La estrecha
vinculación de los problemas socioambientales que caracterizan la grave situación
de emergencia planetaria reduce la efectividad de su tratamiento por separado
realizado por distintas disciplinas, por lo que se precisa una nueva área de
conocimientos, una Ciencia de la Sustentabilidad, que integre campos
aparentemente tan alejados como, por ejemplo, el de la economía, el del estudio
de la biodiversidad y el de la eficiencia energética, pero que tienen en común
el referirse a acciones humanas que afectan a la naturaleza. Se hace evidente,
pues, la necesidad de abordar globalmente, sin reduccionismos, el sistema cada
vez más complejo constituido por las sociedades humanas y los sistemas
naturales con los que interaccionan y de los que, en definitiva, forma parte.
Amparo
Vilches, Óscar Macías y Daniel Gil Pérez escribieron el documento “La
transición a la sostenibilidad: un desafío urgente para la ciencia, la
educación y la acción ciudadana. Temas claves de reflexión y acción”
(Documentos de trabajo de Iberciencia, No. 1, ISBN 978-84-7666-204-5). El
objetivo del documento es hacer un llamado
a los educadores de todas áreas y niveles, tanto de la educación formal (desde
la Escuela Primaria a la Universidad) como no reglada (museos, medios de
comunicación), para que se contribuya a formar ciudadanas y ciudadanos conscientes
de los graves problemas socioambientales a los que se enfrenta hoy la humanidad
y prepararlos para participar en la toma de decisiones fundamentadas que hagan
posible la transición a la sustentabilidad.
Análisis científicos han
caracterizando a la situación actual del mundo por su insostenibilidad;
es decir, por acercarse peligrosamente e incluso superar los límites del
planeta, señalan los autores:
Es insostenible el actual
ritmo de utilización de todo tipo de recursos esenciales, desde los energéticos
a los bancos de pesca, los bosques, las reservas de agua dulce y el mismo suelo
cultivable. Un ritmo muy superior al de su regeneración, cuando son renovables,
o al de su sustitución por otros que sí lo sean.
Es insostenible el ritmo
de producción de residuos contaminantes, muy superior al de la capacidad del
planeta para digerirlos: una contaminación multiforme y sin fronteras que
envenena suelos, ríos, mares y aire y afecta ya a todos los ecosistemas,
contribuyendo a la destrucción de los recursos.
Es insostenible, en
particular, el acelerado incremento de gases de efecto invernadero, que está
provocando un desarreglo climático, visible ya, entre otras muchas
consecuencias, en la rápida disminución de las llamadas nieves perpetuas (la más
importante reserva de agua dulce con la que cuentan miles de millones de seres
humanos) y en el aumento de la frecuencia e intensidad de fenómenos atmosféricos
extremos (huracanes, inundaciones, sequías e incendios); y el cambio climático
contribuye así a un proceso de degradación generalizada que corre el riesgo de
llegar a ser irreversible, haciendo inhabitable la Tierra para la especie
humana.
Es insostenible el
proceso de urbanización acelerada y desordenada que potencia los efectos de la
contaminación (a causa del transporte, calefacción, acumulación de residuos,
etc.) y el agotamiento de recursos con la destrucción de terrenos agrícolas, el
aumento de los tiempos de desplazamiento y consiguiente mayor consumo de
recursos energéticos.
Es insostenible el
crecimiento explosivo de la población mundial, que puede estar ya cerca de
sobrepasar la capacidad de carga del planeta: la especie humana acapara ya casi
tanta producción fotosintética como la totalidad de las restantes especies, y
su huella ecológica (es decir, el área de territorio ecológicamente productivo
necesaria para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos
producidos por una población dada) ha superado ampliamente la biocapacidad del
planeta.
Es insostenible la
acelerada pérdida de biodiversidad, que obliga a hablar de una sexta gran
extinción ya en marcha, que amenaza con romper los equilibrios de la biosfera y
arrastrar a la propia especie humana, causante de esta extinción.
Es insostenible e
inaceptable el desequilibrio entre una quinta parte de la humanidad impulsada
al hiperconsumo y miles de millones de personas que sufren hambre y
condiciones de vida insoportables. Baste señalar que los 20 países más ricos
del mundo han consumido en el último siglo más naturaleza, es decir, más
materia prima y más recursos energéticos no renovables, que toda la humanidad a
lo largo de su historia y prehistoria, mientras que para 1500 millones de seres
humanos, que viven con menos de un dólar al día, aumentar su consumo es
cuestión de vida o muerte y un derecho básico.
Es insostenible, en
definitiva, un sistema socioeconómico que apuesta por el crecimiento económico
indefinido en un planeta finito y que es responsable de estos y otros problemas
igualmente graves, como la pérdida de diversidad cultural, garantía de la
pluralidad de respuestas a los retos a que se enfrenta la humanidad (o los
conflictos y violencias causados por la competitividad, por el afán de
controlar los recursos energéticos y otras materias primas y, en definitiva,
por la destructiva anteposición de intereses particulares a la cooperación en
beneficio de todos.
La
estrecha vinculación de los problemas socioambientales que caracterizan la
grave situación de emergencia planetaria reduce la efectividad de su
tratamiento por separado realizado por distintas disciplinas, por lo que los
autores consideran que se precisa una nueva área de conocimientos, una Ciencia
de la Sustentabilidad, que integre campos aparentemente tan alejados como,
por ejemplo, el de la economía, el del estudio de la biodiversidad y el de la
eficiencia energética, pero que tienen en común el referirse a acciones humanas
que afectan a la naturaleza.
La
Ciencia de la Sostenibilidad está experimentando un impresionante desarrollo en
torno a un conjunto de preguntas clave, muchas de las cuales aparecen explícitamente
formuladas en diversos documentos “fundacionales” de la nueva área. Los autores
las sintetizan a continuación en un orden que, por supuesto, no responde a
ninguna jerarquización: ¿Cuáles son los problemas a los que se enfrenta hoy
la humanidad y cuáles son sus vinculaciones? ¿Por qué una Ciencia de la
Sostenibilidad si de esta problemática ya se vienen ocupando distintas ciencias?
¿Qué se gana con ello? ¿En qué consiste la Ciencia de la Sustentabilidad? y ¿Cuáles
son las interacciones naturaleza-sociedad que intentan clarificar la especificidad de
la nueva ciencia?
La Ciencia de la Sustentabilidad
es un campo definido por los problemas que aborda más que por las disciplinas
que emplea, indican los autores y los trabajos de transición a la Sustentabilidad
abordan cuestiones como las siguientes: Necesidad y posibilidad de la transición
a la Sustentabilidad; Necesidad de una visión global de objetivos básicos para
el Desarrollo Sustentable; Combatir los desequilibrios y discriminaciones;
Regeneración ambiental; Transición a una economía sustentable; Transición energética;
Consumo responsable; Transición demográfica; Transición educativa y cultural;
Transición de la forma de investigación para incorporar la inter y
transdisciplinariedad; Transición de la gobernanza y toma de decisiones; y
Evaluación de la transición a la Sustentabilidad.
En Morelos debemos reconocer que la
esencia de la Ciencia de la Sustentabilidad reside en la exigencia de
interdisciplinariedad, transdisciplinariedad y planteamientos glocales en una
perspectiva amplia, que impregne el trabajo de los profesionales de cualquier área,
la enseñanza de las diferentes disciplinas, la educación ciudadana y la acción
política que ha de orientar el desarrollo social. Necesitamos un auténtico
cambio de paradigma que afecte al conjunto de las actividades sociales. Solo así
será posible avanzar en la transición a la sustentabilidad al ritmo que la
gravedad de la situación lo requiere.