El inicio del ser humano ha sido relacionado con el uso de la técnica
para satisfacer sus necesidades básicas. En la sociedad actual, no sólo se
destaca la incorporación de la tecnología en la vida cotidiana, sino a la
importancia dada a los procesos más que a los artefactos, a la información más
que al desarrollo de las maquinarias. Todos queremos vivir en la sociedad del
conocimiento. Sin embargo, la forma vertiginosa en que la tecnología se ha
desplegado en nuestra sociedad ha generado preocupación en algunos
investigadores y entusiasmo en otros, situación que ha permitido desde diversas
disciplinas, estudios y programas de investigación, comprender causas, efectos,
procesos y configuraciones de lo que se entiende por tecnología.
Juliana Tabares Quiroz y Santiago
Correa Vélez, del Departamento de Ingeniería de Diseño de Producto, Escuela de
Ingenierías, Universidad EAFIT, Medellín, Colombia, escribieron el artículo “Tecnología
y sociedad: una aproximación a los estudios sociales de la tecnología”, en la
Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad, Vol. 9, No. 26, mayo
de 2014, versión preliminar. En este artículo realizan un breve recuento de los
estudios sobre la tecnología abordados desde la historia, la economía, la
antropología y la sociología, también describen los enfoques sociológicos
constructivistas que analizan la tecnología y, finalmente, presentan una
reflexión sobre la incidencia de estos estudios en América Latina.
Los orígenes de los estudios sobre
ciencia, tecnología y sociedad (CTS) se remontan al final de la Segunda Guerra
Mundial, cuando el papel de la ciencia tuvo un crecimiento considerable en los
Estados Unidos, especialmente con el Proyecto Manhattan y la construcción de
bombas atómicas, las investigaciones en áreas como la física fueron financiadas
por el Estado, para el desarrollo de tecnologías militares que respondieran al
contexto del momento, establecen los autores. Se exaltaba y priorizaba el
conocimiento científico sobre otros conocimientos. Tanto en los Estados Unidos
como en Europa occidental, la filosofía de la ciencia daría el primer paso para
justificar esta representación de la ciencia. Los planteamientos del filósofo
Karl Popper sobre la racionalidad y simultáneamente los aportes del economista
y sociólogo Max Weber sobre la neutralidad valorativa de la ciencia abrirían el
campo para tratar las implicaciones de la ciencia desde un carácter meramente
racional y neutral. De esta manera se constituyó la visión positivista de la
ciencia, que daría los lineamientos para los procedimientos científicos. La
tecnología heredaría esta tradición, sumándose a esta corriente que analiza su
impacto en la vida social, pero como un elemento neutral, producto de la razón
y la inteligencia humana.
No obstante, en la década de 1960,
en los Estados Unidos, surgieron formalmente los estudios CTS, el campo
académico explícito para su investigación, donde se pasa de concebir la ciencia
y la tecnología como resultados de procesos científicos racionales a
entenderlas con sus implicaciones valorativas y políticas, señalan los autores.
Este giro se origina como reacción a la guerra de Vietnam, a las crisis
ecológicas ocasionadas por el desarrollo industrial y el consumo, a la gran
brecha entre los pobres y los ricos, asuntos que no se solucionaban con el
progreso de la ciencia y la tecnología. Desde esta perspectiva se
comienzan a denunciar tales efectos, hasta posicionarse en disciplinas como la
historia, la antropología y la sociología. Empezó a verse como una construcción
humana y, por tal, como un entramado de realizaciones sociales y culturales.
Alrededor de 1980, el enfoque
histórico se destacó por tener dos ramas, proponen los autores: las
investigaciones realizadas por ingenieros y tecnólogos que plantean los
descubrimientos tecno-productivos locales y, por la otra, las narraciones de
las grandes innovaciones en la región, siendo ésta última la rama más acogida.
Así, la perspectiva política conformada por ingenieros y científicos resalta
algunas de las problemáticas en la concepción de la tecnología como la crítica
al modelo lineal de la innovación, los efectos de ésta y la necesidad de
establecer normativas frente a la planificación del desarrollo tecnológico a
partir de políticas regionales y nacionales.
Posteriormente, se desarrolla una
etapa de consolidación que va desde la década de 1980 hasta la actualidad,
enfocada en el planteamiento de la economía del cambio tecnológico, los
estudios sobre la política de gestión tecnológica y en menor proporción,
estudios sobre sociología e historia de la tecnología, aseguran los autores.
Temas como la producción de indicadores de ciencia y tecnología ligados a la
construcción de políticas públicas han sido el centro del análisis reciente y
se evidencian vacíos como la visión crítica de los trabajos orientados a la
política institucional.
El cambio socio-cultural que se
observa actualmente en las sociedades no se ha generado por el desarrollo
tecnológico entendido como un proceso externo y neutral, sino por las
transformaciones en la relación del hombre con su realidad, con la naturaleza,
en la conjugación de diversas dimensiones y propiedades que anteceden los
procesos tecnológicos en su contexto, plantean los autores. Por lo tanto, es un
reto para los estudios de la tecnología entenderla como una construcción
social, como un sistema que se compone no sólo del desarrollo de artefactos
sino de elementos simbólicos, de tensiones, de valores sociales, de ideologías,
de ambigüedades, de dualidades, como un sistema dinámico, multidireccional,
interconectado y complejo.
En Morelos, debemos
comprender los desarrollos, las transferencias y las innovaciones tecnológicas como
sistemas en los cuales las sociedades son tecnológicas y las tecnologías son
sociales. Las transformaciones de las relaciones sociales pueden comprenderse a
la luz del cambio tecnológico, pero también el cambio tecnológico por las
modificaciones en la estructura material y simbólica que caracteriza a las
sociedades contemporáneas.