publicado en La Jornada Morelos el 12 de mayo de 2014.
La calidad de vida de la humanidad depende del necesario balance entre la
innovación tecnológica y el conocimiento de su impacto social, económico y
ambiental. El desarrollo sustentable depende del avance de la tecnología entendida
como un proceso social. Los enormes avances científicos y tecnológicos que se
están teniendo en la manipulación a niveles atómicos de materiales orgánicos e
inorgánicos tendrán enormes beneficios en la alimentación, la salud, los
energéticos y la construcción, entre otros sectores, siempre y cuando se avance
con un total sentido de responsabilidad al evaluar sus posibles impactos
negativos; practicando análisis de riesgo-beneficio precisos y transparentes
para las comunidades.
Randall Mayes, Field Editor for Wild Cards at TechCast
Global, publicó el artículo “¿Hacia dónde nos llevará el siglo de la biología?
(Where Will the Century
of Biology Lead Us? The
Futurist, May-June 2014, Vol. 48, No. 3). Presenta un análisis de tendencia
tecnológica que ofrece una visión de la biología sintética, sus aplicaciones
potenciales, los obstáculos a su desarrollo y las perspectivas de su aprobación
por el público.
Los bioingenieros
(biología más ingeniería) se enfocan a construir sistemas biológicos sintéticos
al utilizar partes compatibles estandarizadas que se comporten de manera
predecible, señala el autor. Ellos sintetizan partes de ADN que conforman
componentes especializados y que, al unirlos, resultan en sistemas biológicos.
En la medida que la biología se comporte realmente como un área de la
ingeniería, se podrán crear genomas usando unidades modulares producidas en
masa, de manera similar a las industrias de la microelectrónica y de la
computación. En la actualidad, los proyectos en bioingeniería cuestan millones
de dólares y tardan años en desarrollar productos. Para que la biología
sintética se convierta en la siguiente revolución industrial, las pequeñas
industrias deberán poder pagar los costos asociados al conocimiento y utilizar
procesos automatizados.
Existen dos retos
principales para desarrollar la biología sintética, según el autor: el primero
es la complejidad de los sistemas biológicos, ya que al ensamblar componentes
sintéticos se debe evitar la intercomunicación cruzada con otros caminos
biológicos, lo que excluye por ahora la terapia genética por posibles efectos
laterales nocivos; y el segundo es el desarrollo de tecnologías asociadas, como
los genomas tienen miles de millones de nucleótidos serán necesarias
computadoras aún más rápidas, potentes y económicas.
Para identificar genes y
hacer secuencias sintéticas de ADN son necesarios secuenciadores y
sintetizadores. El autor indica que existen proyecciones sobre la capacidad de
secuenciar genomas humanos por 15 mil pesos, en el año 2020. El costo de leer y
escribir nuevos genes y genomas está disminuyendo a la mitad en menos de dos
años. Así, nos acercamos al momento en que deberían ocurrir importantes
desarrollos en el área de la biología sintética.
La capacidad
computacional que crece exponencialmente en las aplicaciones genómicas y,
también, el avance enorme en el uso de impresoras tridimensionales han abierto
la posibilidad de imprimir tejidos y órganos para construir partes humanas,
establece el autor. Los bioingenieros ya han fabricado prototipos artificiales
de válvulas cardiacas, hueso, piel, tubos vasculares e implantes dentales. El
método consiste en diseñar a la medida impresoras 3-D que aplican capa sobre
capa de “tinta” con células vivas. De esta forma, se volvería obsoleto esperar
por órganos para llevar a cabo trasplantes, con el beneficio adicional de que
no habría rechazo de ellos, ya que se harían de las mismas células del
paciente.
Se han impreso réplicas de riñones
humanos que operan como los naturales al romper toxinas, metabolizar y secretar
fluidos, asegura el autor. También, se han fabricado bio-impresoras que pueden
inyectar muy diferentes tipos de células, como si fueran diferentes colores en
una impresora normal, que han sido cultivadas del propio paciente y, así, crear
partes humanas con diferentes estructuras internas de acuerdo a las
especificaciones de programas computacionales. Asimismo, ya se está
investigando en el uso de enzimas creadas por métodos de bioingeniería en
microorganismos para descomponer desechos industriales, petróleo, metales
pesados, material radiactivo y pesticidas.
Sin embargo, el desarrollo y uso
de estos bio-productos implica trabajar con organismos genéticamente
modificados y dejarlos libres en el ambiente, lo que causa preocupaciones
legítimas, comenta el autor. Entonces, cada producto creado por la
bioingeniería debe ser probado cuidadosamente contra riesgos a la salud y al
ambiente. Las instancias reguladoras de la industria deben analizar tanto los
riesgos como los beneficios de cada uno de estos productos, aplicando el método
de proporcionalidad para no retrasar beneficios sociales, al atender eventuales
riesgos despreciables para obtener pequeñas ganancias en seguridad.
En Morelos, debemos establecer
un programa de gran envergadura que impulse la ciencia y la innovación en
biología sintética y, simultáneamente, analice sus implicaciones en el ambiente
y en la salud. Los beneficios potenciales de la bioingeniería son enormes y no
podemos quedarnos atrás en el desarrollo de este novedoso campo del
conocimiento.
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