Enfrentados con las crisis económicas y sociales
que aquejan a México y el mundo, resurgen los estudios sobre qué hace feliz al
ser humano y cómo lograrlo. Se retoman los conceptos de prosperidad y de
felicidad como los indicadores principales a considerar en el progreso,
crecimiento o desarrollo de la humanidad, con el objetivo de alcanzar el mejor
estado mental y físico de cada individuo, en un contexto social específico. Debemos
encontrar una vía para incrementar la prosperidad individual y social sin un
necesario crecimiento económico, que permita ser feliz.
Gioietta
Kuo, miembro titular de la American Center for International Policy
Studies (koupet@comcast.net), escribió un artículo intitulado “Prosperidad y
Felicidad” (Prosperity and Happiness, World Future Review, Winter 2012, ©
2012 World Future Society, www.wfs.org). Ofrece una alternativa simple pero de gran
importancia al dogma económico de la búsqueda continua de maximizar las
ganancias y el crecimiento, al aspirar a la máxima felicidad personal.
Muchos
pensadores de diversas culturas han considerado que es la felicidad y no la
riqueza o la reputación el verdadero objetivo del ser humano, señala la autora.
La degradación ambiental y los problemas sociales asociados siguen limitando
nuestras posibilidades de una calidad de vida satisfactoria. Algunos ejemplos,
presentados por la autora, son: el calentamiento global que ha causado serias
alteraciones al ambiente; más del 43 por ciento de la población de la tierra
sobrevive con menos de 25 pesos al día; la quinta parte de la población
controla el 85 por ciento del producto bruto mundial; 54 naciones
experimentaron una disminución en su producto interno bruto en las últimas
décadas; se ha excedido la capacidad mundial para absorber los impactos
ambientales causados por la actividad económica; la población mundial se ha
duplicado en los últimos 40 años, al pasar de 3.5 a 7 miles de millones de
personas, causando demandas adicionales muy significativas de agua, alimentos,
empleo, vivienda, educación y salud. Concluye la autora que el mundo camina
hacia un colapso ambiental y económico.
Kuo
se pregunta si es posible tener prosperidad sin crecimiento. Por ejemplo, ¿es
posible reducir el desempleo sin crecimiento económico? Nos propone que, en
principio, la economía de un país podría reaccionar al no crecimiento por medio
de cambios en variables macroeconómicas como tasas de ahorro, razón entre
inversión pública y privada, y el número de días trabajados por semana. Por
ejemplo, incluye un cálculo de Peter Victor sobre Canadá, donde se podría
limitar el crecimiento y mantener la estabilidad económica, reduciendo a la
mitad las tasas de desempleo y pobreza y disminuyendo por 75 por ciento el
cociente de la deuda sobre el producto interno bruto. Esto sería posible
teniendo una tasa de ahorro mayor, una tasa de inversión privada menor y una
tasa de inversión pública mayor. También, sería posible evitar el desempleo al
reducir el número de horas de trabajo por semana, lo que aumentaría la
felicidad de la población siempre que esas horas se dedicaran a actividades
recreativas, culturales o deportivas.
¿Existe
una relación entre el monto del ingreso obtenido y la felicidad y satisfacción
de una persona?, que es una pregunta con carácter filosófico según la autora. Para
avanzar en el planteamiento de una respuesta enlista una serie de observaciones
interesantes obtenidas de encuestas internacionales: mayor ingreso se
correlaciona directamente con mayor felicidad sólo hasta que el ingreso per
cápita llega a un cierto valor, equivalente a las dos terceras partes del nivel
salarial de los Estados Unidos, después ya no hay correlación; hasta 1970 y en
Estados Unidos, existió una correlación directa entre bienestar percibido y el
producto interno bruto, desde entonces ha disminuido la percepción de bienestar
a pesar de que este producto per cápita ha aumentado; y que variables como
esperanza de vida, mortalidad infantil y nivel educativo no se correlacionan en
el tiempo con el ingreso personal.
La
prosperidad, entonces, transciende los placeres materiales, reside en la
calidad de vida, en la salud y la felicidad tanto personal como familiar y
social, en la fuerza y confianza de nuestras relaciones, y en lo que apoyamos a
nuestra comunidad para un mejor futuro de nuestros hijos, concluye la autora.
En
Morelos, debemos ser conscientes que nuestra prosperidad reside en nuestra
habilidad de avanzar hacia un desarrollo sustentable, aquel que considera
simultáneamente al presente y al futuro y actúa al unísono en los sectores
ambiental, social, económico e institucional. También, es imprescindible
balancear las aspiraciones de los individuos con las limitaciones físicas de
nuestro ambiente, lo que no implica condenarnos a vivir con limitaciones, sino
abandonar la vía consumista que nos han impuesto.
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