En esta columna, el 11 de
julio de 2011, nos preguntamos ¿cómo evaluar el progreso, el bienestar, la calidad
de vida o la felicidad?, ya que responderlo es fundamental para conocer el
avance de los individuos y de la sociedad y, también, debe ser aspecto medular
en cualquier programa de gobierno. Hoy, se emplea el concepto de bienestar
subjetivo que busca conocer la valoración de la satisfacción de la propia vida de
las personas, entendida ésta no como un constructo académico o de expertos sino
como una vivencia de las personas, como una experiencia de estar bien. Se
reconoce, por ello, que es la persona quien debe reportarlo y que no es correcto
–ni metodológicamente sostenible– que el juicio sobre una persona sea hecho por
un tercero. El bienestar subjetivo busca definir una idea más compleja del
estado en que vive una persona, captando elementos más cercanos a la condición
efectiva de la gente y al modo en que ella la percibe, otorgando la importancia
justa, hasta hace poco desdeñada, a la evaluación que la persona hace de su
bienestar. Consiste en un esfuerzo por redefinir las bases clásicas con las que
se ha pensado y medido el progreso.
Iván Martínez, de El Colegio de México, y Mariano Rojas, de
la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede México, y de la Universidad
Popular Autónoma del Estado de Puebla, coordinaron la Comisión para el Estudio
y la Promoción del Bienestar en América Latina, dentro del proyecto “Medición,
Investigación e Incorporación a la Política Pública del Bienestar Subjetivo:
América Latina”, del Foro Consultivo Científico y Tecnológico y que es auspiciado
por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Esta comisión
reporta, en una publicación que salió con fecha octubre de 2012, las mejores
prácticas de medición del bienestar para la región latinoamericana, proponiendo
un listado de instrumentos para medir el bienestar subjetivo; los temas del
bienestar subjetivo que ameritan una mayor investigación al establecer los
lineamientos sobre la forma de abordarlos desde la visión académica, y
recomendaciones sobre la utilización del enfoque y de la información de
bienestar subjetivo para el diseño de políticas públicas. La finalidad es que
este reporte sea de utilidad instrumental para las distintas comunidades de la
región: oficinas de estadística, investigadores y académicos, actores sociales
y funcionarios públicos. La meta también es que este reporte sea de utilidad
final para todos los latinoamericanos, con el fin de que se mida y entienda su
bienestar y se diseñen políticas públicas y estrategias de desarrollo con el
propósito de elevarlo.
Los latinoamericanos manifiestan altos niveles de
bienestar subjetivo, indica el reporte. Estos niveles no sólo son relativamente
altos en el mundo, sino que son atípicamente altos en relación a sus niveles de
ingreso medio. Por ello, en América Latina hay un potencial grande para conocer
y comprender aquellos otros factores, además del ingreso, que son relevantes
para explicar el bienestar subjetivo. En consecuencia, puede afirmarse que
América Latina tiene mucho que aportar al estudio mundial del bienestar
subjetivo.
El bienestar es una experiencia de vida de las personas
que puede entenderse en tres planos que no son excluyentes, apunta el reporte: la
experiencia cognitiva, que se manifiesta en logros y fracasos e involucra
comparaciones entre la situación actual de la persona y sus metas y aspiraciones
de vida, así como la comparación con la situación de grupos de referencia; la
experiencia afectiva que se manifiesta en el gozo y el sufrimiento relacionados
con los afectos, emociones y estados de ánimo que la persona experimenta, y la
experiencia sensorial que se manifiesta en términos de placeres y dolores. En
su conjunto, conforman la experiencia de vida –y de bienestar– que tienen los
seres humanos.
El enfoque de
bienestar subjetivo está sustentado en los siguientes seis principios, señala
el reporte: primero, se basa en el bienestar transmitido por la persona ya que
la información se obtiene a partir de la respuesta directa dada por la persona
a una o varias preguntas sobre su felicidad o satisfacción de vida; segundo, al
preguntar directamente a la persona se obtiene una respuesta dada por seres
humanos concretos y no se trabaja con el bienestar de agentes disciplinarios
abstractos; tercero, no es posible hablar de un bienestar objetivo pero sí es
posible hablar de variables objetivas que pueden ser utilizadas para medir
aquellos factores relevantes para el bienestar; cuarto, el enfoque acepta que
cada persona es la autoridad última para juzgar su bienestar y el papel del
experto debe tratar de entender ese bienestar transmitido, mediante la formulación
de teorías y la corroboración de hipótesis; quinto, una vez que se acepta que
hay información relevante en la encuesta de bienestar, el enfoque sigue una
metodología cuantitativa para identificar los factores que son relevantes para
el bienestar de los seres humanos, y sexto, se requiere de un esfuerzo
transdisciplinario para entender lo reportado por seres humanos de carne y
hueso.
El bienestar subjetivo es un concepto amplio que engloba
la experiencia total de una persona de estar bien, no sólo en algún aspecto de
su vida, sino en todos, establece el reporte. Medir esto es relevante y resulta
muy útil. Además de juicios globales sobre su satisfacción de vida, las
mediciones de bienestar subjetivo consideran lo transmitido por las personas
acerca de su estado emocional, de su satisfacción en distintos ámbitos de su
vida y de su evaluación sobre qué tan bien marcha su vida. Tanto la medición
como la investigación del bienestar subjetivo son medios que buscan contribuir
al diseño y aplicación de una política pública que tenga el mayor impacto
posible en el bienestar de las personas. Toda política pública, directa o
indirectamente, al final del día incide en el bienestar de los ciudadanos. Por
ello, la medición y la investigación sobre bienestar subjetivo debe
aprovecharse para: conocer la situación de las características subjetivas de
las sociedades; comprender y definir mejor los problemas públicos que los
gobiernos, la administración pública y las políticas buscan resolver;
desarrollar herramientas y enfoques analíticos para proponer soluciones a los
problemas encontrados, y diseñar políticas públicas que impacten favorablemente
al bienestar de las personas.
En Morelos, debemos reconocer que las políticas públicas que
ya están armadas podrían mejorarse tomando en cuenta todo lo que ya se sabe del
bienestar y, también, que es urgente diseñar e instrumentar políticas públicas
nuevas, dirigidas específicamente a incrementar el bienestar de la población. Se
tiene el conocimiento necesario para tomar decisiones de política que aumenten
el bienestar, por lo que los políticos responsables no sólo deben lograr
consensos entre grupos con posiciones diferentes, sino deben tomar este
conocimiento para incrementar el bienestar de las personas.