La planeación del sector energético mexicano ha sido muy deficiente. La Comisión Federal de Electricidad hace sus planes operativos con un horizonte de diez años, Petróleos Mexicanos lleva a cabo un ejercicio prospectivo a cinco años y los institutos de Investigaciones Eléctricas, Mexicano del Petróleo y Nacional de Investigaciones Nucleares, hacen ejercicios teóricos de planeación estratégica para alinearse con objetivos de largo plazo deseados por sus juntas directivas. Por supuesto, ninguna de estas instituciones considera las capacidades y el desarrollo posible de las otras, todas operan y planean de forma independiente. La Secretaría de Energía ha tenido un papel de acompañamiento, cuando debería ser rector.
Con las nuevas leyes promulgadas para el sector energía en los años de 2008 y 2009, se pretende subsanar varias de las anomalías mencionadas; en particular, la necesaria coordinación de todos los actores, bajo una visión común. La actual Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, en su artículo 33, establece que el Ejecutivo federal enviará al H. Congreso de la Unión, en el mes de febrero de cada año, para su ratificación en un máximo de 30 días, la Estrategia Nacional de Energía (ENE) con un horizonte de quince años, elaborada con la participación del Consejo Nacional de Energía. Así, en febrero de este año, la Secretaría de Energía por primera vez publicó la ENE 2010 con una visión a 2024. Tiene tres ejes rectores: seguridad energética, eficiencia económica y productiva, y sustentabilidad ambiental.
A partir de estos ejes rectores se han establecido nueve objetivos que pretenden asegurar que este sector evolucione hacia una operación segura, eficiente y sustentable, y que responda a las necesidades energéticas y de crecimiento económico y desarrollo social del país. Estos objetivos son: restituir reservas; revertir la declinación en la producción de crudo y mantener la producción de gas; diversificar las fuentes de energía, incrementando la participación de las tecnologías libres; incrementar los niveles de eficiencia en el consumo de energía; reducir el impacto ambiental del sector energético; operar de manera eficiente, confiable y segura la infraestructura energética; ejecutar oportunamente las inversiones necesarias en capacidad de procesamiento para reducir el costo de suministro de energéticos; fortalecer la red de transporte, almacenamiento y distribución de gas y petrolíferos; proveer de energéticos de calidad y a precios competitivos a los centros de población marginados del país, y promover el desarrollo tecnológico y de capital humano para el sector de energía.
Establece metas a 2024, comparando las tendenciales con las esperadas si todos los actores involucrados en el sector energía cumplen con las líneas de acción propuestas: la producción de crudo pasaría de 2.2 a 3.3 millones de barriles de petróleo por día; el nivel de restitución anual de reservas probadas incrementaría del 70 al 100 por ciento; el margen de reserva para suministro de gasolinas aumentaría de 10 a 15 por ciento; el Sistema Nacional de Refinación pasaría del cuarto al segundo cuartil de desempeño operativo respecto a estándares internacionales; el margen de reserva de capacidad de generación de electricidad disminuiría del 27 al 22 por ciento; las pérdidas de electricidad llegarían a niveles comparables con estándares internacionales al pasar del 28 y 11 al 8 por ciento, en la zona centro y el resto del país, respectivamente; el nivel de electrificación del país se elevaría al pasar del 97.3 al 98.5 por ciento de la población; el aprovechamiento del gas natural se incrementaría a estándares internacionales al pasar del 90.2 al 99.5 por ciento; la participación de tecnologías limpias en el parque de generación pasarían del 25 al 35 por ciento, y el máximo del potencial de ahorro en el consumo final de energía (electricidad y combustibles) que se alcanzaría es de 280 TWH.
También, se establecen los factores claves para alcanzar cada meta. Por ejemplo, asignación oportuna de recursos financieros y físicos, coordinación con autoridades y gobiernos locales y estatales, adopción de tecnologías de punta, descubrimiento de nuevos yacimientos, desarrollo comercial exitoso de reservas, y sistema adecuado de precios y tarifas.
La pregunta obligada es: si el orden en la escritura del documento de la Estrategia Nacional Energética 2010 se cambiara y en la primera página estuviera la descripción de estos factores claves, ¿hubiera alguien continuado con la lectura de la segunda y subsecuentes páginas?
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