publicada en La Jornada Morelos el 18 de julio de 2011
La industria del azúcar y el alcohol en Brasil ha crecido enormemente en las últimas décadas. Este país es uno de los mayores productores de etanol del mundo con 17,500 millones de litros en 2006 (cerca del 34% de la producción mundial de 51,000 millones de litros de etanol ese año), y ocupa el segundo lugar después de los Estados Unidos, que produce 18,500 millones de litros, equivalentes al 36% de la producción mundial. Sin embargo, el etanol brasileño presenta ventajas con respecto al estadounidense en competitividad y precio debido a la diferencia energética de la materia prima utilizada y a las tecnologías aplicadas en ambos países. También, Brasil es el mayor exportador de etanol del mundo. Los principales destinos de sus exportaciones son: la Unión Europea (29.3%), los Estados Unidos (25%), el Japón (10.3%) y Jamaica (8.3%). Si bien la participación del Brasil en el mercado mundial de etanol es grande, se trata de un mercado todavía en desarrollo que ofrece muchas posibilidades hasta su consolidación.
La revista de la Comisión Económica para América Latina, en su número 103, de abril de 2011, presenta un artículo de Eduardo Strachman y Gustavo Milan Pupin, ambos de la Universidade Estadual Paulista “Júlio de Mesquita Filho” en Brasil, titulado “El sector brasileño del azúcar y el alcohol: evolución, cadena productiva e innovaciones”, donde examinan cómo Brasil y en particular el estado de São Paulo se convirtieron en importantes actores en ese sector y exponen una teoría sobre la relevancia de las innovaciones en el aumento de la competitividad, la productividad y el número de productos derivados. También, analizan la cadena de valor global del sector del azúcar y el alcohol y muestran que está bajo el control nacional, algo poco frecuente en otras cadenas de las que el país forma parte. Finalmente, destacan las innovaciones más recientes en el sector, que reflejan la preocupación por el incremento de la competitividad.
Empiezan señalando que muchos especialistas se preocupan por la posibilidad de que el cultivo de caña de azúcar sustituya a las plantaciones que antes proporcionaban alimentos a la población brasileña y mundial. Otros temen que la expansión de ese cultivo alcance a la selva amazónica, agudizando la deforestación y en consecuencia el impacto ambiental de esta industria. Indican que ante el crecimiento del sector azucarero y la necesidad de combinarlo con la sustentabilidad socioambiental de la agroindustria, surge la necesidad de nuevas tecnologías que garanticen, entre otras cosas, el aumento de la productividad, la eliminación de las quemas que anteceden a la cosecha, el adecuado descarte o utilización de los residuos productivos y una mayor eficiencia en la generación de energía.
Consideran que entre las principales causas del crecimiento del mercado del etanol se cuentan la ampliación de la flota de vehículos que utilizan indistintamente varias proporciones de etanol y gasolina, que en la actualidad se limita sobre todo al mercado brasileño y corresponde al 81% de sus ventas de autos nuevos en 2007, y también el incremento o el inicio, dependiendo del país, de la política de mezcla o adición de alcohol a la gasolina. Otro factor importante para el crecimiento de la demanda de alcohol proviene de su posible uso para la generación de nuevos subproductos en el ramo de la química. Eso sería posible mediante la transformación de los ingenios en biorrefinerias; es decir, complejos de equipos, instalaciones y procesos para convertir la biomasa en biocombustibles, productos químicos (alcohol etílico, butanol, acetona, entre otros) y energía eléctrica por cogeneración.
La cadena productiva de la caña de azúcar en Brasil está completamente estructurada. El país domina todo el proceso productivo y de distribución y posee las mejores tecnologías para la producción de alcohol y azúcar del mundo.
Existen sin embargo, según los autores, algunos aspectos que podrían promover aún más el desarrollo de este sector en Brasil: Crecimiento vertical de la producción de caña de azúcar (más producción en la misma área plantada debido a la investigación y desarrollo sobre conversión de la lignocelulosa principalmente) y mecanismos de almacenamiento estratégico de alcohol, para evitar la fluctuación de los precios y la escasez de la oferta. Garantizar e incentivar el registro de patentes nacionales e internacionales con respecto a las tecnologías brasileñas de producción del alcohol, garantizando la apropiación de eventuales regalías. Divulgar la imagen de Brasil como proveedor mundial de vanguardia en agroenergía y soluciones ambientales (alcohol combustible, biodiesel, créditos de carbono, tecnologías limpias, entre otras) beneficiaria al país y favorecería la comercialización de sus productos y servicios.
Estos esfuerzos garantizarían que el etanol de caña no se confundiera con el proveniente de otras fuentes agrícolas que compiten con los alimentos (como el maíz o la remolacha), y eventualmente aminoraría las restricciones para ingresar en algunos mercados internacionales, señalan. También, los responsables de los ingenios podrían diversificar sus actividades e invertir conjuntamente en canales de distribución que garanticen un flujo de etanol mayor y más rápido hacia el mercado interno y externo.
En Morelos tenemos los conocimientos y las capacidades para transformar nuestros ingenios azucareros en centros industriales viables económicamente, que generen empleos, no compitan con la producción de alimentos y respeten al ambiente. Se debe identificar en primer lugar nuestra inserción en toda la cadena productiva internacional y entonces establecer los nichos de oportunidad socioeconómica.
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