publicado en La Jornada Morelos el 23 de febrero de 2015.
Es ampliamente reconocido que todo ciudadano de este siglo debería
poseer un conocimiento básico de los conceptos y procedimientos fundamentales
de la ciencia y la tecnología. No solo aquellos que optaron por una carrera
universitaria relacionada; sino todos los egresados de la escuela media deberían
ser capaces de entender y aplicar esos conceptos, dado que tienen una
relevancia cada vez más creciente en sus vidas cotidianas. Al mismo tiempo, están
constantemente expuestos a fuentes de información muy variadas y abundantes, y
deberían ser capaces de examinar ese manantial de noticias de todo tipo con un
sentido crítico y bien informado, a fin de poder opinar y tomar decisiones
responsablemente.
Norma Sbarbati
Nudelman, de la Universidad de Buenos Aires, en Argentina, publicó el artículo “Educación
en ciencias basada en la indagación”, en la Revista CTS, no 28, vol. 10, enero 2015. Expone una pedagogía innovadora basada en la
investigación en el aula por los alumnos, quienes con la experimentación
construyen un conocimiento basado en la evidencia, que va más allá de la apropiación
de contenidos básicos de ciencia y tecnología, y desarrolla habilidades como:
creatividad, imaginación, pensamiento crítico, argumentación oral y escrita,
trabajo en equipo y solidaridad.
En
los últimos años, la calidad de la educación media se ha estancado o disminuido
notablemente en América Latina, como revelan, por ejemplo, los resultados
obtenidos en las pruebas PISA. Según la autora, los maestros usualmente se
quejan por la falta de interés en ciencia de sus alumnos; a su vez, muchas
encuestas revelan que los estudiantes sienten que la ciencia que les enseñan en
la escuela no es relevante para ellos. La ciencia no les interesa y les resulta
aburrida. Si bien los jóvenes están absolutamente fascinados por los avances
tecnológicos que pueden disfrutar a diario (televisión, computadoras, teléfonos
celulares, WIFI, playstations, tabletas y demás) y realmente hacen un uso intensivo de
ellos, no encuentran que la enseñanza de ciencia que reciben en la escuela esté
conectada con temas de su vida cotidiana; consecuentemente, cada vez son menos
los egresados que optan por seguir una carrera en ciencias, tecnología,
ingeniería y matemáticas (CTIM).
Muchas
veces escuchamos a los docentes “defenderse” de ciertas críticas que reciben de
sus alumnos, o de distintos estamentos de la sociedad, con respecto al bajo
nivel de sus clases de ciencias, aduciendo que ellos no son científicos, señala
la autora. Lo cual es verdad. Pero tampoco son matemáticos, literatos o
pintores destacados, y sin embargo no se escuchan esos argumentos cuando deben
enseñar asignaturas relacionadas. También, el temor que puede sentir el docente
a realizar una experiencia en el aula y no obtener el resultado esperado es muy
comprensible, destaca la autora. Es más, a veces ocurre también en el
laboratorio que el científico no obtiene lo que esperaba, y muchas veces este
resultado “anómalo” resulta más interesante y fructífero. Por lo tanto, el
docente puede estar muy tranquilo de realizar experiencias con sus alumnos en
el aula y frecuentemente puede suceder que no todos los alumnos tengan idénticos
resultados.
Para
revertir la ya comentada falta de interés de los estudiantes en la CTIM e
incrementar la fascinación por los desarrollos científicos y tecnológicos, se
está implementando en muchos países la metodología de Enseñanza de las Ciencias
Basada en Indagación (ECBI), indica la autora. Esta metodología innovadora
lleva a los estudiantes a desarrollar sus propias ideas gracias a un
aprendizaje basado en la experimentación, y a construir, así, su conocimiento
del mundo natural. Usando las destrezas empleadas por los científicos para
hacerse preguntas, obtener datos, razonar y revisar evidencias a la luz de lo
conocido, los estudiantes van sacando conclusiones, discutiendo resultados y
construyendo nuevos conocimientos. Este proceso de aprendizaje es el fundamento
de la pedagogía basada en la indagación, donde el término “pedagogía” significa
no solamente la enseñanza sino también su justificación fundamental.
Con
esta modalidad de enseñanza, el alumno se acerca a los conceptos a través de
pasos similares a los que transita un científico. La autora establece que el
objetivo principal es desarrollar en el estudiante competencias vinculadas con
el trabajo de la ciencia y la tecnología, entre ellas: capacidad de observación
crítica de un hecho empírico concreto; capacidad de descripción detallada y
minuciosa, tanto oral como escrita, de la observación realizada; habilidad para
obtener datos y ordenarlos de una manera significativa que permita analizarlos,
interpretarlos, relacionarlos, estableciendo similitudes y diferencias entre ellos; habilidad para
elaborar, a través del análisis exhaustivo de los resultados
obtenidos, posibles conclusiones e hipótesis
que permitan interpretarlos y predecir resultados en situaciones comparables; y
desarrollar espíritu crítico y capacidades para el trabajo en equipo y para la confrontación y la discusión de resultados
obtenidos por otros.
Es fundamental que
las nociones que desarrolle el estudiante sean correctas y no estén viciadas
con conceptos inadecuados, asegura la autora. Un “no sé” dicho a tiempo por el
docente puede ser el paso inicial para comenzar el proceso de aprendizaje
compartido con sus alumnos y para que pueda acompañarlos en un camino en el
cual la indagación es el primer paso para la construcción de conocimientos
relevantes. El trabajo experimental es apto para introducir algunas de las
problemáticas del quehacer científico: por un lado, observación, medición,
registro de datos, ponderación de errores y, por el otro, la comunicación oral
y escrita, el trabajo en equipo y la discusión de resultados.
En Morelos, debemos
establecer al conocimiento como la mejor herramienta de equidad y promoción
social, ya que capacita al joven en temas totalmente vinculados a su quehacer
cotidiano y le provee de un sólido bagaje para acceder al aprendizaje y el uso
de tecnologías emergentes; le brinda criterios para poder discernir entre tanto
cúmulo de información mediática disponible y habilidades para defender sus
ideas, argumentar y dialogar con personas con distintos modos de pensar,
niveles socio-económicos y hasta culturas diferentes. Por eso, hablemos de
“educación en ciencia” y no simplemente de “enseñanza”.