22 oct 2013

Reducir el riesgo de desastres naturales.

publicado en La Jornada Morelos el 21 de octubre de 2013


El número de personas y comunidades que se encuentran en riesgo de sufrir daños severos a causa de fenómenos naturales es mayor que nunca y, en los países en desarrollo, éste seguirá creciendo. Cada vez es más común enterarnos o estar afectados por desastres ocasionados por huracanes, lluvias torrenciales, terremotos, sequías y epidemias. Por un lado, la falta de respeto a nuestros ecosistemas y la construcción de infraestructura inadecuada nos hacen más vulnerables. Por otro, la falta de cultura para protegernos y responder a emergencias aumenta la cantidad de víctimas. ¿Cómo anticipar los eventos, limitar sus impactos negativos y posibilitar una recuperación más rápida?
            La Oficina del Profesor John Beddington, asesor científico en jefe del gobierno inglés y director de la oficina de gobierno para la ciencia, en Inglaterra, publicó un reporte sobre cómo reducir los riesgos de desastres futuros (Foresight Reducing Risks of Future Disasters: Priorities for Decision Makers (2012). Final Project Report. The Government Office for Science, London). El propósito es, pensando al año 2040, conocer cómo la ciencia puede utilizar la evidencia recolectada para entender la evolución del riesgo de desastres en el futuro, cómo éstos pueden ser anticipados y las acciones prácticas que deben ser tomadas para reducir sus impactos negativos.
            Una revisión de los desastres pasados y presentes muestra que los daños pueden ser extremadamente diferentes en su naturaleza, operan en una amplia gama de escalas espaciales y se desarrollan en muy diferentes rangos de tiempo. En los últimos 20 años y a nivel mundial, según el reporte, los desastres naturales han matado 1.3 millones de personas y causado daños económicos por 25 billones de pesos. Las sequías, terremotos y tormentas son las causas principales de muertes por desastres en los últimos 40 años. Los impactos indirectos son menos visibles pero tienen el potencial de arruinar la calidad de vida por muchos años. Un mensaje clave del reporte es que las consecuencias de ambos impactos, directos e indirectos, no son bien entendidos y están pobremente documentados, por lo que seguramente las cifras están subestimadas. Ejemplos de impactos indirectos son: disrupción del flujo comercial, reducción del incentivo por ahorrar e invertir y la desnutrición infantil.
            Los determinantes principales del riesgo de un desastre, establecidos en el reporte, son: la magnitud del peligro, la exposición y la vulnerabilidad. Además, los desastres estarán influenciados en el futuro por tres causas principales: el cambio ambiental global, el cambio demográfico y la urbanización. Los cambios ambientales y demográficos continuarán en la próximas tres décadas, ocasionando mayor exposición al peligro y aumentando la vulnerabilidad, así como reduciendo la resiliencia de la comunidad e incrementando la incertidumbre de la población. También, la velocidad de la urbanización en los países en desarrollo, sin diseño y planeación apropiados, incrementará el impacto negativo de los desastres. En este momento, ocho de las diez ciudades más pobladas en el mundo están en riesgo de ser afectadas severamente por un temblor y seis de las diez son vulnerables al surgimiento de tormentas y tsunamis.
            Mejorar la comprensión científica de los peligros es crucial para predecir con mayor precisión los riesgos. Los avances científicos en el conocimiento del riesgo de desastres naturales ya han ayudado a salvar muchas vidas, indica el reporte: por ejemplo, la predicción avanzada de la formación de ciclones tropicales o los sistemas de alerta temprana de inundaciones. Sin embargo, el estado actual de la predicción de peligros varía entre los tipos de desastres y entre las regiones del mundo. El reporte presenta resultados específicos sobre peligros hidrometeorológicos, inundaciones, sequías, terremotos, erupciones volcánicas, tsunamis y epidemias infecciosas de humanos y animales.
            El reporte concluye que también es necesario un cambio cultural, no sólo entre los que se identifican trabajando en el riesgo de desastres, si no especialmente los que están preocupados por el desarrollo sustentable de los países. Todos los tomadores de decisiones, ya sea en los sectores público, privado y social, necesitan considerar el impacto de sus acciones sobre el riesgo de los desastres. La nueva cultura debe usar de manera rutinaria la mejor evidencia disponible sobre el riesgo de desastres para tomar decisiones informadas en un amplio rango de temas. De no ser así, los beneficios del desarrollo, ya sean empleos creados u hospitales construidos, permanecerán en riesgo de ser destruidos por los desastres venideros.
            En Morelos, debemos ser conscientes del aumento en el número de desastres naturales durante las próximas décadas. Sin embargo, el conocimiento científico tendrá un papel muy importante en la evaluación de los peligros futuros y sus impactos, para desarrollar sistemas de alarma temprana más efectivos y tomar acciones decisivas en la reducción del riesgo de los desastres. Es fundamental disminuir la vulnerabilidad de nuestras comunidades.

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