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Un asunto de relevancia actual es el de la
profesionalización de la política. Esto se debe a dos circunstancias: el
desarrollo en el mundo del trabajo del concepto de profesión y el avance de la
democracia representativa en sociedades cada vez menos segmentadas. En términos
de políticos como representantes y como gestores: ¿cómo armonizar que personas
vivan para la política y, también, vivan de la política? La complejidad
de la política moderna hace posible que una persona realice esta actividad durante
toda su vida, sea un profesional de la misma. Entonces, como todo profesional,
debe ser evaluado y los resultados deben ser de carácter público.
Manuel
Alcántara Sáez, catedrático de ciencia política de la Universidad de Salamanca
e investigador en el Instituto de Iberoamérica de dicha Universidad, escribió
un artículo intitulado “De políticos y política: profesionalización y calidad
en el ejercicio público”, en la Revista Perfiles Latinoamericanos, Vol. 41,
Enero/Junio 2013, donde discute un aspecto fundamental de la representación
política: la calidad de la política en sistemas donde los políticos tienen un
carácter claramente profesional. Además, plantea los requisitos que debe
cumplir el político profesional en el terreno de su dedicación y de la
remuneración que percibe, y formula un modelo ideal de los elementos constitutivos
de un político de calidad, con especial interés en el proceso formativo que integra
la carrera de un político.
El
modelo de democracia representativa ha enfatizado la idea de que los políticos
son reclutados, formados y proyectados hacia las instituciones por los
partidos; pero esto no siempre es así, señala el autor. La propia dinámica democrática,
junto con otros factores de índole social, cultural o económica, posibilita
modelos diferentes en los que los políticos pueden configurar carreras
independientes. Sin embargo, los estudios sobre la calidad de la política han
avanzado en los últimos años divorciados de la atención a la existencia de
políticos de calidad. El éxito de la política se vincula con su material
humano, que debería ser de alta o, al menos, de suficiente calidad. La
intensidad y la extensión del tiempo dedicado a la política, o sea, la exclusiva
dedicación a ella y una amplia experiencia, configuran una carrera política.
Ésta recibe el calificativo de profesional cuando se incorpora a ella la
dimensión económica, es decir, el salario y aquellas otras prebendas complementarias
que reciben los políticos.
La
propuesta que defiende el autor implica que el político profesional de calidad
realice su actividad de manera continua y exclusiva, posea el mayor talento
relevante posible y goce de gran experiencia. La excelencia se establece en los
términos de la relevancia del talento y la experiencia, que admiten un mayor rango
de variabilidad. El talento combina las dotes personales innatas, las mixtas y
las adquiridas. Por dotes innatas se entienden aquellas específicas que tienen su
máxima expresión, aunque no única, en la inteligencia y en la posesión de un
mínimo de capacidad física que permita afrontar jornadas interminables, así
como hacer frente al estrés que se acumula cotidianamente. Las dotes adquiridas
son, fundamentalmente, las desarrolladas a través de procesos de educación
formal, y su máximo horizonte es un título universitario de posgrado; pero
vienen acompañadas de otro tipo de educación más especializada en cuestiones
vinculadas al diseño de políticas públicas, la economía política, las
relaciones internacionales y la estadística, entre otras. En cuanto a las dotes
mixtas, son aquellas de corte básicamente instrumental; aunque tienen un fuerte
componente fenotípico, pueden ser mejoradas gracias al entrenamiento o al aprendizaje,
y son indispensables en la labor cotidiana del político con relación a su
autocontrol, al manejo de la dinámica de grupos, y a la comunicación tanto en
lo relativo a su faceta oral como a la imagen.
Hay
dos elementos que sí pueden incorporarse y estar presentes en el proceso de
entrada en la política de quienes quieran hacer de la misma una profesión,
apunta el autor. En primer lugar, se trata de la exposición pública de un
currículo que explicite el talento con relación a las dotes adquiridas y a la
experiencia. Exhibición que puede llevarse a cabo muy fácilmente y sin costo
alguno mediante su colocación en una página web. Paralelamente, los candidatos
a políticos deben poner de relieve sus dotes innatas y mixtas, frente a un
público interesado, participando en debates públicos con otros candidatos, o
con actores sociales tanto en arenas donde estén presentes los medios de
comunicación como en aquellas otras con académicos y otros profesionales, donde
puedan ser interrogados y tengan la oportunidad de mostrar sus conocimientos y
habilidades.
La
tarea de formación del político no sólo consiste en un proceso de crecimiento
personal de habilidades y de conocimientos; también estriba en la capacidad de
establecer vínculos con el mundo externo de técnicos e intelectuales. Esta
permanente apertura, que comporta la pérdida del monopolio de la profesión, es un
buen antídoto contra la endogamia y una oportunidad para hacer socialmente más
porosa a la clase política.
En
Morelos, los partidos políticos y las academias deben establecer de manera
conjunta criterios de evaluación y mecanismos para conocer las dotes personales
innatas, mixtas y adquiridas de nuestros políticos. Cambiaría drásticamente nuestra
calidad de vida, política, social y aún económica.