver problemas? y ¿cómo sabemos que tan bien o mal estos colectivos están desarrollando e implantando políticas publicas para manejar los retos críticos?
26 nov 2012
19 nov 2012
Crecimiento económico mundial al 2060
publicado en La Jornada Morelos el 19 de noviembre de 2012
La economía mundial enfrenta actualmente retos muy serios. Muchos países necesitarán largos periodos de ajustes para absorber los efectos de sus crisis actuales, particularmente en términos de altas tasas de desempleo, exceso de capacidad productiva y grandes déficits fiscales. Es necesario establecer políticas públicas que recuperen la confianza y pongan al desarrollo económico en el camino de un crecimiento sostenido pero siempre considerando el bienestar social. Pocas veces se ha visto tan difícil emprender el camino del desarrollo sustentable, pero es imprescindible. No seguir cayendo en crisis periódicas requiere un cambio de rumbo.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económica (OECD, por sus siglas en inglés) acaba de presentar un reporte (OECD (2012), “Looking to 2060: A Global Vision of Long-Term Growth”, OECD Economics Department Policy Notes, No. 15 November 2012) en el que sintetiza un trabajo (Johansson et al., (2012), “Long-term Growth Scenarios”, Economics Department Working Papers No. 1000, forthcoming, OECD Publishing) que será publicado pronto. Contiene un escenario en el que los países enfrentan sus retos económicos y sociales actuales con políticas públicas apropiadas que propician reformas estructurales y logran que el crecimiento económico regrese al camino del desarrollo sostenido. Propone serias, aunque no dramáticas, mejoras en políticas para todos los países, avanzados y emergentes, en los mercados laborales y productivos, en la consolidación fiscal, en reformas de bienestar social y en políticas financieras.
En el siguiente medio siglo, según el reporte, la economía global crecerá alrededor de un 3 por ciento en promedio anual. Los países de la OECD tendrán una tendencia de crecimiento en el Producto Interno Bruto (PIB) de aproximadamente el 2 por ciento al 2060, con tasas decrecientes en muchos países después de su recuperación de la crisis actual. Sin embargo, el crecimiento global se mantendrá relativamente estable, ya que los países que ahora están creciendo rápidamente participarán con una mayor fracción de la producción mundial. En las próximas décadas la diferencia en el crecimiento económico disminuirá entre los países de la OECD y los otros. Hasta el 2020, China tendrá la tasa de crecimiento más alta de cualquier país en el mundo pero en ese momento será sobrepasado por India e Indonesia.
El envejecimiento de la población, señala el reporte, tiene efectos importantes sobre las tendencias de crecimiento económico, ya que la disminución en las tasas de fertilidad y el aumento en la esperanza de vida tienen un efecto negativo en las tasas de crecimiento porque disminuye el porcentaje de la población trabajadora. Proyecciones demográficas establecen que, en los próximos 50 años, el envejecimiento de la población será muy rápido en países de Asia y Europa, con tasas de dependencia por edad avanzada que se duplicarán y en China se cuadruplicarán. Este envejecimiento explica parcialmente porque India e Indonesia sobrepasaran la tasa de crecimiento de China en una década.
El principal motor de desarrollo en los próximos 50 años será la mejora sostenida en la combinación de los factores de la producción, establece el reporte. El crecimiento anual en la productividad se proyecta de alrededor del 1.5 por ciento a nivel global. Sin embargo, los países con bajos niveles de productividad ahora, como India, China, Indonesia, Brasil y los de Europa del Este, crecerán más rápidamente que los países con economías avanzadas ya que, se supone, su apertura al comercio internacional y la competencia interna tendrán una influencia positiva, al aumentar el crecimiento de la productividad por la difusión de la tecnología y la convergencia a la tecnología de punta.
En los próximos 50 años se presentarán cambios enormes en la participación de los países en el PIB global, indica el reporte. Sobre la base de la paridad del poder de compra (PPP, por sus siglas en inglés) de los países en 2005 (es decir, comparando lo que se puede comprar en un país con la moneda local y no con su equivalencia a dólares o euros), China sobrepasará a Europa en menos de un año y a los Estados Unidos en unos cuantos más, para convertirse en la mayor economía del mundo, e India está próxima a sobrepasar a Japón y lo hará con Europa en unos 20 años. Las tasas de crecimiento mayores de China e India implican que su PIB combinado será mayor que el del Grupo de los Siete (G7, las siete economías más grandes de la OECD) alrededor del 2025 y para el 2060 serán una y media vez mayor, mientras que en 2010 China e India combinadas tenían menos de la mitad del PIB del G7.
Sin embargo, aunque las brechas en el PIB per cápita entre los ahora países avanzados y emergentes tenderán a disminuir, éstas mantendrán diferencias significativas, concluye el reporte. En el próximo medio siglo, se proyecta que esta cifra se cuadruplicará en los países menos ricos, mientras que se duplicará en los más avanzados. En particular, China e India tendrán un incremento en un factor de siete en su ingreso per cápita al 2060. Calculan que el crecimiento anual promedio del PIB per cápita (en PPP del 2005) de algunos países entre el 2011 y el 2060 será: Estados Unidos, 1.5 por ciento; Argentina, 2.3; México, 2.5; Brasil, 2.6; China 4.2, e India, 4.4. Desafortunadamente, los niveles de bienestar no aumentarán al nivel deseado para las economías emergentes. Para los países antes mencionados, el PIB per cápita expresado en porcentaje del de Estados Unidos sólo pasaría aproximadamente, entre 2011 y 2060, de: México, 30 a 50 por ciento; India, 8 a 30; China, 15 a 60; Argentina, 35 a 45, y Brasil, 20 a 40.
En Morelos, debemos aplicar nuevas e ingeniosas políticas públicas que nos permitan crecer en promedio anual a una tasa mayor del 2.5 por ciento ya que, en caso contrario, en el 2060 nuestro bienestar económico sería menor al promedio del estadounidense de hoy. El reto es crecer como estado a más del promedio del país, como nos encontramos ahora. Debemos implantar cambios más radicales en aspectos estructurales, presupuestarios y financieros, que sean además acordes con el desarrollo sustentable: aumentar la base tributaria, modificar las prioridades presupuestarias, lograr la solvencia comprobada gubernamental, mantener el nivel de excelencia científico y cultural, implantar tecnología de frontera en la industria, impulsar a las empresas verdes y realizar la transición energética a fuentes renovables de energía, entre otras. Sólo así podremos ofrecer cobertura integral y universal de salud, garantizar la educación media superior y técnica a nuestros jóvenes, ofrecer empleos bien remunerados y erradicar la pobreza multifactorial; con la confianza de lograrlo antes del año 2060.
La economía mundial enfrenta actualmente retos muy serios. Muchos países necesitarán largos periodos de ajustes para absorber los efectos de sus crisis actuales, particularmente en términos de altas tasas de desempleo, exceso de capacidad productiva y grandes déficits fiscales. Es necesario establecer políticas públicas que recuperen la confianza y pongan al desarrollo económico en el camino de un crecimiento sostenido pero siempre considerando el bienestar social. Pocas veces se ha visto tan difícil emprender el camino del desarrollo sustentable, pero es imprescindible. No seguir cayendo en crisis periódicas requiere un cambio de rumbo.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económica (OECD, por sus siglas en inglés) acaba de presentar un reporte (OECD (2012), “Looking to 2060: A Global Vision of Long-Term Growth”, OECD Economics Department Policy Notes, No. 15 November 2012) en el que sintetiza un trabajo (Johansson et al., (2012), “Long-term Growth Scenarios”, Economics Department Working Papers No. 1000, forthcoming, OECD Publishing) que será publicado pronto. Contiene un escenario en el que los países enfrentan sus retos económicos y sociales actuales con políticas públicas apropiadas que propician reformas estructurales y logran que el crecimiento económico regrese al camino del desarrollo sostenido. Propone serias, aunque no dramáticas, mejoras en políticas para todos los países, avanzados y emergentes, en los mercados laborales y productivos, en la consolidación fiscal, en reformas de bienestar social y en políticas financieras.
En el siguiente medio siglo, según el reporte, la economía global crecerá alrededor de un 3 por ciento en promedio anual. Los países de la OECD tendrán una tendencia de crecimiento en el Producto Interno Bruto (PIB) de aproximadamente el 2 por ciento al 2060, con tasas decrecientes en muchos países después de su recuperación de la crisis actual. Sin embargo, el crecimiento global se mantendrá relativamente estable, ya que los países que ahora están creciendo rápidamente participarán con una mayor fracción de la producción mundial. En las próximas décadas la diferencia en el crecimiento económico disminuirá entre los países de la OECD y los otros. Hasta el 2020, China tendrá la tasa de crecimiento más alta de cualquier país en el mundo pero en ese momento será sobrepasado por India e Indonesia.
El envejecimiento de la población, señala el reporte, tiene efectos importantes sobre las tendencias de crecimiento económico, ya que la disminución en las tasas de fertilidad y el aumento en la esperanza de vida tienen un efecto negativo en las tasas de crecimiento porque disminuye el porcentaje de la población trabajadora. Proyecciones demográficas establecen que, en los próximos 50 años, el envejecimiento de la población será muy rápido en países de Asia y Europa, con tasas de dependencia por edad avanzada que se duplicarán y en China se cuadruplicarán. Este envejecimiento explica parcialmente porque India e Indonesia sobrepasaran la tasa de crecimiento de China en una década.
El principal motor de desarrollo en los próximos 50 años será la mejora sostenida en la combinación de los factores de la producción, establece el reporte. El crecimiento anual en la productividad se proyecta de alrededor del 1.5 por ciento a nivel global. Sin embargo, los países con bajos niveles de productividad ahora, como India, China, Indonesia, Brasil y los de Europa del Este, crecerán más rápidamente que los países con economías avanzadas ya que, se supone, su apertura al comercio internacional y la competencia interna tendrán una influencia positiva, al aumentar el crecimiento de la productividad por la difusión de la tecnología y la convergencia a la tecnología de punta.
En los próximos 50 años se presentarán cambios enormes en la participación de los países en el PIB global, indica el reporte. Sobre la base de la paridad del poder de compra (PPP, por sus siglas en inglés) de los países en 2005 (es decir, comparando lo que se puede comprar en un país con la moneda local y no con su equivalencia a dólares o euros), China sobrepasará a Europa en menos de un año y a los Estados Unidos en unos cuantos más, para convertirse en la mayor economía del mundo, e India está próxima a sobrepasar a Japón y lo hará con Europa en unos 20 años. Las tasas de crecimiento mayores de China e India implican que su PIB combinado será mayor que el del Grupo de los Siete (G7, las siete economías más grandes de la OECD) alrededor del 2025 y para el 2060 serán una y media vez mayor, mientras que en 2010 China e India combinadas tenían menos de la mitad del PIB del G7.
Sin embargo, aunque las brechas en el PIB per cápita entre los ahora países avanzados y emergentes tenderán a disminuir, éstas mantendrán diferencias significativas, concluye el reporte. En el próximo medio siglo, se proyecta que esta cifra se cuadruplicará en los países menos ricos, mientras que se duplicará en los más avanzados. En particular, China e India tendrán un incremento en un factor de siete en su ingreso per cápita al 2060. Calculan que el crecimiento anual promedio del PIB per cápita (en PPP del 2005) de algunos países entre el 2011 y el 2060 será: Estados Unidos, 1.5 por ciento; Argentina, 2.3; México, 2.5; Brasil, 2.6; China 4.2, e India, 4.4. Desafortunadamente, los niveles de bienestar no aumentarán al nivel deseado para las economías emergentes. Para los países antes mencionados, el PIB per cápita expresado en porcentaje del de Estados Unidos sólo pasaría aproximadamente, entre 2011 y 2060, de: México, 30 a 50 por ciento; India, 8 a 30; China, 15 a 60; Argentina, 35 a 45, y Brasil, 20 a 40.
En Morelos, debemos aplicar nuevas e ingeniosas políticas públicas que nos permitan crecer en promedio anual a una tasa mayor del 2.5 por ciento ya que, en caso contrario, en el 2060 nuestro bienestar económico sería menor al promedio del estadounidense de hoy. El reto es crecer como estado a más del promedio del país, como nos encontramos ahora. Debemos implantar cambios más radicales en aspectos estructurales, presupuestarios y financieros, que sean además acordes con el desarrollo sustentable: aumentar la base tributaria, modificar las prioridades presupuestarias, lograr la solvencia comprobada gubernamental, mantener el nivel de excelencia científico y cultural, implantar tecnología de frontera en la industria, impulsar a las empresas verdes y realizar la transición energética a fuentes renovables de energía, entre otras. Sólo así podremos ofrecer cobertura integral y universal de salud, garantizar la educación media superior y técnica a nuestros jóvenes, ofrecer empleos bien remunerados y erradicar la pobreza multifactorial; con la confianza de lograrlo antes del año 2060.
12 nov 2012
Ciencias sociales y políticas públicas
publicado en La Jornada Morelos el 12 de noviembre de 2012.
La ciencia y la
tecnología fueron decisivas en el resultado de la Segunda Guerra Mundial y,
como consecuencia, los países industrializados adoptaron la política de
invertir decididamente en ciencia y tecnología como el sustento del crecimiento
económico, del bienestar social y de la seguridad nacional. Al principio se
enfatizaron las ciencias físicas y las biológicas; sin embargo, muy pronto se
aprovecharon a las ciencias sociales para jerarquizar y seleccionar sus retos
domésticos e internacionales, particularmente los proyectos de gran envergadura
de beneficio social. En la actualidad, todos los países impulsan proyectos en
el área de ciencias sociales para identificar problemas, elaborar acciones
alternativas, seleccionar proyectos y evaluar políticas públicas en todos los
campos de la acción gubernamental: seguridad en salud, programas de vivienda, calidad
de la educación, diversidad cultural, economía verde, industria limpia y muchos
otros.
Kenneth Prewitt, Thomas A. Schwandt y Miron L. Straf, miembros
del Comité sobre el Uso del Conocimiento de Ciencias Sociales en Políticas
Públicas del Consejo Nacional de Investigación, en Estados Unidos, editaron un
reporte sobre el “Uso de la Ciencia como Evidencia en Políticas Públicas” (National
Research Council. (2012). Using Science as Evidence in Public
Policy. Committee on the Use of Social Science Knowledge in Public Policy, K. Prewitt,
T.A. Schwandt, and M.L. Straf, Editors. Division of Behavioral and Social
Sciences and Education. Washington, DC: The National Academies Press. Copyright © National Academy of Sciences). Este reporte trata
sobre cómo entender y aplicar a las ciencias sociales en la política pública:
identifican problemas, miden su magnitud y seriedad, ofrecen soluciones y
predicen posibles resultados -intencionados o no, deseados o no. Así, las
ciencias sociales son valiosas en muy diversas formas a la política, pero
siempre y cuando se las utilice.
A fines del siglo pasado, según el reporte, ya existía un
conjunto de empresas relacionadas con la elaboración de políticas públicas que
manejaba cientos de miles de millones de dólares en los Estados Unidos y cuyas
actividades eran financiadas por los gobiernos federal y estatales, y por
organizaciones privadas de naturaleza filantrópica o no. Estas empresas ahora describen
condiciones sociales locales o regionales, asesoran en acciones específicas,
diseñan programas alternativos y evalúan posibles resultados. Los proyectos son
financiados porque se supone que aplicarán buenos conocimientos científicos
para decidir qué situaciones sociales necesitan atención, qué debe ser
responsabilidad pública, de los mercados o de organizaciones sociales, y qué
acciones serán más efectivas y eficientes; en áreas como la economía, el
bienestar social, la salud y la seguridad.
El conocimiento que proviene de todas las ciencias es
relevante para las políticas públicas, identifica el reporte: por ejemplo, la
física en el área de la energía, la biología en la salud pública, la ingeniería
en transporte, y las sociales en economía o comercio internacional. Sin
embargo, entender si es necesario, por qué y cómo utilizar este conocimiento
científico, corresponde a los métodos y las teorías sociales. Las personas y
las organizaciones hacen uso del conocimiento científico, y éstas son el centro
de las ciencias sociales. Cuando la ciencia tiene algo que ofrecer debe estar
presente en la toma de decisiones de política pública. Dichas decisiones serán
tomadas con un conjunto de razonamientos no científicos: creencias y valores
personales y políticos, experiencias en situaciones semejantes, aprendizaje por
prueba y error, y razonamiento por analogía. Sin embargo, se debe considerar
que la voz de la ciencia es única, ya que lo que dice proviene de
investigaciones sistemáticas y auto-reguladas, que garantizan no creeremos que algo
es cierto solo porque así lo deseamos. La ciencia está diseñada para ser
desinteresada y para justificar cómo y porqué se tomaron unas acciones y no
otras. En los regímenes democráticos, la solvencia comprobada que deben tener
los líderes gubernamentales y políticos debe estar sustentada en razonamientos
científicos; que expliquen porqué se necesitaba, cómo se realizaron y qué modificaron
las acciones emprendidas.
La ciencia tiene cinco características relacionadas con
las políticas públicas, establece el reporte: identifica los problemas, como
especies en peligro, obesidad, desempleo y vulnerabilidad a desastres naturales
o actos de terrorismo; mide su magnitud y seriedad; revisa acciones
alternativas; analiza sistemáticamente las posibles consecuencias de dichas
alternativas, y evalúa los resultados. El proceso de elaborar políticas
públicas surge de la interacción de muchos actores que están involucrados en
ensamblar, interpretar y debatir la evidencia que es relevante para el análisis
de un problema específico y, después, para justificar porqué se seleccionó una
de las posibles alternativas. Este proceso se entiende mejor como uno de
confrontación de argumentos y razonamiento práctico que evidencia los
beneficios y los daños que causarían cada acción de política. Desde esta
perspectiva, el conocimiento científico es una “evidencia” cuando éste se
utiliza para apoyar una argumentación política y debe considerarse de alta
importancia.
El esquema que presenta el reporte propone un análisis
más detallado y cuidadoso en la argumentación de políticas, así como otorgar
una mayor relevancia a la teoría de decisiones y a la perspectiva de sistemas.
Las ciencias sociales ofrecen conocimientos sobre los modelos mentales, los
sistemas de valor, las reglas de organización, las normas sociales y otros
factores que influencian el comportamiento de los tomadores de decisiones.
También, aportan conocimientos sobre cómo aprenden las personas, cuándo
optimizan y cuándo están satisfechas; por qué se organizan, forman
instituciones, se comunican, establece normas y desarrollan rutinas; cómo
evalúan riesgos, y cómo toman decisiones individuales o colectivas.
En Morelos, debemos impulsar que la elaboración, puesta
en marcha, seguimiento y evaluación de las políticas públicas estén sustentadas
en métricas de funcionamiento, indicadores sociales, esquemas de jerarquización,
análisis comparativos y otras herramientas y conceptos de las ciencias
sociales. También, apoyar el funcionamiento y crecimiento de instituciones que
lleven a cabo estas funciones; como universidades, instituciones de
investigación, grupos de pensamiento o think-tanks, agencias
encuestadoras y firmas consultoras, tanto públicas como privadas o sociales.
Finalmente, fomentar el uso e incremento de las bases de información
estadística, tanto mundial como nacional o estatal, para elaborar mejores
políticas públicas en beneficio de nuestra sociedad.
6 nov 2012
Fallas en organizaciones complejas
publicado en La Jornada Morelos el 5 de noviembre de 2012
Considero conveniente
señalar nuevamente que la tecnología es un proceso social. Ésta tiene que ver
con sólidos conocimientos científicos sobre los materiales, dispositivos y
sistemas que se utilizan para resolver una demanda de la sociedad. Sin embargo,
la forma de hacer y de operar un sistema técnico complejo depende de las
culturas de la persona, de la organización y de la sociedad específicas. En
particular, el concepto de seguridad y aversión o no al riesgo depende
fundamentalmente de los principios y valores que nos son imbuidos por la
cultura a la que pertenecemos. Las fallas que causan un siniestro grave en un
sistema técnico complejo siempre están ligadas al error humano.
Nick Pidgeon, profesor de psicología aplicada y director
del Grupo de Investigación para Entender Riesgos, de la Universidad de Cardiff,
en Gales, Reino Unido, escribió un artículo sobre “Las Fallas en Organizaciones
Complejas” en la revista The Bridge, de la Academia Nacional de
Ingeniería, de los Estados Unidos (“Complex Organizational Failures: Culture,
High Reliability, and Lessons from Fukushima”, The Bridge, Volume 42, Number 3,
Fall 2012, 17 -22). El autor describe algunas investigaciones en las
ciencias social y de la ingeniería para entender los desastres del tipo
socio-técnico o hechos por el hombre. Varios estudios muestran que los
accidentes mayores no sucedieron simplemente el día en que se hicieron visibles
para todos, ellos tienen sus antecedentes, su contexto social y cultural y una
historia; también revelan que la complejidad de los sistemas y un entendimiento
incompleto de la propia complejidad pueden derrotar los mejores intentos para
anticipar los riesgos asociados.
En el campo de la ingeniería estructural, según el autor,
se ha acuñado la frase “el ambiente de la ingeniería en los accidentes
estructurales”, que se entiende como la combinación de presiones políticas,
financieras, profesionales e industriales que se ejercen sobre un proyecto para
inducir errores humanos críticos o descuidar asuntos de seguridad fundamentales
que llevan a fallas estructurales mayores. Un evento dramático puede aparecer al
final sólo como de naturaleza técnica -por ejemplo, el colapso de un puente o
un techo, un incendio mayor o la falla catastrófica de una fatiga estructural
en un avión. Sin embargo, los orígenes y causas subyacentes se pueden encontrar
en precondiciones organizacionales y sociales. En la medida que el ambiente de
la ingeniería se degrade, entonces hay una mayor probabilidad de fallas.
El Gobierno de Japón declaró hace unos meses que el
Reporte Independiente sobre el Accidente de Fukushima concluyó que éste se
debió a un desastre hecho por el hombre, comenta el autor. Las centrales
nucleoeléctricas de Fukushima se apagaron de acuerdo a su diseño cuando empezó
el terremoto, también éste causó la pérdida de electricidad en todo el complejo
nuclear y sus alrededores. El subsecuente tsunami superó las defensas contra
inundaciones y destruyó los sistemas de electricidad auxiliar y, asimismo, los
sistemas de seguridad. Sin embargo, dicho Reporte menciona otros factores
importantes y concluye que esta cadena de eventos debería haber sido prevista y
prevenida. Los dos factores fundamentales fueron la actitud defensiva y
prepotente de la compañía operadora, Tokyo Electric Power Company, y la
relación demasiado íntima y relajada entre la compañía y la Comisión Reguladora
de Energía Nuclear Japonesa.
Otros ejemplos de fallas graves en sistemas técnicos
complejos son presentados por el autor: en 1979, el accidente en la planta
nuclear de Three Mile Island, y en 2010, el derrame masivo de petróleo
por el accidente en la plataforma Deepwater Horizon, ambos en Estados
Unidos. En el modelo de desastres hechos por el hombre está implícita una
visión cultural en términos de los símbolos y los sistemas a través de los que
un grupo determinado de profesionales entiende al mundo. Una cultura de
seguridad se construye y se reconstruye repetidamente con supuestos y prácticas
asociadas de acuerdo con el comportamiento natural, obvio e incuestionable de
sus miembros y que contribuye a establecer una visión particular de riesgo,
peligro y tranquilidad.
Para maximizar las oportunidades de que una organización
pueda reconocer y responder adecuadamente a los signos de peligros potenciales
emergentes, una buena cultura de seguridad debe reflejar al menos cuatro
facetas, señala el autor: compromiso de la alta gerencia con la seguridad;
atención y preocupación compartida sobre los peligros y sus impactos en las
personas; normas y reglas realistas y flexibles sobre cómo manejar los riesgos,
y reflexión y mejoras continuas sobre las prácticas establecidas a través del
monitoreo, análisis y retroalimentación. El aprendizaje organizacional es el
componente clave para lograr una buena cultura de seguridad y una alta
confiabilidad institucional.
Evitar desastres involucra dos líneas de pensamiento,
indica el autor: una con definidos marcos de referencia para tratar peligros
bien establecidos que corresponden a la visión general de la organización y
otra fuera de esos marcos que considere la posibilidad de peligros emergentes
que no están bien identificados o que no pertenecen estrictamente a las actividades
de la organización o de la profesión. Así, se han establecido los “Lineamientos
para Impulsar la Imaginación en Seguridad”: intente imaginar la peor situación;
utilice buenas técnicas gerenciales para dilucidar entre diversos puntos de
vista; analice las alternativas de que sucedan peligros potenciales; estudie cómo
se modificarían sus actuales trabajos de seguridad en caso de suspender los
supuestos básicos de ingeniería con que cuenta, y reconozca que deberá
contender con ambigüedades si emergen nuevos temas de seguridad.
En Morelos, la importancia de los factores culturales y
organizacionales nunca debe ser menospreciada. Debemos crear una cultura de la
seguridad sustentada en conocimientos científicos, técnicos, de gestión de
riesgos y de organizaciones con alta confiabilidad, entre otros. Necesitamos
una nueva generación de ingenieros, gerentes industriales y reguladores de
riesgos y protección civil que trabajen de manera conjunta en los sistemas
técnicos complejos, ya que las fallas pueden aparecer en cualquier momento y
lugar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)