publicado en La Jornada Morelos el 8 de agosto de 2011.
Todos los días estamos expuestos a sufrir un accidente, ya sea en la cocina, el coche, el trabajo, la escuela e incluso el hospital. Esperamos que éste sea menor y podamos continuar con nuestra rutina. Sin embargo, éste puede tan serio que cause una ruptura en nuestro patrón de vida y aún terminar con ella. Para disminuir la probabilidad de tenerlos hay que tomar precauciones bien conocidas; por ejemplo, fijarse antes de cruzar la calle, abrocharse el cinturón antes de que se mueva el vehículo o no dejar cuchillos desatendidos. Adicionalmente, existen eventos extremos que tienen dos características: son inusitados, fuera de nuestra experiencia diaria, y pueden cambiar drásticamente nuestra forma de vida. Ejemplos son, de origen natural, huracanes, terremotos, erupciones volcánicas o asteroides chocando con la tierra, o de origen humano, pandemias, fugas de petróleo, ataques terroristas, crisis financieras o desabasto de alimentos.
John Casti, del Instituto Internacional para el Análisis de Sistemas Aplicados, en Austria, escribió un documento sobre las “Cuatro Caras del Mañana”, como una contribución al proyecto que sobre “Futuros Shocks Globales” tiene la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, y que fue publicado en febrero de este año. Presenta un panorama de los conceptos e ideas que definen a un evento extremo y explora varios métodos para anticipar y aún predecir algunas veces su ocurrencia. El énfasis en su documento es sobre eventos sociales más que sobre los naturales y la aportación principal es su método de análisis estructural para descomponer el problema en elementos que sí puedan ser atendidos.
Todo evento está caracterizado por dos periodos de tiempo, nos asegura Casti. El primero mide el tiempo en que se desarrolla, desde su inicio a su fin; por ejemplo, un terremoto pude durar segundos o minutos, y una crisis financiera puede durar meses o años. El segundo mide el tiempo en que se siente el impacto del evento; por ejemplo, en el choque de un asteroide su efecto puede sentirse por miles de años, y en un huracán puede sentirse por meses o años. También, el propio desarrollo de los eventos extremos tienen características para su seguimiento: estadísticas, cuando se tiene la suficiente información; dinámica, porque son procesos que siempre están fuera de equilibrio; evolución, ya que cambian drásticamente el sistema sobre el que actúan; más relevancia del efecto que de la causa, por la incidencia que tienen en el comportamiento de la vida humana; la sola posibilidad del evento, porque la magnitud y efecto del evento junto con la seguridad de no tener los elementos para solventar sus efectos puede impedir la acción, y los protocolos de reacción, que típicamente subestiman la posibilidad de su ocurrencia. Finalmente, los temas conceptuales que componen el esquema para analizar eventos extremos, listados por Casti, son: anticipación, predicción, tendencias, análisis de riesgos extremos y modelaje.
Entender cabalmente el concepto de riesgo es fundamental en este tema, señala Casti. Se define al riesgo como la probabilidad de que ocurra un evento negativo y la severidad de las consecuencias si éste ocurre. En cada ocasión debemos definir con la mayor precisión posible los conceptos probabilidad, negativo y severidad.
Cualquier evento extremo, ya sea de tipo natural, económico o ambiental, influye negativamente en el comportamiento social de las personas. Casti define dos etapas fundamentales, se empieza con intranquilidad social y pueden seguir los disturbios sociales. Asimismo, los disturbios sociales tienen dos niveles estructurales: primero, la falta de confianza en la habilidad de las instituciones para resolver los problemas en cuestión y, segundo, el miedo a lo que depara el futuro. Por lo que cualquier método que pretenda proveer señales tempranas de posibles intranquilidades sociales debe considerar estos dos factores. Además, en la medida que crece la diferencia entre las expectativas de la sociedad y la realidad, el ánimo de la sociedad se deteriora hasta que brota la violencia e incluso las revoluciones. Cómo medir el crecimiento de esta diferencia es fundamental para evitar transitar de la intranquilidad a los disturbios civiles; en cada situación debemos encontrar un indicador que nos mida el deterioro social.
Considera Casti que, entonces, la pregunta fundamental es cómo identificar las señales tempranas de un evento catastrófico. Conceptualmente significa que es posible tener un procedimiento sistemático para predecir sorpresas, lo que es paradójico. Sin embargo, sabemos que muchas cosas pueden pasar en el futuro pero algunas son más posibles y distinguir sus diferencias es el trabajo a realizar.
El ánimo social es un indicador temprano de los eventos sociales de todo tipo, asevera Casti. Por lo que desarrollar herramientas para medir y calibrar el ánimo social es un área de investigación de gran importancia. Las encuestas son un primer esbozo del tipo de herramientas necesarias.
En Morelos es importante establecer un programa que considere los siguientes aspectos: identificar el ánimo social en función de indicadores sociales específicos, diseñar una base de datos de indicadores sociales a partir de la cultura popular y conocer si existe algún patrón fijo, conocer las condiciones que podrían iniciar un cambio en el ánimo social, y reconocer la importancia de la economía y de la inequidad en el ánimo social. De esta forma se puede disminuir la posibilidad de ocurrencia de un evento extremo en nuestra sociedad.
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