El
conocimiento científico y tecnológico es una de las principales riquezas de las
sociedades contemporáneas y un elemento indispensable para impulsar el
desarrollo económico y social. La ciencia, la tecnología y la innovación (CTI) se
han convertido en herramientas necesarias para la transformación de las
estructuras productivas, la explotación racional de los recursos naturales, el
cuidado de la salud, la alimentación, la educación y otros requerimientos
sociales. Sin embargo, en México y el resto de América Latina, según Álvaro
Marchesi, Secretario General de la Organización de Estados Iberoamericanos para
la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), existen desafíos a enfrentar: desarrollo
productivo; equidad distributiva; cohesión, ciudadanía y participación; educación
de calidad y con amplia cobertura; cooperación y construcción de espacios
internacionales, y madurez científica y tecnológica, entre otros.
La OEI, a través del Observatorio de
la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad, dependiente del Centro de Altos
Estudios Universitarios, publicó el 26 de julio de 2012 un documento titulado “Ciencia,
tecnología e innovación para el desarrollo y la cohesión social. Programa
iberoamericano para la década de los bicentenarios” (ISBN: 978-84-7666-240-3). Dicho
documento tiene el propósito de constituir un aporte para una discusión amplia
y generosa, cuyo resultado sea un diagnóstico compartido y un conjunto de
propuestas que puedan transformarse en un programa común. El texto inicial ha
sido elaborado por un grupo de expertos y coordinado por Mario Albornoz. A lo
largo de los próximos meses será enriquecido, corregido y ajustado siguiendo
las sugerencias que sean formuladas por un amplio número de colegas de
Iberoamérica que serán invitados a emitir su opinión. Para el debate del
documento la OEI ha creado una cuenta en twitter @EspacioIBC y un grupo
específico en su red de actores sociales con el nombre de Ciencia, Tecnología e Innovación para el desarrollo y la cohesión
social.
Es fundamental definir las áreas estratégicas,
teniendo en cuenta que la consolidación de nuevos paradigmas tecno científicos
con capacidad de penetración horizontal está trasformando la producción en casi
todos los sectores, señala el documento. En ese sentido, es posible asignar
carácter estratégico a la investigación en tecnologías de la información y la
comunicación, nanotecnología, biotecnología, tecnología de alimentos,
biodiversidad, descontaminación, energía, explotación sustentable de recursos
naturales, forestación, recursos hídricos y transporte, entre otros temas. Orientar
las políticas en forma eficaz hacia metas de cohesión social y ciudadanía puede
ser entendido como un caso específico de innovación social. Se deben generar
orientaciones estratégicas que vinculen las capacidades en ciencia y tecnología
con los problemas sociales, utilizando para ello un enfoque amplio de
participación. Vincular en forma sistémica las instituciones de ciencia y
tecnología con las demandas sociales conlleva un proceso que moviliza a muchos
otros actores, además de la comunidad científica.
El documento plantea que pensar la ciencia y la
tecnología consiste, en primer término, en tratar de dar respuesta a la
cuestión acerca de qué estilo de investigación científica y tecnológica puede
satisfacer simultáneamente la misión de aportar al avance del conocimiento y a
la solución de los grandes problemas de la región. En segundo término, consiste
en abordar la cuestión de los vínculos y las intermediaciones entre las
instituciones del conocimiento y los actores sociales. Asimismo, la difusión
social de la ciencia y la tecnología es una cuestión central, que está en la
base de cualquier estrategia de estímulo a la innovación. Se requiere para
ello un equilibrio no siempre fácil, entre adoptar para la investigación
parámetros de excelencia y calidad internacionales y asegurarse de que dichos
parámetros garanticen que la ciencia y la tecnología contribuirán a la solución
de las necesidades nacionales de nuestros países.
El diagnóstico de la capacidad de
los países iberoamericanos en ciencia, tecnología e innovación pone de
manifiesto la debilidad del conjunto, si bien existen diferencias pronunciadas
entre ellos, indica el documento. Es necesario diferenciar trayectorias y
situaciones nacionales, así como también momentos de avances y retrocesos en
cada país, aunque la disparidad de situaciones no puede enmascarar el hecho de
que la región ocupa hoy un lugar muy secundario en la escena internacional de
la ciencia y la tecnología, lo que constituye un reto a la posibilidad de
implementar estrategias de desarrollo basadas en el conocimiento. Resulta
necesario considerar un conjunto de estrategias para el logro de los siguientes
objetivos: fortalecer la innovación y el desarrollo tecnológico; orientar la
investigación con criterios de excelencia y relevancia; vincular la
investigación y el desarrollo con las demandas sociales; fomentar la investigación
en ciencias sociales; mejorar la calidad educativa y promover las carreras
científicas; fomentar la cultura científica y la percepción pública de la
ciencia y la tecnología; aumentar la inversión en investigación y desarrollo; aumentar
el número de investigadores y tecnólogos, y fortalecer la gestión de las
instituciones científicas y tecnológicas.
En Morelos, como en todo el mundo, la articulación entre
las políticas de ciencia, tecnología e innovación y las restantes políticas
públicas en otras áreas de intervención estatal es insuficiente en términos
generales. Este problema de articulación refiere a la capacidad del Estado de
concertar intereses detrás de proyectos colectivos frente al natural conflicto
de intereses entre los actores en juego. Cuando se tienen capacidades en investigación,
desarrollo e innovación es imprescindible aprovecharlas para el desarrollo
económico y social.