La variabilidad y el cambio climáticos y los fenómenos extremos como las
inundaciones y las sequías han producido un acercamiento entre climatólogos,
hidrólogos y científicos sociales en investigaciones y proyectos conjuntos,
estos últimos llamados a proporcionar conocimientos sobre los procesos sociales
involucrados –en particular los relacionados con la vulnerabilidad social- y a
anticipar futuras configuraciones de catástrofes producidas por el cambio
climático. Esta colaboración se ha extendido en la medida en que la apropiación
social de la ciencia se torna imprescindible a la hora de tomar decisiones, no
sólo ante eventos extremos, sino también cuando los patrones de variabilidad
climática son de menor intensidad. Debemos impulsar actividades generadoras de
conocimiento que tengan un impacto positivo en la solución de los más
importantes problemas nacionales, estatales y locales.
Cecilia Hidalgo y Claudia E.
Natenzon, de la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de Buenos
Aires, Argentina, publicaron el artículo “Apropiación social de la ciencia:
toma de decisiones y provisión de servicios climáticos a sectores sensibles al
clima en el sudeste de América del Sur”, en la Revista Ciencia, Tecnología y Sociedad
(nº 25, vol. 9, Enero de 2014, pág. 133-145). En él proponen que los
significativos avances de la ciencia climática de nuestros días aún deben ampliarse
si han de proporcionar información de la que puedan apropiarse los tomadores de
decisiones tanto públicos como privados y que el concepto de “servicios
climáticos”, adoptado por la Organización Meteorológica Mundial, sintetiza la
vocación explícita de poner en el centro de atención las necesidades y
expectativas de distintos perfiles de actores y sectores sensibles al clima, apuntando
a una visión integradora de los sistemas socio-ambientales.
Cada vez son más comunes
las formas de organización de la investigación tendientes a apoyar determinadas
tomas de decisiones, a proporcionar estimaciones directas de la incertidumbre y
a satisfacer las necesidades de los sectores más sensibles al clima. Estas son
formas, consideran las autoras, que instan a la “coproducción” del conocimiento e implican la colaboración
entre investigadores, agentes sociales y funcionarios gubernamentales, reunidos
para desarrollar no sólo una contribución científica, sino para ofrecer una
visión renovada de las relaciones entre el conocimiento, la naturaleza y la
sociedad. ¿Cuáles son las
características de este nuevo enfoque de la producción de conocimiento? ¿Cómo
conceptualizar las nuevas tendencias en las prácticas de investigación que
están surgiendo, donde los científicos sociales son invitados a desplegar las
potencialidades de su competencia en lo que se ha dado en denominar la
“dimensión humana” de la variabilidad y el cambio climáticos? Pueden
distinguirse dos sentidos principales del concepto de coproducción, ambos de gran
importancia explicativa a la hora de dar cuenta de las relaciones entre ciencia
y sociedad, entre los sistemas humanos y los sistemas naturales. Uno se centra
en la articulación de talentos, perspectivas y valores necesarios para producir
nuevos tipos de conocimiento; el otro, en las transformaciones entrelazadas de
las identidades, las instituciones, los lenguajes y los discursos que
caracterizan el funcionamiento de la ciencia y la tecnología en la sociedad.
Los grandes temas que conforman la
agenda de investigaciones sobre las dimensiones humanas del cambio ambiental
global incluyen, según las autoras: el uso de recursos; sus dimensiones
sociales; los cambios en el uso y la cobertura de la tierra; la transformación
industrial; la producción y el consumo de energía; las interacciones
tierra-océanos en zonas costeras; la urbanización; la seguridad ambiental y el
desarrollo sustentable; la percepción y evaluación de las condiciones y cambios
ambientales globales; y los aspectos institucionales (locales, nacionales,
internacionales) del cambio ambiental global.
Un concepto fundamental
frente al Cambio Climático es el de “adaptación” que, en ciencias naturales,
remite a la teoría de la evolución y es sinónimo de vida, aún en condiciones
extremas. Así, las estrategias adaptativas al clima y al ambiente constituyen
la cultura de una sociedad, poniendo de manifiesto procesos creativos
desarrollados históricamente, de acuerdo a las autoras. Estos procesos o
caminos socioculturales se manifiestan en hábitos, costumbres, comportamientos,
tradiciones y prácticas específicas que son parte del cotidiano en ciertas
sociedades o ciertos sectores sociales.
Entre las lecciones generales que las autoras han formulado como
recomendaciones incluyen: adaptar ahora, tomando acciones inmediatas que
reparen los daños; crear las condiciones que permitan la adaptación; integrar
la adaptación con el desarrollo; aumentar la conciencia y el conocimiento;
fortalecer las instituciones; proteger los recursos naturales; proporcionar asistencia
financiera; involucrar a las personas que están en riesgo; y usar estrategias
específicas para cada lugar.
El concepto de
“servicios climáticos”, adoptado por la Organización Meteorológica
Mundial, condensa el cambio de enfoque que se ha ido perfilando a lo
largo de las distintas iniciativas y programas dedicados al cambio climático,
establecen las autoras. No es un mero cambio de rótulo sino que sintetiza la
vocación explícita de poner en el centro de atención las necesidades y
expectativas de distintos perfiles de actores y sectores sensibles al clima,
apuntando a una visión integradora de los sistemas socio-ambientales. Para
proveer estos servicios, la producción de información climática no es
suficiente: cobra relevancia que la comunicación entre científicos, decisores y
legos permita articulaciones y ajustes de los resultados, traducción de la
información en impactos y pautas de acción viables, y la exploración de formas
institucionales innovadoras.
Las actividades operacionales
previstas por las autoras apuntan a: interpretar y evaluar las predicciones que
realizan los centros mundiales dedicados al clima; elaborar productos
regionales (en especial proyecciones estacionales) adaptados a las necesidades
de los potenciales usuarios; proporcionar acceso en línea a estos productos y
servicios; evaluar tales productos y servicios sobre la base de la
retroinformación que los usuarios faciliten; realizar diagnósticos climáticos
que incluyan la variabilidad del clima y los extremos climáticos a escala
regional y subregional; establecer una climatología histórica de referencia y
un sistema regional de vigilancia; y coordinar la formación de los usuarios en
la interpretación y posibilidades de uso de los productos provistos por los
centros climáticos regionales.
En Morelos, debemos apropiarnos
del cambio climático, ya que el 98 por ciento de los científicos sabemos que es
un hecho y que afectará seriamente la forma de vida de nuestros hijos y nietos.
Es urgente definir estrategias específicas de vinculación entre investigadores,
tomadores de decisión y público en general para adaptarnos a sus efectos, ya
que por nuestra situación geográfica sufriremos más que otras regiones en el
país.
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