La escala de tiempo en que suceden distintos
fenómenos físicos, químicos o biológicos puede variar enormemente. Por ejemplo,
un bebé humano tarda nueve meses en desarrollarse dentro de su madre, dos
átomos se unen y forman una molécula en una millonésima de millonésima de
segundo, y una cordillera montañosa pudo tardarse 50 millones de años en
formarse. Los científicos tienden a hacerse preguntas que puedan resolver
dentro del tiempo que tienen de vida. Es más, ahora las respuestas a sus
preguntas deben tenerlas varias veces al año para lograr ese mismo número de
artículos publicados y poder promoverse o mantenerse en el Sistema Nacional de
Investigadores. Pero, ¿qué pasaría si el tiempo no fuera una limitante?
Davide Castelvecchi, un editor invitado en la revista Scientific
American, escribió un artículo en el número de este mes sobre “Las
Preguntas para el siguiente Millón de Años” (Questions for the Next Million
Years, Scientific American, September
2012, p. 72, © 2012 Scientific American) en el que se pregunta:
¿qué aprenderían los científicos si ellos pudieran llevar a cabo estudios que
duraran cientos, miles o muchos más años? Para responder preguntas que toman
más de una generación en contestarse, los científicos han pasado sus esfuerzos
y conocimientos a un alumno, que los transmitirá a otro y así sucesivamente. El
autor señala que el récord para una investigación de este tipo en la historia
podría pertenecer a los Informes Astronómicos de los Babilonios, que contiene
al menos seis siglos de valiosas observaciones, en el primer milenio antes de
nuestro año cero. Dichos informes revelan patrones recurrentes de eventos tales
como eclipses de sol y de luna que permiten conocer mejor el movimiento de
nuestro planeta en el espacio.
Él decidió entrevistar a varios científicos en diversos
campos del conocimiento para conocer que problemas estudiarían si tuvieran mil,
diez mil o aún un millón de años para hacer sus observaciones o llevar a cabo
experimentos, con la sola restricción de suponer que usarían la actual
tecnología de frontera. A continuación presentaremos solo tres de las
respuestas que obtuvo.
Robert
Hazen, geo científico de la Universidad de George Mason, en Estados Unidos,
preguntaría sobre cómo empezó la vida. Relata que en los años 1950, Stanley
Miller y Harold Urey, de la Universidad de Chicago, llevaron a cabo el
excepcional y muy reconocido experimento en el que mostraron que ciertos componentes
básicos que forman la vida, como los aminoácidos, se forman espontáneamente
dadas las condiciones apropiadas. Propone Hazen llevar a cabo un experimento
tipo Urey-Miller con visión moderna que durara 10 mil millones de años y que
permitiera obtener moléculas rudimentarias que se auto replicaran y pudieran
evolucionar por selección natural; es decir, tener vida. Llevaría a cabo 1030
experimentos simultáneos (sí, la cifra es un uno seguido de treinta ceros) en
los que analizaría la evolución, a partir de cero, de distintos compuestos
químicos en condiciones diferentes por 100 o 500 millones de años y,
dependiendo del resultado, cambiaría compuestos y condiciones; de tal forma que
en 10 mil millones de años de experimentos en este laboratorio se podría descubrir
que alguna molécula se empezó a auto replicar. Los científicos experimentales
podrían descubrir las combinaciones de químicos que son más exitosas y,
eventualmente, se aprendería lo suficiente como para reducir el tiempo del
experimento a décadas.
Thorne Lay, sismólogo de la Universidad de
California en Santa Cruz, preguntaría sobre el tiempo de ocurrencia de los
mega-terremotos. El terremoto de magnitud 9.0 que devastó la zona de Tohoku-Oki
en Japón, el marzo de 2011, tomó por sorpresa aún a la comunidad sísmica
mundial: casi nadie pensaba que la falla terrestre responsable podría liberar
tanta energía en un solo evento. Ahora se puede reconstruir la historia sísmica
de manera indirecta al inspeccionar la estructura geológica local, ya que los
sismógrafos modernos llevan funcionando menos de cien años. Si pudiéramos tener
información cuantitativa de estos equipos por miles de años de manera continua
se obtendrían mapas sísmicos con gran valor predictivo. Por ejemplo, se podría
conocer si los terremotos de magnitud mayor a 8.5 vienen en bloques a nivel
mundial o es sólo un evento estadístico por tener nada más 100 años de
información; se tiene récord de que seis ocurrieron en la última década,
mientras que no ocurrió ninguno en la década anterior.
Sean
M. Carroll, físico teórico en el Instituto Tecnológico de California,
preguntaría si los protones viven por siempre. La materia ordinaria consiste,
en su mayor parte de protones que han existido desde que ocurrió la gran
explosión que creó al universo. Sin embargo, existen teorías que pretenden
reinterpretar toda la física por medio de una sola fuerza y éstas predicen que
los protones también decaerán en otras sub-partículas, con un tiempo medio de
vida de 1043 años (un uno con 43 ceros). Para ver el decaimiento de
protones, ahora se observan tanques subterráneos llenos de agua y se detectan
pequeños destellos de luz, que significarían ha muerto un protón. Los
resultados indican que los protones viven por lo menos 1034 años (un
uno con 34 ceros). Si se construyeran tanques que almacenaran 5 millones de
toneladas de agua, del tamaño de un campo de futbol y 100 veces mayores a los
actuales, y esperáramos un millón de años podríamos comprobar esta teoría
física sobre el campo unificado de fuerzas.
En Morelos, tenemos un
proyecto cuyo objetivo es aplicar la forma de pensar y los métodos utilizados
en la física para estudiar problemas sociales y políticos de carácter
colectivo, con la finalidad de entenderlos y de predecir comportamientos
futuros. Aunque la información del INEGI es cada vez mejor, no es posible tener
series de datos confiables de largo plazo sobre variables sociales, económicas
y ambientales que permitan conocer al estado y compararlos con otros de la
República. Por ejemplo, sería de gran utilidad conocer el comportamiento
histórico de variables consensadas entre los ciudadanos y el gobierno que
describieran el avance o no hacia el desarrollo sustentable de una ciudad;
tales como, tiempo que se tarda en ir del centro a la periferia en autobús, cantidad
y calidad del agua por colonia, cobertura de salud multifactorial por nivel
socioeconómico, relación entre trabajo y empleo para mujeres y jóvenes,
contaminación ambiental y por ruido del transporte público, calidad educativa
por escuela y nivel escolar. Ciertamente avanzaríamos el campo de la llamada
sociofísica y delinearíamos políticas públicas más efectivas.
1 comentario:
La trascendencia personal ha sido un gran tema de reflexión para la humanidad desde que hay registro de ella. La minúscula aportación que un individuo puede hacer al conocimiento adquiere sentido cuando lo consideramos como parte de un grupo que trascienda no sólo la individualidad, sino la temporalidad. Una amena reseña de cómo mediante la investigación "sin límites" el ser humano puede trascender y resolver las grandes interrogantes...
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