En las últimas semanas, algunos servidores públicos tanto federales como estatales y municipales han expresado su interés por mejorar la calidad de vida de los mexicanos. Algunos lo hacen con preocupación honesta y otros porque saben que no hay ni habrá desarrollo económico y tratan de desviar la atención hacia otros temas. Éste es un concepto abstracto y debemos establecer claramente su significado y en qué sentidos se utiliza. Además, tiene una interpretación muy diferente cuando lo emplean personas que viven en países ricos y cuyas necesidades vitales están satisfechas, que cuando lo emplean otras cuya principal preocupación es cómo y dónde alimentarse el día de hoy, como sucede en los países subdesarrollados.
Entre los científicos sociales hay discusión sobre los conceptos de crecimiento y desarrollo, que son los más generales utilizados para analizar el avance de una sociedad hacia mejores estadíos, y cómo mejorar la calidad de vida.
El crecimiento se mide con un solo parámetro, el Producto Interno Bruto per cápita. Este parámetro integra la suma de todos los bienes y servicios finales producidos por un país en un año, dividido por la población promedio del mismo año. Sin embargo, al principio de la década de los noventa, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) empezó a trabajar con el concepto del Índice de Desarrollo Humano (IDH) para medir el desarrollo, que incluye conceptos adicionales al avance económico como la salud y la educación. El propósito final del desarrollo se encuentra en cada uno de sus habitantes y en las posibilidades que ellos tienen para elegir una vida en la que puedan realizar a plenitud su potencial como seres humanos. Los factores fundamentales que permiten a las personas ser libres en ese sentido, son la posibilidad de alcanzar una vida larga y saludable, poder adquirir conocimientos individual y socialmente valiosos, y tener la oportunidad de obtener los recursos necesarios para disfrutar un nivel de vida decoroso. En el núcleo del concepto de desarrollo humano se encuentran las personas y sus oportunidades, no la riqueza que poseen, el ingreso que devengan, o las mercancías y servicios que consumen
El IDH es exitoso por su simplicidad, combina tres elementos: condiciones de salud (indicado por la esperanza de vida), educación alcanzada (medida por el analfabetismo y las tasas de matriculación) y el ingreso (representado por el logaritmo del PIB per cápita). El valor del IDH es un promedio normalizado de dichos valores. Según el PNUD, en 2007, México ocupaba el lugar 55 de 182 países con un IDH de 0.854. En comparación, los dos primeros lugares eran Noruega con 0.971 y Australia con 0.970 y los dos últimos eran Afganistán con 0.352 y Níger con 0.340.
En México, el Consejo Nacional de Población retoma este concepto y evalúa a los estados y municipios, con elementos ligeramente modificados. En el año 2000, el Estado de Morelos se encontraba en el lugar 17 de las 32 entidades federativas con un valor de 0.789, mientras que el primero era el Distrito Federal con 0.871 y el último Chiapas con 0.693; el promedio nacional fue de 0.791. Los únicos municipios en el estado de Morelos que clasifican con un IDH bueno (superior a 0.820) son Axochiapan, Cuernavaca, Jiutepec, Jojutla y Zacatepec.
A pesar de ser un gran esfuerzo internacional y nacional, el Índice de Desarrollo Humano no puede medir la calidad de vida, son muy pocos indicadores. Este esfuerzo se puede hacer exclusivamente a nivel local y ya existen varias ciudades en el mundo que han seleccionado sus propios indicadores y los evalúan anualmente, de tal forma que tienen imágenes del avance de sus ciudadanos y sociedad. Ejemplos son Jacksonville, Seattle, Sacramento, Ontario y Barcelona.
En la Ciudad de Jacksonville en Estados Unidos, hace 25 años seleccionaron indicadores que consideraron significativos y útiles entre cientos de ciudadanos y autoridades; y reflejaban una mezcla de ideales (lo que nos gustaría medir) y de pragmatismo (lo que somos posibles de medir). Tomados en su conjunto establecen un programa de desarrollo de la comunidad. Así, la calidad de vida se refiere al sentimiento de bienestar y satisfacción que resulta de avanzar en nueve factores, que agrupan a 111 indicadores cuantitativos y cualitativos: alcanzar excelencia educativa; establecer una economía vigorosa; preservar el medio ambiente; promover un bienestar social sin desigualdades; disfrutar el arte, la cultura y la recreación; tener una comunidad saludable; mantener un gobierno responsable e involucrado; transportarse de manera eficiente y lograr una comunidad segura.
¿Por qué no definimos ya nuestros factores e indicadores para cada ciudad en Morelos?
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