publicado en La Jornada Morelos el 26 de octubre de 2015
El Horario de
Verano es un procedimiento que se utiliza para disminuir la demanda de
electricidad en muchos países del mundo. Está enfocado, principalmente, a
reducir la cantidad de electricidad consumida en el sector residencial al
aprovechar la luz solar para iluminación al final de la tarde durante los meses
de abril a octubre en el hemisferio norte del planeta. La duración de la parte
del día que está iluminado por el sol, para una localidad específica, depende
de solo dos factores el día del año y la latitud del lugar.
La idea de qué es un día lo tienen
las personas desde los orígenes de la humanidad. Muchos se conformaban con
levantarse cuando salía el sol y con acostarse cuando se metía, pero sabían que
era un proceso cíclico. Cuando se inició la agricultura, ya era necesario tener
un concepto más refinado del tiempo para saber cuando empezar a cosechar y
cuando recoger lo obtenido. Así, el tiempo es una medida física que nos permite
secuenciar hechos y determinar momentos. El tiempo siempre avanza
inexorablemente y, por eso, nos preguntamos ¿qué pasaría si se detiene? O ¿cómo
lograr que regresemos al pasado?
Para medir un lapso de tiempo,
originalmente, solo se contaba con el movimiento del sol, durante el periodo
del día que hay luz, y con el movimiento de la luna y las estrellas, durante el
periodo de obscuridad. En cada punto geográfico se puede observar que, sin
nubosidad, la cantidad de radiación solar aumenta desde el amanecer hasta el
mediodía y después desciende hasta el ocaso. Así, cada punto localidad tiene su
mediodía solar verdadero.
Con la aparición de la navegación,
se definieron los “paralelos” y los “meridianos”, líneas imaginarias sobre el
planeta que nos definen las distancias norte-sur, latitud, y las este-oeste,
longitud, respectivamente. Así, se conocía con precisión la posición exacta de
un barco sobre la Tierra. Por otro lado, cuando las personas viajaban solo a
pie o sobre un animal, el tiempo que se tardaba en ir de un lugar a otro se
podía medir en medio día, dos días, diez o más. Sin embargo y con la aparición
del ferrocarril, fue necesario medir el tiempo con mayor precisión y sobretodo
explicitar a qué hora llegaría, por ejemplo, el tren en dos estaciones
diferentes.
Para tener un marco horario internacional, se
definieron los husos
horarios o zonas horarias, que son cada una de las veinticuatro áreas en las que
los meridianos dividen a la Tierra, ya que ésta gira alrededor de su eje una
vez cada 24 horas. Todos los husos horarios se definen en relación al Tiempo
Universal Coordinado (UTC), por lo que se centran en el meridiano de Greenwich
(0º), cerca de Londres. Al pasar de un huso horario a otro en dirección Este
hay que sumar una hora y por el contrario, al pasar de Este a Oeste hay que
restar una hora.
La duración de la parte del día iluminado, para
cualquier sitio sobre la tierra, depende solo de dos factores, el día del año y
de su latitud. En el hemisferio norte, en el solsticio de verano (21 de junio)
es cuando la duración de la parte iluminada (día) del día es mayor y en
el solsticio de invierno (21 de diciembre) es cuando la duración de la parte
obscura (noche) es mayor. En la medida que la latitud del sitio es
mayor, entonces aumenta la diferencia en las horas con luz y con obscuridad.
Por lo tanto, para aprovechar que en el verano que el
día es más largo, entonces se ajusta la hora local administrativa para
que en la tarde estemos iluminados con luz solar y no necesitemos prender los
focos y gastemos menos electricidad.
En México, es la Ley de Husos Horarios, publicada en el Diario Oficial el día 29 de
diciembre del 2001, la que “establece la Hora Oficial en un punto determinado
del territorio nacional en función de la posición geográfica. Así mismo, define
las zonas horarias y la forma en que se relaciona la hora en cada zona con la
hora del meridiano cero, o meridiano de Greenwich (en Londres). Cabe indicar
que la hora del meridiano cero está determinada por la escala de tiempo
denominada Tiempo Universal Coordinado, UTC”. Y nuestra Hora Oficial “está
definida en términos del UTC(CNM) de acuerdo a las siguientes relaciones: i.
Tiempo del Sureste = UTC(CNM) – 5; ii. Tiempo del Centro = UTC(CNM) – N;
iii. Tiempo del Pacífico = UTC(CNM) – (N+1); y iv. Tiempo del Noroeste =
UTC(CNM) – (N+2), donde N es 6 horas para el horario de invierno y 5
horas para el horario de verano. El Horario de verano se aplica del primer
domingo de abril a las 2h00 de la mañana al último domingo de octubre a las
2h00 de la mañana” (http://www.cenam.mx/hora_oficial).
Cabe señalar que el 1 de febrero de este año, el estado de Quintana Roo cambió
oficialmente su zona horaria de Hora Central Estándar (CST) a Hora Estándar del
Este (EST), lo que significa adelantar el reloj una hora con respecto al
Distrito Federal, con la finalidad de aprovechar la luz de sol y empatar con
algunas entidades de Estados Unidos y Canadá. (Decreto con el cual se reforman
los artículos 2 y 3 de la Ley del Sistema de Horario en los Estados Unidos
Mexicanos, publicado por el Diario Oficial de la Federación, 31/01/2015)
La cantidad de electricidad ahorrada por esta
medida ha sido cuantificada por el Fideicomiso para el Ahorro de Electricidad (http://www.fide.org.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=102&Itemid=190): En 1996, que empezó, se ahorraron 943 GWH al
año; en 2000, 1181; en 2005, 1301; y en 2014, 1123. De manera completa, los
resultados de ahorro logrados en 2014 son 1122.8 GWh en consumo; 888 MW en
demanda; $1,499 millones de pesos; 1.4 millones de barriles de petróleo no
consumidos; y 546,000 toneladas de carbono equivalentes no emitidas. El ahorro de energía
sería suficiente para abastecer el consumo eléctrico de 646 mil casas
habitación durante todo un año (con un consumo promedio 289 kWh al bimestre). O
al consumo de energía de 10 millones de focos ahorradores prendidos las 24
horas durante un año.
En Morelos, debemos difundir
los beneficios de este programa, que causa molestias menores a personas
sensibles durante los primeros días de su aplicación. También, debemos aplicar otras
medidas para hacer un uso y consumo más eficiente y menos dañino con el
ambiente de la energía; así como impulsar decididamente la transición
energética, de los hidrocarburos a las energías renovables.