El Foro Económico Mundial, edición 46, se llevó a cabo la semana pasada
en la ciudad de Davos, Suiza, con el tema “dominando la cuarta revolución industrial”. Siempre es importante dar
seguimiento a esta reunión porque es convocada por la élite económica mundial y
asisten unos que defienden la permanencia de las políticas actuales que
incrementan la desigualdad entre países y personas, y otros que las critican
moderadamente pero que no están dispuestos a sacrificar las prebendas que se
les ofrece. Los tres grupos realmente no están en contacto con la realidad que
enfrenta la mayoría de las personas en el mundo.
Las discusiones que se
llevaron a cabo en está reunión giraron alrededor de la tasa de crecimiento del
producto interno bruto, mundial y por país (es decir, cual es el monto de
riqueza que se generará); del nivel de las tasas de interés sobre los préstamos
que establecerán los bancos centrales (es decir, cuánto dinero recibirán
aquellos que lo prestan y que no se arriesgan en actividades productivas); de
la posibilidad de que exista una crisis financiera como la del 2008 (es decir,
que si presto no me vayan a pagar lo comprometido); de la volatilidad de los
mercados (es decir, soportamos el riesgo en nuestras inversiones pero no la
incertidumbre); de la reducción en subsidios gubernamentales (es decir, evitar
políticas sociales que distorsionen el mercado); de la dominación de la cuarta
revolución industria, tema del evento (es decir, innovar tecnológicamente para
mantener sus ganancias); y de la regulación de los paraísos fiscales (es decir,
no cerrarlos para obtener mayores ganancias especulativas).
La reunión cerró con un moderado
optimismo para la continuidad de su visión económica. El crecimiento económico mundial fue de 3.1 por
ciento en el 2015 y, estiman, que será de será de 3.4 por ciento en 2016 y de
3.7 por ciento en 2017. Significa que los grandes capitales tendrán ganancias
aceptables, mientras que habrá un mayor número de pobres a nivel global. También,
plantearon una serie de preocupaciones que podrían desestabilizar el status
quo. Una es la economía de China, que está en declive después de décadas de
alto crecimiento económico y que fue motor del desarrollo mundial. La duda es
si la caída será suave o brusca y si estará basada en el comercio exterior,
como hasta ahora, o se transformará a una sustentada en la demanda interna. Otra
que consideraron es el precio de los
recursos naturales, en particular el petróleo; éstos deben ser bajos para poder
consumir grandes volúmenes e impulsar sus empresas, pero no demasiado bajos
para que la creación de valor agregado afecte a sus industrias.
Se les olvidó totalmente el mensaje
que, el primer día del evento, brindó el banco Credit Suisse: “El uno por ciento de la población mundial tiene un
patrimonio mayor que el del resto del mundo, lo que implica que el patrimonio
de unos 70 millones de súper ricos es mayor al de los más de 7 mil millones de
personas en la Tierra”.
En Morelos, debemos conocer quien está acumulando
la riqueza, porque ciertamente el número de pobres aumenta. Es imperioso
establecer políticas públicas con carácter social para reducir esta brecha económica.