La movilidad de las personas, en la mayoría de los países del mundo, se ha basado en el automóvil. Como hemos escrito anteriormente, el automóvil es una de las tecnologías claves del siglo XX y su uso ha marcado el desarrollo de nuestras zonas urbanas y las conexiones entre ellas. La mayoría de los autos son ya conducidos en ciudades y el proceso de urbanización va en aumento en todo el mundo. En 1950, la ciudad de Nueva York era la única con 10 millones de habitantes y hoy hay 25 mega ciudades que en su mayoría están en países en desarrollo. En las próximas décadas habrá más y estarán particularmente en Asia y África. Se estima hay en el mundo 800 millones de autos y se esperan mil millones en el año 2020.
Ryan Chin, estudiante de doctorado en el Grupo de Investigación de Ciudades Inteligentes, en el Media Lab del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT-ML, por sus siglas en inglés), publicó un artículo sobre el diseño de un posible auto sustentable para 2020, en el número de julio-agosto de 2010 de la revista The Futurist, de la Sociedad Mundial del Futuro (WFS, por sus siglas en inglés). Establece que "para hacer el coche del futuro, es necesario hacer la ciudad del futuro". La tendencia en el crecimiento del auto del presente no es sustentable por su ineficiencia energética, contaminación ambiental al usar hidrocarburos, falta de combustibles en el futuro cercano y congestionamientos de tránsito de mayor duración.
Establece las características principales del auto promedio del presente: pesa 20 veces lo que su conductor; ocupa un área 15 veces mayor que un sillón; si consideramos todos los espacios que necesitan los coches, el área necesaria es de 120 metros cuadrados por auto; puede viajar 450 kilómetros con un tanque lleno; va de 0 a 100 kilómetros por hora en 10 segundos para ciudades cuya velocidad promedio de viaje es de 12 kilómetros por hora; su eficiencia es de 15 por ciento al transformar energía química a energía de movimiento; los pocos coches eléctricos que existen tienen una eficiencia del 90 por ciento; los choferes son humanos con ciertos equipos electrónicos que los ayudan a conducir mejor; en Estados Unidos hay más de 50 mil muertos por accidentes de tránsito y los conductores pasan más de 50 horas al año sentados en el tráfico; está diseñado para propiedad privada, y si sólo viaja dos horas al día yendo de casa al trabajo y regreso, siendo útil sólo el 8 por ciento del día.
Asimismo, propone las características esperadas del auto promedio del año 2020: más ligero, pequeño y eficiente, al utilizar materiales compósitos; autonomías de 150 kilómetros y redes de carga a 110 volts en el caso de eléctricos; baterías avanzadas, por ejemplo de nanofosfatos de iones de litio, con tiempos de recarga menores a 10 minutos; contará con sistemas de navegación que permitirán manejo con piloto automático en calles congestionadas a baja velocidad, y habrá sistemas de renta de coches públicos por tiempos cortos en diferentes sitios de la ciudad.
Desde 2003, el Grupo de investigación sobre Ciudades Inteligentes del MIT-ML ha desarrollado soluciones para atacar directamente los problemas del auto del presente: el CityCar, que utiliza motores eléctricos integrados en cada una de las cuatro ruedas y además tienen incorporados el sistema de frenado y la suspensión; que tiene un radio de giro de cero ya que gira sobre su propio eje; que puede moverse de lado; que elimina la transmisión y la caja de velocidades; que se puede doblar a la mitad para ocupar menos espacio estacionado; pesa 300 kilos por lo que es muy eficiente, y se estaciona de frente a la banqueta, así los dos pasajeros pueden descender de manera segura.
También, han creado en nuevo modelo de uso compartido, llamado de Movilidad en Demanda, que utilizaría una flotilla de estos vehículos distribuidos en estaciones de carga que estarían por toda la ciudad, como el sistema de bicicletas compartidas que existen en varias ciudades. Para completar el llamado último kilómetro de viaje, se podrían rentar bicis eléctricas o motonetas entre el sitio de distribución y el trabajo o la casa.
En 2020, Ryan Chin espera que el cambio entre el automóvil privado de gasolina y los vehículos eléctricos compartidos esté muy avanzado. Ahora, ya se tienen la mayoría de las tecnologías necesarias para construir masivamente el CityCar: motores eléctricos muy eficientes, capacidad computacional, nuevas baterías, comunicaciones inalámbricas, sensores avanzados y sistemas GPS.
¿Qué falta? La voluntad de romper con nuestras ideas preconcebidas y embarcarnos decididamente en estas nuevas maneras de pensar.
30 ago 2010
23 ago 2010
Importancia de la Estrategia Nacional de Energía 2010
La planeación del sector energético mexicano ha sido muy deficiente. La Comisión Federal de Electricidad hace sus planes operativos con un horizonte de diez años, Petróleos Mexicanos lleva a cabo un ejercicio prospectivo a cinco años y los institutos de Investigaciones Eléctricas, Mexicano del Petróleo y Nacional de Investigaciones Nucleares, hacen ejercicios teóricos de planeación estratégica para alinearse con objetivos de largo plazo deseados por sus juntas directivas. Por supuesto, ninguna de estas instituciones considera las capacidades y el desarrollo posible de las otras, todas operan y planean de forma independiente. La Secretaría de Energía ha tenido un papel de acompañamiento, cuando debería ser rector.
Con las nuevas leyes promulgadas para el sector energía en los años de 2008 y 2009, se pretende subsanar varias de las anomalías mencionadas; en particular, la necesaria coordinación de todos los actores, bajo una visión común. La actual Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, en su artículo 33, establece que el Ejecutivo federal enviará al H. Congreso de la Unión, en el mes de febrero de cada año, para su ratificación en un máximo de 30 días, la Estrategia Nacional de Energía (ENE) con un horizonte de quince años, elaborada con la participación del Consejo Nacional de Energía. Así, en febrero de este año, la Secretaría de Energía por primera vez publicó la ENE 2010 con una visión a 2024. Tiene tres ejes rectores: seguridad energética, eficiencia económica y productiva, y sustentabilidad ambiental.
A partir de estos ejes rectores se han establecido nueve objetivos que pretenden asegurar que este sector evolucione hacia una operación segura, eficiente y sustentable, y que responda a las necesidades energéticas y de crecimiento económico y desarrollo social del país. Estos objetivos son: restituir reservas; revertir la declinación en la producción de crudo y mantener la producción de gas; diversificar las fuentes de energía, incrementando la participación de las tecnologías libres; incrementar los niveles de eficiencia en el consumo de energía; reducir el impacto ambiental del sector energético; operar de manera eficiente, confiable y segura la infraestructura energética; ejecutar oportunamente las inversiones necesarias en capacidad de procesamiento para reducir el costo de suministro de energéticos; fortalecer la red de transporte, almacenamiento y distribución de gas y petrolíferos; proveer de energéticos de calidad y a precios competitivos a los centros de población marginados del país, y promover el desarrollo tecnológico y de capital humano para el sector de energía.
Establece metas a 2024, comparando las tendenciales con las esperadas si todos los actores involucrados en el sector energía cumplen con las líneas de acción propuestas: la producción de crudo pasaría de 2.2 a 3.3 millones de barriles de petróleo por día; el nivel de restitución anual de reservas probadas incrementaría del 70 al 100 por ciento; el margen de reserva para suministro de gasolinas aumentaría de 10 a 15 por ciento; el Sistema Nacional de Refinación pasaría del cuarto al segundo cuartil de desempeño operativo respecto a estándares internacionales; el margen de reserva de capacidad de generación de electricidad disminuiría del 27 al 22 por ciento; las pérdidas de electricidad llegarían a niveles comparables con estándares internacionales al pasar del 28 y 11 al 8 por ciento, en la zona centro y el resto del país, respectivamente; el nivel de electrificación del país se elevaría al pasar del 97.3 al 98.5 por ciento de la población; el aprovechamiento del gas natural se incrementaría a estándares internacionales al pasar del 90.2 al 99.5 por ciento; la participación de tecnologías limpias en el parque de generación pasarían del 25 al 35 por ciento, y el máximo del potencial de ahorro en el consumo final de energía (electricidad y combustibles) que se alcanzaría es de 280 TWH.
También, se establecen los factores claves para alcanzar cada meta. Por ejemplo, asignación oportuna de recursos financieros y físicos, coordinación con autoridades y gobiernos locales y estatales, adopción de tecnologías de punta, descubrimiento de nuevos yacimientos, desarrollo comercial exitoso de reservas, y sistema adecuado de precios y tarifas.
La pregunta obligada es: si el orden en la escritura del documento de la Estrategia Nacional Energética 2010 se cambiara y en la primera página estuviera la descripción de estos factores claves, ¿hubiera alguien continuado con la lectura de la segunda y subsecuentes páginas?
Con las nuevas leyes promulgadas para el sector energía en los años de 2008 y 2009, se pretende subsanar varias de las anomalías mencionadas; en particular, la necesaria coordinación de todos los actores, bajo una visión común. La actual Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, en su artículo 33, establece que el Ejecutivo federal enviará al H. Congreso de la Unión, en el mes de febrero de cada año, para su ratificación en un máximo de 30 días, la Estrategia Nacional de Energía (ENE) con un horizonte de quince años, elaborada con la participación del Consejo Nacional de Energía. Así, en febrero de este año, la Secretaría de Energía por primera vez publicó la ENE 2010 con una visión a 2024. Tiene tres ejes rectores: seguridad energética, eficiencia económica y productiva, y sustentabilidad ambiental.
A partir de estos ejes rectores se han establecido nueve objetivos que pretenden asegurar que este sector evolucione hacia una operación segura, eficiente y sustentable, y que responda a las necesidades energéticas y de crecimiento económico y desarrollo social del país. Estos objetivos son: restituir reservas; revertir la declinación en la producción de crudo y mantener la producción de gas; diversificar las fuentes de energía, incrementando la participación de las tecnologías libres; incrementar los niveles de eficiencia en el consumo de energía; reducir el impacto ambiental del sector energético; operar de manera eficiente, confiable y segura la infraestructura energética; ejecutar oportunamente las inversiones necesarias en capacidad de procesamiento para reducir el costo de suministro de energéticos; fortalecer la red de transporte, almacenamiento y distribución de gas y petrolíferos; proveer de energéticos de calidad y a precios competitivos a los centros de población marginados del país, y promover el desarrollo tecnológico y de capital humano para el sector de energía.
Establece metas a 2024, comparando las tendenciales con las esperadas si todos los actores involucrados en el sector energía cumplen con las líneas de acción propuestas: la producción de crudo pasaría de 2.2 a 3.3 millones de barriles de petróleo por día; el nivel de restitución anual de reservas probadas incrementaría del 70 al 100 por ciento; el margen de reserva para suministro de gasolinas aumentaría de 10 a 15 por ciento; el Sistema Nacional de Refinación pasaría del cuarto al segundo cuartil de desempeño operativo respecto a estándares internacionales; el margen de reserva de capacidad de generación de electricidad disminuiría del 27 al 22 por ciento; las pérdidas de electricidad llegarían a niveles comparables con estándares internacionales al pasar del 28 y 11 al 8 por ciento, en la zona centro y el resto del país, respectivamente; el nivel de electrificación del país se elevaría al pasar del 97.3 al 98.5 por ciento de la población; el aprovechamiento del gas natural se incrementaría a estándares internacionales al pasar del 90.2 al 99.5 por ciento; la participación de tecnologías limpias en el parque de generación pasarían del 25 al 35 por ciento, y el máximo del potencial de ahorro en el consumo final de energía (electricidad y combustibles) que se alcanzaría es de 280 TWH.
También, se establecen los factores claves para alcanzar cada meta. Por ejemplo, asignación oportuna de recursos financieros y físicos, coordinación con autoridades y gobiernos locales y estatales, adopción de tecnologías de punta, descubrimiento de nuevos yacimientos, desarrollo comercial exitoso de reservas, y sistema adecuado de precios y tarifas.
La pregunta obligada es: si el orden en la escritura del documento de la Estrategia Nacional Energética 2010 se cambiara y en la primera página estuviera la descripción de estos factores claves, ¿hubiera alguien continuado con la lectura de la segunda y subsecuentes páginas?
16 ago 2010
Trascender a la basura en 30 años
Como mencionamos en la entrega anterior, la transición entre la administración de la basura, restringida a su recolección y disposición, a un manejo integrado de la gestión de desechos, que debe atender cinco componentes claves: Reducir, Reusar, Recuperar, Reciclar y tratar los Residuos, requiere del esfuerzo comprometido de los sectores público, privado y social. El hecho de que la participación de los ciudadanos sea imprescindible ha causado a nuestros gobiernos estatal y municipal no afrontar directamente el problema. Además, alcanzar una situación de generar cero basura y que todos los desechos sean útiles es un problema de educación y capacitación de mediano y largo plazos. Es urgente ponernos ya en marcha y un buen ejemplo lo ha puesto el Estado de Washington, en Estados Unidos, al establecer en el año 2004 un plan de 30 años para trascender a los desechos.
El propósito de dicho plan, llamado Transcender los desechos, tiene como visión eliminar la mayoría de los desechos y de las substancias tóxicas y usar al resto de los desechos como recursos económicos o sociales. Su Departamento de Ecología desarrolló una serie de 16 indicadores que permiten conocer si las acciones tomadas están en la trayectoria deseada para alcanzar dicha visión. De 2004 a finales de 2009 ¿cómo van? Los indicadores que han mejorado son: el reciclado de desechos electrónicos aumentó de 30 a 45 por ciento; la generación de residuos tóxicos por dólar del producto interno del estado disminuyó en 50 por ciento; la concentración de mercurio en biosólidos disminuyó de cuatro partes por millón a sólo una y se ha estabilizado en los últimos años; el porcentaje de edificios verdes pasó de cuatro a 11 y para después bajar a ocho; la fracción de desechos sólidos que son reciclados pasó de 30 a 45 por ciento y se ha estabilizado; el reciclado de desechos orgánicos pasó de tres a 18 millones de toneladas por año y ha disminuido ligeramente; el riesgo de fugas de materiales tóxicos por los fabricantes bajó en un factor de cuatro y se ha estabilizado; la generación de desechos peligrosos disminuyó de 90 a 45 millones de kilos por año; el valor económico de los desechos sólidos recuperados anualmente pasó de 180 a 265 millones de dólares, y la fracción de pinturas recicladas pasó del 15 al 22 por ciento. Los indicadores que han permanecido estables son: la toxicidad de los pesticidas para jardinería a pesar de aumentar sus ventas, el reciclado de desechos peligrosos se ha mantenido constante en 50 millones de kilos por año, la cantidad de kilos de desechos generados por dólar del producto interno neto del Estado bajó ligeramente de seis a cinco, y la generación de desechos sólidos se ha mantenido en 16 millones de toneladas por año. Finalmente, los indicadores que necesitan mejorarse son: el índice del cambio climático del consumidor subió 10 por ciento y el índice de toxicidad ambiental del consumidor subió 10 por ciento.
Los beneficios de este Plan, como los establece el Departamento de Ecología del Estado de Washington en Estados Unidos, son: ahorra dinero a los ciudadanos, negocios y gobierno municipal, ya que los ciudadanos pagan menos por cobros relacionados con la basura y por bienes que no se necesitan, los gobiernos locales pueden invertir sus limitados recursos en reciclado y composteo más que en mantener rellenos sanitarios, y los negocios pueden gastar menos dinero en la disposición de desechos sólidos y tóxicos y en reducir las fugas de materiales tóxicos al ambiente; crea más y mejores empleos, ya que hacer reciclado y composteo son trabajos más limpios que los de los rellenos sanitarios y se necesitan más trabajadores; protege al ambiente, ya que hacer compostas, construir edificaciones verdes y reusar desechos reduce el consumo de energía y la emisión de gases de efecto invernadero comparado con extraer nuevos materiales y manufacturar nuevos productos; cuida nuestra salud, ya que reduce o limita la exposición a elementos tóxicos en el agua y la atmósfera; y aumenta las ganancias de las empresas particularmente en el largo plazo, ya que el consumidor prefiere empresas responsables, las reglas internacionales son más estrictas y es necesario menos entrenamiento para nuevos empleados al querer permanecer en sus puestos.
En este plan existen cinco iniciativas: actuar con las empresas, reducir los desechos y materiales tóxicos de pequeño volumen, aumentar el reciclado de materiales orgánicos, impulsar fuertemente la construcción, operación y retiro de edificios verdes, y medir el progreso hacia los objetivos originales.
Cada iniciativa tiene sus metas a 30 años y recomendaciones para ser monitoreadas cada cinco años.
En Morelos sí es posible diseñar e implantar un programa gubernamental de estas características con la colaboración de los ciudadanos, los empresarios, los industriales y las instituciones de investigación, y además contar con el poder legislativo para que establezca las normas que aseguren su cumplimiento. Continuar con la tendencia en la administración de la basura es atentar contra la salud y el bienestar de los morelenses, y mostraría una incapacidad de los gobernantes y los legisladores para dar pasos en el camino del desarrollo sustentable.
El propósito de dicho plan, llamado Transcender los desechos, tiene como visión eliminar la mayoría de los desechos y de las substancias tóxicas y usar al resto de los desechos como recursos económicos o sociales. Su Departamento de Ecología desarrolló una serie de 16 indicadores que permiten conocer si las acciones tomadas están en la trayectoria deseada para alcanzar dicha visión. De 2004 a finales de 2009 ¿cómo van? Los indicadores que han mejorado son: el reciclado de desechos electrónicos aumentó de 30 a 45 por ciento; la generación de residuos tóxicos por dólar del producto interno del estado disminuyó en 50 por ciento; la concentración de mercurio en biosólidos disminuyó de cuatro partes por millón a sólo una y se ha estabilizado en los últimos años; el porcentaje de edificios verdes pasó de cuatro a 11 y para después bajar a ocho; la fracción de desechos sólidos que son reciclados pasó de 30 a 45 por ciento y se ha estabilizado; el reciclado de desechos orgánicos pasó de tres a 18 millones de toneladas por año y ha disminuido ligeramente; el riesgo de fugas de materiales tóxicos por los fabricantes bajó en un factor de cuatro y se ha estabilizado; la generación de desechos peligrosos disminuyó de 90 a 45 millones de kilos por año; el valor económico de los desechos sólidos recuperados anualmente pasó de 180 a 265 millones de dólares, y la fracción de pinturas recicladas pasó del 15 al 22 por ciento. Los indicadores que han permanecido estables son: la toxicidad de los pesticidas para jardinería a pesar de aumentar sus ventas, el reciclado de desechos peligrosos se ha mantenido constante en 50 millones de kilos por año, la cantidad de kilos de desechos generados por dólar del producto interno neto del Estado bajó ligeramente de seis a cinco, y la generación de desechos sólidos se ha mantenido en 16 millones de toneladas por año. Finalmente, los indicadores que necesitan mejorarse son: el índice del cambio climático del consumidor subió 10 por ciento y el índice de toxicidad ambiental del consumidor subió 10 por ciento.
Los beneficios de este Plan, como los establece el Departamento de Ecología del Estado de Washington en Estados Unidos, son: ahorra dinero a los ciudadanos, negocios y gobierno municipal, ya que los ciudadanos pagan menos por cobros relacionados con la basura y por bienes que no se necesitan, los gobiernos locales pueden invertir sus limitados recursos en reciclado y composteo más que en mantener rellenos sanitarios, y los negocios pueden gastar menos dinero en la disposición de desechos sólidos y tóxicos y en reducir las fugas de materiales tóxicos al ambiente; crea más y mejores empleos, ya que hacer reciclado y composteo son trabajos más limpios que los de los rellenos sanitarios y se necesitan más trabajadores; protege al ambiente, ya que hacer compostas, construir edificaciones verdes y reusar desechos reduce el consumo de energía y la emisión de gases de efecto invernadero comparado con extraer nuevos materiales y manufacturar nuevos productos; cuida nuestra salud, ya que reduce o limita la exposición a elementos tóxicos en el agua y la atmósfera; y aumenta las ganancias de las empresas particularmente en el largo plazo, ya que el consumidor prefiere empresas responsables, las reglas internacionales son más estrictas y es necesario menos entrenamiento para nuevos empleados al querer permanecer en sus puestos.
En este plan existen cinco iniciativas: actuar con las empresas, reducir los desechos y materiales tóxicos de pequeño volumen, aumentar el reciclado de materiales orgánicos, impulsar fuertemente la construcción, operación y retiro de edificios verdes, y medir el progreso hacia los objetivos originales.
Cada iniciativa tiene sus metas a 30 años y recomendaciones para ser monitoreadas cada cinco años.
En Morelos sí es posible diseñar e implantar un programa gubernamental de estas características con la colaboración de los ciudadanos, los empresarios, los industriales y las instituciones de investigación, y además contar con el poder legislativo para que establezca las normas que aseguren su cumplimiento. Continuar con la tendencia en la administración de la basura es atentar contra la salud y el bienestar de los morelenses, y mostraría una incapacidad de los gobernantes y los legisladores para dar pasos en el camino del desarrollo sustentable.
11 ago 2010
Eliminación de la basura
La administración de la basura proveniente de las casas, comercios e industrias es uno de los problemas más importantes que tienen asignados por ley los municipios. Su acumulación en calles o depósitos abiertos causa graves problemas de salud, ambientales, de seguridad, económicos y sociales. Ya en 1999 el Instituto Nacional de Ecología (INE), recomendaba transitar de un enfoque centrado en la recolección y disposición de la basura a un manejo integrado de la gestión de desechos, que requiere atención a cinco componentes claves: Reducir, Reusar, Recuperar, Reciclar y tratar los Residuos. Desafortunadamente, la mayoría los municipios en México y Morelos no han cambiado su enfoque, aunque ahora cambien el nombre a la basura por desechos sólidos municipales.
Sin embargo, es posible establecer un sistema integrado y sustentable para el manejo de los desechos urbanos (ISWMS, por sus siglas en inglés), como lo impulsa el Programa de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, con recomendaciones presentadas por Waste, empresa privada con base en Holanda. Es integrado porque utiliza todo el rango de opciones para la colecta y tratamiento en sus diferentes escalas en el hábitat (inmueble, vecindario y ciudad); al hacer participar a todos los actores involucrados, ya sean gubernamentales o no, formales o informales, orientados a las ganancias o no, y al considerar las interacciones entre el sistema de gestión de desechos y otros sistemas urbanos. Y debe ser sustentable porque es apropiado a las condiciones locales donde opera, desde perspectivas técnicas, sociales, económicas, financieras, institucionales y ambientales.
Cada tipo de hábitat tiene sus propios subsistemas de recolección y disposición y de recuperación de recursos. Para la recolección y disposición, al inmueble, como fuente generadora, le corresponde almacenar, al vecindario le corresponde recolección primaria y almacenaje temporal, y a la ciudad le corresponde recolección secundaria, almacenaje de transferencia, recolección terciaria y disposición final y tratamiento. Para la recuperación de recursos, al inmueble le corresponde la prevención y separación y reuso local; al vecindario le corresponde recolección primaria, selección y pretratamiento, reuso, reciclado y composteo, y a la ciudad le corresponde selección y pretratamiento, recolección secundaria, reuso, reciclado y composteo.
Para la puesta en marcha de un ISWMS es imprescindible conocer a los actores involucrados, todos aquellos grupos e individuos que tienen intereses, generalmente muy diversos, en su gestión. Un análisis de actores, definiendo sus roles e intereses es un prerrequisito. Usualmente, dichos actores se pueden clasificar en tres sectores: la comunidad, que quiere disponer de los desechos que genera; el público, que es responsable de la limpieza y la higiene pública, y el privado, que son las compañías formales o no interesadas en la gestión.
Los actores pueden tener un amplio rango de papeles: residentes, separando los desechos en su casa y poniéndolos en la banqueta para recolección; administradores comunitarios, participando en el diseño de los servicios, reclutando trabajadores y estableciendo las tarifas de uso; clientes, pagando por los servicios; y monitores, que supervisan la operación de los servicios. De suma importancia es la participación de las organizaciones comunitarias, las organizaciones no gubernamentales, los centros de investigación y las universidades. El involucramiento de todos los actores es fundamental ya que se logrará un comportamiento más responsable, un mejor cuidado del ambiente y una mayor voluntad por los usuarios para pagar, entre otros beneficios.
Como cualquier sistema requiere de un conjunto de indicadores de desempeño para identificar si se cumplirán o no los objetivos y metas establecidos; por ejemplo, los técnicos, cantidad de desechos recolectados por área de la ciudad, durabilidad del equipo, existencia de un sistema separado para desechos peligrosos, mecanismos de mantenimiento preventivo; los ambientales, cantidad y porcentaje de desechos reciclados, extensión de la contaminación en aire, suelo y agua, cantidad de energía y recursos naturales ahorrados por reciclar; los financieros, nivel del costo de recuperación, costo total de los servicios prestados, productividad de los trabajadores; los socioeconómicos, porcentaje de la cobertura del servicio, condiciones de trabajo, satisfacción de los usuarios por área; los institucionales, grado de formalización del sector informal, éxito de mecanismos de retroalimentación para los ciudadanos; y los administrativos, grado de descentralización de la toma de decisiones y de manejo de los fondos y monto del presupuesto municipal, estatal y federal dedicado a la gestión de los desechos sólidos urbanos.
Hace cuatro años los gobiernos municipal y estatal se equivocaron y establecieron un manejo económico de la basura: recolectarla y depositarla. Hoy, deben tomar la oportunidad de implantar un sistema integral y sustentable para la gestión de los desechos sólidos urbanos. Muchas ciudades del mundo lo están haciendo.
Sin embargo, es posible establecer un sistema integrado y sustentable para el manejo de los desechos urbanos (ISWMS, por sus siglas en inglés), como lo impulsa el Programa de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, con recomendaciones presentadas por Waste, empresa privada con base en Holanda. Es integrado porque utiliza todo el rango de opciones para la colecta y tratamiento en sus diferentes escalas en el hábitat (inmueble, vecindario y ciudad); al hacer participar a todos los actores involucrados, ya sean gubernamentales o no, formales o informales, orientados a las ganancias o no, y al considerar las interacciones entre el sistema de gestión de desechos y otros sistemas urbanos. Y debe ser sustentable porque es apropiado a las condiciones locales donde opera, desde perspectivas técnicas, sociales, económicas, financieras, institucionales y ambientales.
Cada tipo de hábitat tiene sus propios subsistemas de recolección y disposición y de recuperación de recursos. Para la recolección y disposición, al inmueble, como fuente generadora, le corresponde almacenar, al vecindario le corresponde recolección primaria y almacenaje temporal, y a la ciudad le corresponde recolección secundaria, almacenaje de transferencia, recolección terciaria y disposición final y tratamiento. Para la recuperación de recursos, al inmueble le corresponde la prevención y separación y reuso local; al vecindario le corresponde recolección primaria, selección y pretratamiento, reuso, reciclado y composteo, y a la ciudad le corresponde selección y pretratamiento, recolección secundaria, reuso, reciclado y composteo.
Para la puesta en marcha de un ISWMS es imprescindible conocer a los actores involucrados, todos aquellos grupos e individuos que tienen intereses, generalmente muy diversos, en su gestión. Un análisis de actores, definiendo sus roles e intereses es un prerrequisito. Usualmente, dichos actores se pueden clasificar en tres sectores: la comunidad, que quiere disponer de los desechos que genera; el público, que es responsable de la limpieza y la higiene pública, y el privado, que son las compañías formales o no interesadas en la gestión.
Los actores pueden tener un amplio rango de papeles: residentes, separando los desechos en su casa y poniéndolos en la banqueta para recolección; administradores comunitarios, participando en el diseño de los servicios, reclutando trabajadores y estableciendo las tarifas de uso; clientes, pagando por los servicios; y monitores, que supervisan la operación de los servicios. De suma importancia es la participación de las organizaciones comunitarias, las organizaciones no gubernamentales, los centros de investigación y las universidades. El involucramiento de todos los actores es fundamental ya que se logrará un comportamiento más responsable, un mejor cuidado del ambiente y una mayor voluntad por los usuarios para pagar, entre otros beneficios.
Como cualquier sistema requiere de un conjunto de indicadores de desempeño para identificar si se cumplirán o no los objetivos y metas establecidos; por ejemplo, los técnicos, cantidad de desechos recolectados por área de la ciudad, durabilidad del equipo, existencia de un sistema separado para desechos peligrosos, mecanismos de mantenimiento preventivo; los ambientales, cantidad y porcentaje de desechos reciclados, extensión de la contaminación en aire, suelo y agua, cantidad de energía y recursos naturales ahorrados por reciclar; los financieros, nivel del costo de recuperación, costo total de los servicios prestados, productividad de los trabajadores; los socioeconómicos, porcentaje de la cobertura del servicio, condiciones de trabajo, satisfacción de los usuarios por área; los institucionales, grado de formalización del sector informal, éxito de mecanismos de retroalimentación para los ciudadanos; y los administrativos, grado de descentralización de la toma de decisiones y de manejo de los fondos y monto del presupuesto municipal, estatal y federal dedicado a la gestión de los desechos sólidos urbanos.
Hace cuatro años los gobiernos municipal y estatal se equivocaron y establecieron un manejo económico de la basura: recolectarla y depositarla. Hoy, deben tomar la oportunidad de implantar un sistema integral y sustentable para la gestión de los desechos sólidos urbanos. Muchas ciudades del mundo lo están haciendo.
2 ago 2010
Las cifras del desempleo
Es importante saber si el número de empleos perdidos por la crisis económico de 2009 se ha recuperado o no, ya que el empleo es uno de los elementos fundamentales del bienestar del individuo y de la sociedad. Además, es el empleo bien remunerado lo que importa: ¿se obtiene o no suficiente dinero para tener una calidad de vida satisfactoria? El discurso oficial, a niveles federal y estatal, dice que ya nos recuperamos de dicha crisis; veamos que indican las cifras oficiales.
La visión neoclásica de la economía, que impera actualmente, define al trabajador como un individuo que realiza una cierta actividad productiva por la que recibe un salario, que es el precio del trabajo en el mercado laboral. El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), ha establecido la relación de personas con empleo en México. Si consideramos como base el censo del año 2000 y suponemos que la población total es de 100 millones de personas, entonces 27 millones tienen menos de 12 años y 73 millones tiene 12 años y más de edad. De estos últimos, 56 por ciento son personas económicamente activas (PEA) y 44 por ciento son económicamente inactivas (PEI). De la PEA, tienen empleo formal sólo el 38 por ciento, empleo informal 60 por ciento y están desempleados el 2 por ciento. Esto implica que en México tiene empleo formal menos del 16 por ciento de la población con edades de 12 años y mayores. Y recordemos que empleo formal es cuando el trabajador disfruta de seguridad social.
Las cifras que se utilizan para analizar la evolución del empleo en México son las generadas por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), contabilizan a los trabajadores permanentes y eventuales urbanos (TPEU) que son las personas afiliadas al IMSS y que tienen una relación laboral de subordinación con un patrón (no se incluye a los trabajadores eventuales del campo).
El truco para decir que se han generado muchos empleos y que ya salimos, o estamos saliendo, de la crisis del año 2009 es comparar el valor actual, nacional o estatal, del TPEU con su valor en el momento más grave de la crisis, los meses de mayo a agosto de 2009. Sin embargo, lo importante es conocer si ya recuperamos el nivel de empleos que teníamos antes de la crisis, que corresponde a octubre de 2008, y el Reporte de Gestión Nacional Número 50 del IMSS nos proporciona esta información.
A nivel nacional, el número de TPEU al 30 de junio de 2010 es de 14 millones 394 mil 654 mientras que al 31 de octubre de 2008 era de 14 millones 475 mil 835, por lo que faltan por crear 81 mil 181 empleos permanentes y eventuales urbanos. El número de trabajadores permanentes al 30 de junio de 2010 es de 12 millones 630 mil 229 mientras que al 30 de octubre de 2008 era de 12 millones 824 mil 701, por lo que faltan de crear 194,472 empleos permanentes. Y, por efecto de la crisis, el número de trabajadores eventuales urbanos ha crecido de manera continua, de un millón 639 mil 208 el 31 de octubre de 2008 a un millón 764 mil 425 el 30 de junio de 2010.
Con relación al Estado de Morelos, el Comunicado de la Coordinación de Comunicación Social 093 del IMSS, del viernes 2 de julio de 2010, y la Memoria Estadística 2009 del IMSS, establecen que al 30 de junio de 2010 había 170 mil 159 TPEU, de los cuales 148,837 eran permanentes y 21 mil 320 eran eventuales urbanos, mientras que al 31 de diciembre de 2008 había 165 mil 433 TPEU, de los cuales 147 mil 433 eran permanentes y 17 mil 899 eran eventuales urbanos, por lo que sí hay más empleos permanentes y eventuales urbanos que antes de la crisis, pero la participación de eventuales ha crecido del 11 al 13 por ciento y el aumento relativo ha sido del 1 por ciento de trabajadores permanentes y del 16 por ciento de trabajadores eventuales urbanos. Además, la tasa de crecimiento del TPEU en lo que va del año es menor en el Estado de Morelos que el promedio nacional, siendo de 3.58 por ciento y de 3.70 por ciento, respectivamente.
Adicionalmente, ¿qué pasa con los trabajadores eventuales del campo? La crisis económica de 2009 y la falta de apoyo constante resulta en un aumento permanente del número de estos eventuales: de diciembre de 2006 a diciembre de 2009, pasó de 103 mil 791 a 125 mil 123 y de junio de 2009 a junio de 2010 pasó de 77 mil 414 a 85 mil 601, considerando la variación estacional.
Finalmente, el INEGI a través de la Encuesta Nacional de Empleo y Ocupación señala que, en el primer trimestre de este año, el acceso al trabajo y la calidad de la ocupación es inferior en el Estado de Morelos que el promedio nacional, ya que la tasa ocupacional en el sector informal es del 32.26 por ciento en Morelos y del 28.58 por ciento en promedio nacional, y que el porcentaje de trabajadores sin acceso a prestaciones de Ley es de 53.28 por ciento en Morelos y del 40.17 por ciento en promedio nacional.
En resumen, la información oficial indica que el número de trabajadores en la economía formal a nivel nacional es menor ahora que antes de la crisis del 2009 y a nivel estatal sí se ha recuperado pero a costa de incrementar el número de trabajadores eventuales. También, el número de trabajadores eventuales en el campo aumenta de manera permanente. Además, el número de empleos informales es mayor al de empleos formales y la diferencia aumenta al pasar el tiempo. Finalmente, en Morelos el acceso al trabajo y la calidad de la ocupación están por debajo del promedio nacional.
Debemos cambiar el rumbo establecido de la economía nacional y estatal si queremos que cada mexicano cubra su mínimo de bienestar, es la única conclusión.
La visión neoclásica de la economía, que impera actualmente, define al trabajador como un individuo que realiza una cierta actividad productiva por la que recibe un salario, que es el precio del trabajo en el mercado laboral. El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), ha establecido la relación de personas con empleo en México. Si consideramos como base el censo del año 2000 y suponemos que la población total es de 100 millones de personas, entonces 27 millones tienen menos de 12 años y 73 millones tiene 12 años y más de edad. De estos últimos, 56 por ciento son personas económicamente activas (PEA) y 44 por ciento son económicamente inactivas (PEI). De la PEA, tienen empleo formal sólo el 38 por ciento, empleo informal 60 por ciento y están desempleados el 2 por ciento. Esto implica que en México tiene empleo formal menos del 16 por ciento de la población con edades de 12 años y mayores. Y recordemos que empleo formal es cuando el trabajador disfruta de seguridad social.
Las cifras que se utilizan para analizar la evolución del empleo en México son las generadas por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), contabilizan a los trabajadores permanentes y eventuales urbanos (TPEU) que son las personas afiliadas al IMSS y que tienen una relación laboral de subordinación con un patrón (no se incluye a los trabajadores eventuales del campo).
El truco para decir que se han generado muchos empleos y que ya salimos, o estamos saliendo, de la crisis del año 2009 es comparar el valor actual, nacional o estatal, del TPEU con su valor en el momento más grave de la crisis, los meses de mayo a agosto de 2009. Sin embargo, lo importante es conocer si ya recuperamos el nivel de empleos que teníamos antes de la crisis, que corresponde a octubre de 2008, y el Reporte de Gestión Nacional Número 50 del IMSS nos proporciona esta información.
A nivel nacional, el número de TPEU al 30 de junio de 2010 es de 14 millones 394 mil 654 mientras que al 31 de octubre de 2008 era de 14 millones 475 mil 835, por lo que faltan por crear 81 mil 181 empleos permanentes y eventuales urbanos. El número de trabajadores permanentes al 30 de junio de 2010 es de 12 millones 630 mil 229 mientras que al 30 de octubre de 2008 era de 12 millones 824 mil 701, por lo que faltan de crear 194,472 empleos permanentes. Y, por efecto de la crisis, el número de trabajadores eventuales urbanos ha crecido de manera continua, de un millón 639 mil 208 el 31 de octubre de 2008 a un millón 764 mil 425 el 30 de junio de 2010.
Con relación al Estado de Morelos, el Comunicado de la Coordinación de Comunicación Social 093 del IMSS, del viernes 2 de julio de 2010, y la Memoria Estadística 2009 del IMSS, establecen que al 30 de junio de 2010 había 170 mil 159 TPEU, de los cuales 148,837 eran permanentes y 21 mil 320 eran eventuales urbanos, mientras que al 31 de diciembre de 2008 había 165 mil 433 TPEU, de los cuales 147 mil 433 eran permanentes y 17 mil 899 eran eventuales urbanos, por lo que sí hay más empleos permanentes y eventuales urbanos que antes de la crisis, pero la participación de eventuales ha crecido del 11 al 13 por ciento y el aumento relativo ha sido del 1 por ciento de trabajadores permanentes y del 16 por ciento de trabajadores eventuales urbanos. Además, la tasa de crecimiento del TPEU en lo que va del año es menor en el Estado de Morelos que el promedio nacional, siendo de 3.58 por ciento y de 3.70 por ciento, respectivamente.
Adicionalmente, ¿qué pasa con los trabajadores eventuales del campo? La crisis económica de 2009 y la falta de apoyo constante resulta en un aumento permanente del número de estos eventuales: de diciembre de 2006 a diciembre de 2009, pasó de 103 mil 791 a 125 mil 123 y de junio de 2009 a junio de 2010 pasó de 77 mil 414 a 85 mil 601, considerando la variación estacional.
Finalmente, el INEGI a través de la Encuesta Nacional de Empleo y Ocupación señala que, en el primer trimestre de este año, el acceso al trabajo y la calidad de la ocupación es inferior en el Estado de Morelos que el promedio nacional, ya que la tasa ocupacional en el sector informal es del 32.26 por ciento en Morelos y del 28.58 por ciento en promedio nacional, y que el porcentaje de trabajadores sin acceso a prestaciones de Ley es de 53.28 por ciento en Morelos y del 40.17 por ciento en promedio nacional.
En resumen, la información oficial indica que el número de trabajadores en la economía formal a nivel nacional es menor ahora que antes de la crisis del 2009 y a nivel estatal sí se ha recuperado pero a costa de incrementar el número de trabajadores eventuales. También, el número de trabajadores eventuales en el campo aumenta de manera permanente. Además, el número de empleos informales es mayor al de empleos formales y la diferencia aumenta al pasar el tiempo. Finalmente, en Morelos el acceso al trabajo y la calidad de la ocupación están por debajo del promedio nacional.
Debemos cambiar el rumbo establecido de la economía nacional y estatal si queremos que cada mexicano cubra su mínimo de bienestar, es la única conclusión.
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