La ciencia y la
tecnología fueron decisivas en el resultado de la Segunda Guerra Mundial y,
como consecuencia, los países industrializados adoptaron la política de
invertir decididamente en ciencia y tecnología como el sustento del crecimiento
económico, del bienestar social y de la seguridad nacional. Al principio se
enfatizaron las ciencias físicas y las biológicas; sin embargo, muy pronto se
aprovecharon a las ciencias sociales para jerarquizar y seleccionar sus retos
domésticos e internacionales, particularmente los proyectos de gran envergadura
de beneficio social. En la actualidad, todos los países impulsan proyectos en
el área de ciencias sociales para identificar problemas, elaborar acciones
alternativas, seleccionar proyectos y evaluar políticas públicas en todos los
campos de la acción gubernamental: seguridad en salud, programas de vivienda, calidad
de la educación, diversidad cultural, economía verde, industria limpia y muchos
otros.
Kenneth Prewitt, Thomas A. Schwandt y Miron L. Straf, miembros
del Comité sobre el Uso del Conocimiento de Ciencias Sociales en Políticas
Públicas del Consejo Nacional de Investigación, en Estados Unidos, editaron un
reporte sobre el “Uso de la Ciencia como Evidencia en Políticas Públicas” (National
Research Council. (2012). Using Science as Evidence in Public
Policy. Committee on the Use of Social Science Knowledge in Public Policy, K. Prewitt,
T.A. Schwandt, and M.L. Straf, Editors. Division of Behavioral and Social
Sciences and Education. Washington, DC: The National Academies Press. Copyright © National Academy of Sciences). Este reporte trata
sobre cómo entender y aplicar a las ciencias sociales en la política pública:
identifican problemas, miden su magnitud y seriedad, ofrecen soluciones y
predicen posibles resultados -intencionados o no, deseados o no. Así, las
ciencias sociales son valiosas en muy diversas formas a la política, pero
siempre y cuando se las utilice.
A fines del siglo pasado, según el reporte, ya existía un
conjunto de empresas relacionadas con la elaboración de políticas públicas que
manejaba cientos de miles de millones de dólares en los Estados Unidos y cuyas
actividades eran financiadas por los gobiernos federal y estatales, y por
organizaciones privadas de naturaleza filantrópica o no. Estas empresas ahora describen
condiciones sociales locales o regionales, asesoran en acciones específicas,
diseñan programas alternativos y evalúan posibles resultados. Los proyectos son
financiados porque se supone que aplicarán buenos conocimientos científicos
para decidir qué situaciones sociales necesitan atención, qué debe ser
responsabilidad pública, de los mercados o de organizaciones sociales, y qué
acciones serán más efectivas y eficientes; en áreas como la economía, el
bienestar social, la salud y la seguridad.
El conocimiento que proviene de todas las ciencias es
relevante para las políticas públicas, identifica el reporte: por ejemplo, la
física en el área de la energía, la biología en la salud pública, la ingeniería
en transporte, y las sociales en economía o comercio internacional. Sin
embargo, entender si es necesario, por qué y cómo utilizar este conocimiento
científico, corresponde a los métodos y las teorías sociales. Las personas y
las organizaciones hacen uso del conocimiento científico, y éstas son el centro
de las ciencias sociales. Cuando la ciencia tiene algo que ofrecer debe estar
presente en la toma de decisiones de política pública. Dichas decisiones serán
tomadas con un conjunto de razonamientos no científicos: creencias y valores
personales y políticos, experiencias en situaciones semejantes, aprendizaje por
prueba y error, y razonamiento por analogía. Sin embargo, se debe considerar
que la voz de la ciencia es única, ya que lo que dice proviene de
investigaciones sistemáticas y auto-reguladas, que garantizan no creeremos que algo
es cierto solo porque así lo deseamos. La ciencia está diseñada para ser
desinteresada y para justificar cómo y porqué se tomaron unas acciones y no
otras. En los regímenes democráticos, la solvencia comprobada que deben tener
los líderes gubernamentales y políticos debe estar sustentada en razonamientos
científicos; que expliquen porqué se necesitaba, cómo se realizaron y qué modificaron
las acciones emprendidas.
La ciencia tiene cinco características relacionadas con
las políticas públicas, establece el reporte: identifica los problemas, como
especies en peligro, obesidad, desempleo y vulnerabilidad a desastres naturales
o actos de terrorismo; mide su magnitud y seriedad; revisa acciones
alternativas; analiza sistemáticamente las posibles consecuencias de dichas
alternativas, y evalúa los resultados. El proceso de elaborar políticas
públicas surge de la interacción de muchos actores que están involucrados en
ensamblar, interpretar y debatir la evidencia que es relevante para el análisis
de un problema específico y, después, para justificar porqué se seleccionó una
de las posibles alternativas. Este proceso se entiende mejor como uno de
confrontación de argumentos y razonamiento práctico que evidencia los
beneficios y los daños que causarían cada acción de política. Desde esta
perspectiva, el conocimiento científico es una “evidencia” cuando éste se
utiliza para apoyar una argumentación política y debe considerarse de alta
importancia.
El esquema que presenta el reporte propone un análisis
más detallado y cuidadoso en la argumentación de políticas, así como otorgar
una mayor relevancia a la teoría de decisiones y a la perspectiva de sistemas.
Las ciencias sociales ofrecen conocimientos sobre los modelos mentales, los
sistemas de valor, las reglas de organización, las normas sociales y otros
factores que influencian el comportamiento de los tomadores de decisiones.
También, aportan conocimientos sobre cómo aprenden las personas, cuándo
optimizan y cuándo están satisfechas; por qué se organizan, forman
instituciones, se comunican, establece normas y desarrollan rutinas; cómo
evalúan riesgos, y cómo toman decisiones individuales o colectivas.
En Morelos, debemos impulsar que la elaboración, puesta
en marcha, seguimiento y evaluación de las políticas públicas estén sustentadas
en métricas de funcionamiento, indicadores sociales, esquemas de jerarquización,
análisis comparativos y otras herramientas y conceptos de las ciencias
sociales. También, apoyar el funcionamiento y crecimiento de instituciones que
lleven a cabo estas funciones; como universidades, instituciones de
investigación, grupos de pensamiento o think-tanks, agencias
encuestadoras y firmas consultoras, tanto públicas como privadas o sociales.
Finalmente, fomentar el uso e incremento de las bases de información
estadística, tanto mundial como nacional o estatal, para elaborar mejores
políticas públicas en beneficio de nuestra sociedad.
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