publicado el 21 de enero de 2013 en La Jornada Morelos
El mundo desarrollado atraviesa una grave crisis económica y social. Sin embargo, Latinoamérica no está siendo afectada con tanta intensidad como en ocasiones similares, ya que actúa sobre la base del aprendizaje de crisis anteriores y parece que atisba el futuro con una mirada de más largo alcance, buscando caminos para avanzar con más rapidez y eficacia hacia un desarrollo, en que la reducción de la desigualdad es una aspiración generalizada. En ese empeño la planificación, con base en sólidos valores éticos, puede ser un instrumento poderoso, capaz de articular intereses de actores distintos (Estado, sociedad, gobierno, entorno externo), de espacios diversos (lo nacional y lo local), con políticas públicas (de Estado, planes y programas, nacionales y subnacionales).
Luis Mauricio Cuervo G, oficial de asuntos económicos del Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES) de la CEPAL, escribió un artículo sobre “Ética territorial” en el N° 12 de la Serie Desarrollo Territorial de la CEPAL (Publicación de las Naciones Unidas. ISSN 1994-7364. LC/L.3513. LC/IP/L.320. Copyright © Naciones Unidas, agosto de 2012. Impreso en Naciones Unidas, Santiago de Chile), donde el autor se propone hacer una síntesis y precisar el estado del arte en la evolución de nuevos y antiguos principios y valores que estarían en la base de la configuración de una ética territorial.
El autor considera que la fundamentación ética de la política económica regional y urbana -como se le denominaba hace un tiempo- ha girado en torno de un dilema relativamente simple (lo cual no significa fácil de resolver) entre eficiencia y equidad. Este dilema se ha transformado por varias razones. El contexto económico, político-institucional, y de la teoría económica y social, ha evolucionado y se ha complejizado. En efecto, las teorías del desarrollo reconocen ahora el papel no solamente del capital físico, sino del humano, del social, del ambiental e incluso del cultural. Así mismo, los valores sociales se han trasformado, modificando consigo las aspiraciones de bienestar de las sociedades. Finalmente, la política pública en este campo ha presenciado la entrada con vigor de enfoques distintos a los de la tradicional política regional y urbana: es éste el caso de las políticas de descentralización, de ordenamiento territorial, de sustentabilidad ambiental, de desarrollo económico local, o de innovación científica y tecnológica.
La política económica general, así como la política regional en particular, poseen finalidades mayores directamente relacionadas con la obtención de valores (concepciones de lo bueno y de lo justo) individuales o colectivos, señala el autor. Los objetivos de la política regional pueden analizarse con diferentes niveles de generalidad. Al nivel superior, los objetivos son idénticos a los de la política nacional: crecimiento, eficiencia, equidad, estabilidad, calidad de vida y participación de los ciudadanos.
La política regional puede tener múltiples objetivos, que se reducen a dos en el modelo más sencillo, según el autor: (i) eficiencia, maximizar el crecimiento de la economía nacional, que implica una asignación óptima de recursos a lo largo del tiempo) y (ii) equidad, reducir las disparidades interregionales de renta, bienestar y crecimiento. Lo que esta postura introduce de nuevo es la consideración del papel de la relación entre el conjunto nacional y sus territorios (regiones) subnacionales, en la consecución de finalidades mayores. Éste es el caso de la contribución que se espera de la política regional al mejoramiento de la eficiencia económica nacional. El otro ingrediente novedoso consiste en identificar las regiones como sujetos de justicia espacial. Esto se hace al momento de hablar de la reducción de las disparidades interregionales como un objetivo central de la política regional.
Se identifican tres grandes familias de principios éticos territoriales, apunta el autor: aspiraciones a la igualdad-equidad interregional; derechos territoriales universales de primera (individuales) y segunda generación (colectivos); protección-promoción de la diversidad territorial (ciudad, culturas originarias y afroamericanas). De entre este conjunto de principios identificados, el empleo del concepto de equidad es el más difícil de definir en las características precisas de su contenido.
A la hora de discutir los objetivos de la política económica regional en América Latina, el autor recomienda: primero, referirse a ella preferiblemente como política económica territorial, más que como tradicionalmente se hace empleando la denominación de política regional (y urbana) y, segundo, reconocer que su espacio de fines y objetivos a alcanzar, se mueve en un universo un poco más amplio y variado que el del tradicional dilema entre eficiencia y equidad; porque el término de equidad, merece ser desglosado y distinguido del de igualdad, porque la aspiración a la diversidad tiene una presencia indiscutible y variada (étnica-cultural, ecológica, urbana) y porque los derechos de igualdad proclamados no se restringen a los de la primera generación (los individuales) sino que ya cuentan con una muy profusa y contundente presencia de derechos colectivos (principalmente la sustentabilidad ambiental).
El autor se plantea y ratifica que las constituciones generales de los países Latinoamericanos, por lo general, no cuentan con indicaciones acerca de la manera de conjugar esta diversidad de criterios, de cuáles son los más importantes o de las circunstancias que hay que tener en cuenta en caso de tener que dirimir conflictos entre ellos. Esto es una tarea que queda delegada a la ley y, tal vez más, a la práctica institucional y política no regulada por la norma escrita, sino por el hábito y la costumbre.
En Morelos, debemos asegurar que la política económica territorial se construya sobre un fundamento ético, cuyos objetivos tengan siempre relación con la idea de desarrollo y bienestar que cada sociedad posee: riqueza material, estabilidad macroeconómica, sustentabilidad, justicia social, pluralismo social y cultural, y diversidad étnica.
21 ene 2013
14 ene 2013
Las próximas megainundaciones en California
publicado el 14 de enero en La Jornada Morelos
Las inundaciones son el resultado natural del ciclo del agua. En las tormentas fuertes, cuando chocan los frentes de nubes contra las montañas y se condensa el vapor de agua, el agua baja por las barrancas y llena las zonas geográficas bajas, los altiplanos. Estas inundaciones pueden causar graves desastres naturales por una mala planeación que no prevea la infraestructura adecuada ni criterios de evacuación para personas y animales. Sin embargo, el tiempo entre los eventos extremos está disminuyendo y el daño que causan está aumentando por efecto del Cambio Climático.
Michael D. Dettinger, investigador en hidrología en el U.S. Geological Survey e investigador asociado en el Scripps Institution of Oceanography, y B. Lynn Ingram, profesora de ciencias terrestres y planetarias en la Universidad de California, escribieron el artículo “Las Megainundaciones que Vienen” en la revista Scientific American (The Coming Megafloods, Scientific American Digital, January 2013, © 2012 Scientific American). Los autores describen la existencia de inmensos flujos de vapor en la atmósfera, llamados ríos atmosféricos, que han causado inundaciones masivas cada 200 años en California, Estados Unidos, y que el Cambio Climático podría ocasionar muchas más.
En la Nochebuena del año 1861, una intensa tormenta que venía del Océano Pacífico entró a California y continuó con la misma fuerza por 43 días, nos recuerdan los autores. Los arroyos que normalmente bajaban por el lado oriental de la Sierra Nevada se transformaron en grandes ríos que arrasaban todo a su paso, comunidades y campamentos mineros. Como resultado, se formó un lago en el Valle Central de California que medía 450 kilómetros de largo y 30 de ancho. Miles de personas murieron y se ahogaron 800 mil cabezas de ganado, un cuarto del total existente. También, el centro de la Ciudad de Sacramento quedó inundado bajo 3 metros de agua lodosa con residuos de todo lo arrastrado por las corrientes. El Gobierno de California se mudó a San Francisco por 6 meses, hasta que bajaron las aguas en Sacramento. El Estado quedó en bancarrota.
Los ríos atmosféricos son chorros de vapor de agua que se forman a casi dos kilómetros de altura sobre el mar y miden 400 kilómetros de ancho y se extienden por miles de kilómetros, explican los autores. Estos sistemas de vapor de agua transportan agua, en cantidades que puede equivaler a 10 o 15 veces las que lleva el Río Mississippi, de los trópicos a latitudes medias. Cuando uno de estos ríos llega a la costa oeste de los Estados Unidos y pega contra las montañas interiores, entonces es forzado a elevarse, se enfría y condensa en grandes lluvias. Este fenómeno es bien conocido por los habitantes de esa costa y lo llaman “la autopista de la piña”, que les lleva grandes cantidades de vapor de los trópicos cerca de Hawaii y los transforma en lluvias torrenciales que duran de 3 a 5 días. Según investigaciones recientes, un máximo de nueve de estos ríos atmosféricos pegan a la costa de California cada año.
La existencia de dichos ríos fue descubierta recientemente y casi por casualidad, indican los autores. Tres fenómenos hidrometeorológicos se reconocieron de manera independiente, alrededor del año 2000. El primero, fue descubierto por el Laboratorio de Tecnología ambiental, de la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional, de los Estados Unidos, cuando sus aviones de reconocimiento estudiaban una tormenta invernal que se dirigía a su país desde el Pacífico Norte. Encontraron una tormenta de chorro a gran altura que duraba varios días y que transportaba el 20 por ciento de la humedad atmosférica del polo hacia latitudes medias y que, por su altura sobre el nivel del mar, no había sido detectada por métodos tradicionales. El segundo, fue descubierto por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, cuando encontraron anomalías en las simulaciones numéricas de patrones de viento y vapor de agua a nivel mundial. Descubrieron que el 95 por ciento de vapor transportado de arriba de los trópicos hacia los polos ocurría en sólo 5 o 6 bandas muy estrechas, distribuidas casi al azar en el planeta, y se movían del oeste al este a latitudes medias. El tercero fue el descubrimiento por el conjunto de satélites que llevaban el nuevo “Sensor Especial de Imágenes por Microondas” cuya finalidad era observar la distribución global del vapor de agua. Estas imágenes mostraron con claridad que el movimiento del vapor de agua tendía a concentrarse en corredores estrechos y muy largos que transportan aire húmedo y caliente de los trópicos a zonas más secas y frías en latitudes medias. Estos tipos de tentáculos aparecen y se extinguen en periodos de tiempo que van de días a un par de semanas.
Para simular un evento extremo de esta naturaleza, los autores han trabajado en la creación de un escenario llamado “Tormenta del Río Atmosférico 1000” (ARkStorm, por sus siglas en ingles), construido con base en información de las tormentas más largas que ocurrieron en California en los últimos cincuenta años. Sus resultados muestran que habría grandes inundaciones en las áreas bajas del norte y del sur del Estado, que podrían llevar a la evacuación de 1.5 millones de personas, con daños económicos inmediatos por 5 billones de pesos (millones de millones) en propiedades dañadas y pérdidas agrícolas. También, consideran que en una tragedia de esta magnitud morirían miles de personas.
En Morelos, es indispensable que analicemos detalladamente las causas de las inundaciones recurrentes que tenemos y los efectos que causan en salud, morbilidad, mortalidad y la economía. También, debemos revisar nuestros planes de protección civil y mejorar y reforzar la infraestructura que minimice los daños. Asimismo, es necesario establecer programas multidisciplinarios y multi-institucionales para prever el efecto del Cambio Climático en estos fenómenos meteorológicos.
Las inundaciones son el resultado natural del ciclo del agua. En las tormentas fuertes, cuando chocan los frentes de nubes contra las montañas y se condensa el vapor de agua, el agua baja por las barrancas y llena las zonas geográficas bajas, los altiplanos. Estas inundaciones pueden causar graves desastres naturales por una mala planeación que no prevea la infraestructura adecuada ni criterios de evacuación para personas y animales. Sin embargo, el tiempo entre los eventos extremos está disminuyendo y el daño que causan está aumentando por efecto del Cambio Climático.
Michael D. Dettinger, investigador en hidrología en el U.S. Geological Survey e investigador asociado en el Scripps Institution of Oceanography, y B. Lynn Ingram, profesora de ciencias terrestres y planetarias en la Universidad de California, escribieron el artículo “Las Megainundaciones que Vienen” en la revista Scientific American (The Coming Megafloods, Scientific American Digital, January 2013, © 2012 Scientific American). Los autores describen la existencia de inmensos flujos de vapor en la atmósfera, llamados ríos atmosféricos, que han causado inundaciones masivas cada 200 años en California, Estados Unidos, y que el Cambio Climático podría ocasionar muchas más.
En la Nochebuena del año 1861, una intensa tormenta que venía del Océano Pacífico entró a California y continuó con la misma fuerza por 43 días, nos recuerdan los autores. Los arroyos que normalmente bajaban por el lado oriental de la Sierra Nevada se transformaron en grandes ríos que arrasaban todo a su paso, comunidades y campamentos mineros. Como resultado, se formó un lago en el Valle Central de California que medía 450 kilómetros de largo y 30 de ancho. Miles de personas murieron y se ahogaron 800 mil cabezas de ganado, un cuarto del total existente. También, el centro de la Ciudad de Sacramento quedó inundado bajo 3 metros de agua lodosa con residuos de todo lo arrastrado por las corrientes. El Gobierno de California se mudó a San Francisco por 6 meses, hasta que bajaron las aguas en Sacramento. El Estado quedó en bancarrota.
Los ríos atmosféricos son chorros de vapor de agua que se forman a casi dos kilómetros de altura sobre el mar y miden 400 kilómetros de ancho y se extienden por miles de kilómetros, explican los autores. Estos sistemas de vapor de agua transportan agua, en cantidades que puede equivaler a 10 o 15 veces las que lleva el Río Mississippi, de los trópicos a latitudes medias. Cuando uno de estos ríos llega a la costa oeste de los Estados Unidos y pega contra las montañas interiores, entonces es forzado a elevarse, se enfría y condensa en grandes lluvias. Este fenómeno es bien conocido por los habitantes de esa costa y lo llaman “la autopista de la piña”, que les lleva grandes cantidades de vapor de los trópicos cerca de Hawaii y los transforma en lluvias torrenciales que duran de 3 a 5 días. Según investigaciones recientes, un máximo de nueve de estos ríos atmosféricos pegan a la costa de California cada año.
La existencia de dichos ríos fue descubierta recientemente y casi por casualidad, indican los autores. Tres fenómenos hidrometeorológicos se reconocieron de manera independiente, alrededor del año 2000. El primero, fue descubierto por el Laboratorio de Tecnología ambiental, de la Administración Oceánica y Atmosférica Nacional, de los Estados Unidos, cuando sus aviones de reconocimiento estudiaban una tormenta invernal que se dirigía a su país desde el Pacífico Norte. Encontraron una tormenta de chorro a gran altura que duraba varios días y que transportaba el 20 por ciento de la humedad atmosférica del polo hacia latitudes medias y que, por su altura sobre el nivel del mar, no había sido detectada por métodos tradicionales. El segundo, fue descubierto por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, cuando encontraron anomalías en las simulaciones numéricas de patrones de viento y vapor de agua a nivel mundial. Descubrieron que el 95 por ciento de vapor transportado de arriba de los trópicos hacia los polos ocurría en sólo 5 o 6 bandas muy estrechas, distribuidas casi al azar en el planeta, y se movían del oeste al este a latitudes medias. El tercero fue el descubrimiento por el conjunto de satélites que llevaban el nuevo “Sensor Especial de Imágenes por Microondas” cuya finalidad era observar la distribución global del vapor de agua. Estas imágenes mostraron con claridad que el movimiento del vapor de agua tendía a concentrarse en corredores estrechos y muy largos que transportan aire húmedo y caliente de los trópicos a zonas más secas y frías en latitudes medias. Estos tipos de tentáculos aparecen y se extinguen en periodos de tiempo que van de días a un par de semanas.
Para simular un evento extremo de esta naturaleza, los autores han trabajado en la creación de un escenario llamado “Tormenta del Río Atmosférico 1000” (ARkStorm, por sus siglas en ingles), construido con base en información de las tormentas más largas que ocurrieron en California en los últimos cincuenta años. Sus resultados muestran que habría grandes inundaciones en las áreas bajas del norte y del sur del Estado, que podrían llevar a la evacuación de 1.5 millones de personas, con daños económicos inmediatos por 5 billones de pesos (millones de millones) en propiedades dañadas y pérdidas agrícolas. También, consideran que en una tragedia de esta magnitud morirían miles de personas.
En Morelos, es indispensable que analicemos detalladamente las causas de las inundaciones recurrentes que tenemos y los efectos que causan en salud, morbilidad, mortalidad y la economía. También, debemos revisar nuestros planes de protección civil y mejorar y reforzar la infraestructura que minimice los daños. Asimismo, es necesario establecer programas multidisciplinarios y multi-institucionales para prever el efecto del Cambio Climático en estos fenómenos meteorológicos.
8 ene 2013
Investigación para el desarrollo sustentable
Publicado en La Jornada Morelos el 7 de enero de 2013.
El desarrollo sustentable es, como lo hemos
expresado otras veces en esta columna, avanzar en el bienestar de las personas
y de la sociedad al considerar simultáneamente aspectos sociales, económicos,
ambientales e institucionales, con atención especial a los más desprotegidos
del presente y salvaguardando los derechos de las generaciones futuras. La
investigación se ha definido como la recopilación de la información necesaria
para responder una pregunta y entonces ayudar a resolver un problema. Sin
embargo, la investigación para el desarrollo sustentable requiere ampliar los
conceptos tradicionales de la investigación científica, al involucrar a las
propias comunidades en la definición de objetivos, la selección de procesos y la
identificación de criterios de evaluación.
El
Instituto Internacional para el Ambiente y el Desarrollo (IIED, International
Institute for
Environment
and Development) publicó en agosto de
2012 un documento titulado “Hacia la excelencia - investigación en políticas y
acciones para el desarrollo sustentable” (Towards excellence - Policy and
action research for sustainable development, www.iied.org). Presentan una visión sobre cómo el IIED y
sus socios hacen, miden y habilitan la investigación de excelencia en políticas
y acciones que contribuyen al desarrollo sustentable. También, explicitan el
contexto de su investigación, establecen sus principios para la excelencia e
identifican los procesos prácticos necesarios para garantizar resultados de
alta calidad.
La
investigación de excelencia para el desarrollo sustentable no sólo debe cumplir
los criterios académicos de rigor y confiabilidad, también debe resolver
problemas reales, señala el documento. Las políticas y acciones deben mejorar
la equidad en la toma de decisiones, contribuir a la sustentabilidad de la propia
existencia y de los ecosistemas, y distribuir los beneficios de manera justa
entre las personas y los ambientes. Se debe reconocer plenamente que este tipo
de investigación se realiza dentro de muy diversos contextos políticos y
sociales que, a su vez, influencian cómo se desarrollan las políticas, se toman
las decisiones y se implantan los proyectos.
El
documento indica que este tipo de investigación debe considerar el conocimiento
adquirido por las comunidades y las organizaciones locales, que también ha sido
recopilado de manera rigurosa y confiable durante muchos años; también, debe
incorporar consideraciones éticas en cada etapa del proceso para enfatizar los
derechos, independencia, dignidad y seguridad de los participantes, así como
una relación de igualdad. Los impactos de los resultados son la razón de ser de
estas investigaciones, por lo que es imprescindible evaluar si fueron de
utilidad y si contribuyeron a lograr a cambiar los enfoques y metas de las
organizaciones no gubernamentales, gobiernos y agencias internacionales. La efectividad en la comunicación de los
resultados es de especial importancia, tanto para las personas que pueden ser
afectadas por ellos, como para aquellos que pueden incidir en que los cambios sucedan.
El
proceso de planeación y ejecución de la investigación en desarrollo sustentable
es también fundamental para lograr una calidad excelente, apunta el documento.
El proceso se debe basar en los principios de asociación, empoderamiento y
sólida gestión. Los grupos marginados deben compartir el control del proceso de
investigación, para definir los temas, identificar las interrogantes,
desarrollar los métodos, analizar los materiales y seleccionar los criterios de
evaluación de resultados. Es necesario lograr el involucramiento de las
personas y las instituciones para construir relaciones, capacidades e
influencias.
El
involucramiento efectivo con la base de conocimiento de la comunidad de estudio
es tan importante como el establecido por los académicos con la base de
conocimiento científico que está resguardada en la “Web of Science”,
establece el estudio. Ambos son necesarios para llevar a cabo los procesos de
investigación en desarrollo sustentable y alcanzar excelentes resultados.
También, es necesario ampliar el concepto de “evaluación por pares”, ya que
debe incluir no sólo a otros investigadores expertos en el tema, sino a
conocedores del ámbito local. La “evaluación por pares” debe incluir a
académicos, miembros de la comunidad y socios en la formulación de políticas.
En
Morelos, debemos lograr una investigación para alcanzar el desarrollo
sustentable que sea de excelencia al asegurar que la gestión del proyecto sea
inclusiva, al identificar criterios de evaluación medibles, al garantizar una
comunicación efectiva de los resultados obtenidos con todos los actores
participantes, al involucrar como socios a las instituciones necesarias, al
concatenar teoría y práctica, y al mantener criterios académicos de rigor y
confiabilidad.
2 ene 2013
Retos al desarrollo Latinoamericano.
publicado el 31 de enero de 2012 en La Jornada Morelos
La incertidumbre que rodea a la economía mundial
es, sin duda, una de las más grandes que tengamos memoria, sólo comparable en
términos económicos a la que rodeó a la Gran Depresión de los años treinta. En
Europa, la crisis financiera ha comenzado a vincularse en forma compleja a la
crisis fiscal de varios de los países de la zona del euro y se ha amenazado la
estabilidad de la unión monetaria, por lo que ya se ha condenado a Europa a una
década perdida y quizás más. En Estados Unidos, la relativa debilidad del
proceso de reactivación económica se combina ahora con la amenaza inmediata
llamada “precipicio fiscal” que podría experimentar ese país a comienzos de
2013. De suceder, la Oficina de Presupuesto del Congreso de ese país considera
que se daría lugar a un ajuste fiscal inmediato del 5.1% del PIB que produciría
una recesión en el primer semestre del próximo año. Las principales
consecuencias para Latinoamérica se producirán a través del comercio internacional,
ya que nuestros países apostaron exclusivamente al desarrollo exportador
siguiendo, además, una estrategia más bien pasiva, que otorgaba poco énfasis al
contenido tecnológico de la canasta exportadora.
José
Antonio Ocampo, ex Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL) y actual profesor de la
Universidad de Columbia, en Estados Unidos, presentó una ponencia en el
seminario conmemorativo del quincuagésimo aniversario del Instituto
Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES),
realizado en julio de 2012, que tituló “La historia y los retos del desarrollo latinoamericano”.
La CEPAL publicó dicha ponencia en noviembre de 2012 (Publicación de las
Naciones Unidas, LC/L.3546, LC/IP/L.322, Copyright © Naciones Unidas, diciembre
de 2012). En este documento se plantean un conjunto de legados históricos y
escenarios internacionales previsibles que llaman la atención sobre la necesidad
de repensar a fondo los patrones y estrategias del desarrollo latinoamericano.
El
autor señala que, en materia macroeconómica, es necesario consolidar lo que ya
se ha logrado en reducción de la inflación, sostenibilidad fiscal y disminución
del endeudamiento externo neto. Pero también es evidente que queda mucho más
que hacer para reducir la histórica vulnerabilidad externa de las economías
latinoamericanas. Asimismo, en materia social, el reto principal es tratar no
sólo de avanzar en la mejora de los indicadores de desarrollo humano y reducir
la pobreza, sino de enfocar la atención en la desigualdad misma.
La
tarea por realizar tiene tres elementos básicos, indica el autor: primero, creación
de capacidades, en particular, dada la etapa actual de desarrollo de la región,
en el acceso a la educación secundaria y superior y en la calidad de la
educación que reciben los sectores de menores ingresos en todos los niveles;
segundo, desarrollo de sistemas universales de protección social, cuya
prioridad es, entre otras, la lucha contra la segmentación en la provisión de
servicios, que implica en particular que la calidad de los servicios sea muy
diferente para distintos sectores sociales, y tercero, realizar un mayor
esfuerzo de redistribución fiscal, tanto por la vía del sistema tributario como
del gasto público.
Siguiendo
las enseñanzas de la historia, propone el autor, los avances no serán duraderos
si no se articulan con las necesarias transformaciones tecnológicas y
productivas. El tema clave en este campo es la generación de empleos de
calidad, en términos de calificación, estabilidad laboral y acceso a la
protección social. Los retos son incluso mayores en términos de desarrollo
productivo, esencial para superar el crecimiento económico, que ha sido frustrante
para muchos países latinoamericanos durante la fase de reformas de mercado, especialmente
en materia de productividad. El objetivo de alcanzar altas tasas de crecimiento
no se logrará solo con una macroeconomía sana ni con la mera especialización acorde
con las ventajas comparativas estáticas. Se requieren también políticas
productivas activas, un tema que fue explícitamente excluido de la agenda de
los gobiernos durante la fase de reformas de mercado libre. Más aún, se
requiere un gran avance en la formulación de políticas tecnológicas activas.
El
lento dinamismo previsible del comercio internacional hace aún más necesario
repensar la tarea de mejorar la competitividad y la calidad de la canasta
exportadora, así como el equilibrio entre el mercado interno y el externo,
asegura el autor. En tal sentido, podrían considerarse tres alternativas, que
en realidad no son excluyentes: primera, recuperar la atención en el mercado
interno por los efectos positivos en las tendencias sociales al dinamizar el consumo
de la mayoría de la población; segunda, otorgar un peso creciente al mercado
interno ampliado, revitalizando a fondo los procesos de integración regionales,
y tercera, diversificar la canasta exportadora, incluyendo objetivos explícitos
de mejora del contenido tecnológico y, al mismo tiempo, manteniendo la atención
en ampliar el mercado con las economías asiáticas dinámicas.
En
Morelos es necesario reforzar la planificación, como sugiere el autor. En un
contexto de alta incertidumbre, su función básica es contribuir a elaborar una
visión y una orientación estratégicas, basadas en un análisis de los escenarios
previsibles y en su impacto posible sobre los distintos mercados. Su propósito
fundamental es ayudar a orientar las acciones de los agentes públicos y
privados a través de un proceso en el que participen los distintos agentes
sociales. Debe estar acompañada, además, de una capacidad de coordinar las
actividades estatales orientadas a alcanzar los objetivos estratégicos y a
evaluar las acciones de los organismos del Estado en tal sentido. Esas
actividades, es decir, la prospectiva, la participación, la coordinación y la
evaluación, constituyen lo que podríamos denominar las funciones básicas de la
planificación. Todo ello debe formar parte de la tarea más amplia de fortalecer
la institucionalidad estatal y, en especial, el desarrollo de un aparato
administrativo capaz de ayudar a la sociedad a cumplir las funciones de
provisión de bienes y servicios de interés colectivo, dentro de la particular
combinación entre Estado y mercado que cada sociedad defina sobre la base de
sus propios procesos democráticos.
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