Achim Steiner, Director Ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente, ha planteado: Si alguien
propone que se podrían salvar cada año alrededor de 2.5 millones de vidas,
reducir las pérdidas agrícolas globales anuales en casi 30 millones de
toneladas y frenar el cambio climático en cerca de medio grado Celsius... ¿qué
harías? Actuar, por supuesto… También, Amparo Martínez Arroyo, Directora General del Instituto Nacional
de Ecología y Cambio Climático, ha escrito que vivimos en un planeta cuya
temperatura global es la más alta de los últimos 11,000 años, como resultado,
en buena medida, de las actividades humanas, y que México es uno de los países
más vulnerables a los efectos de tal transformación. ¿Por qué los gobiernos,
las sociedades y los individuos no actúan decididamente? Tal vez, porque hemos
sido educados para que nuestras acciones tengan beneficios de corto plazo y, en
general, pensamos que cambiar la tendencia del calentamiento global será el
resultado de largo plazo de nuestras acciones cotidianas. Sin embargo, sí es
posible actuar y alcanzar beneficios ya.
La Coalición de Clima y
Aire Limpio para Reducir los Contaminantes de Vida Corta (CCAC), la Secretaría
de Medio Ambiente y Recursos Naturales, y el Instituto Nacional de Ecología y
Cambio Climático publicaron la traducción al español del documento “HORA DE
ACTUAR para reducir los contaminantes climáticos de vida corta” (http://www.unep.org/spanish/ccac/). Este documento destaca que para el combate al Cambio Climático
existen esfuerzos con efectos identificables a corto plazo y destaca la reducción
de los llamados contaminantes climáticos de vida corta (CCVC), como el carbono
negro, el metano, el ozono troposférico y muchos hidrofluorocarbonos (HFC).
El documento identifica
a cada uno de estos CCVC. El carbono negro es el componente principal del
hollín. Se produce como resultado de la combustión incompleta de los
combustibles fósiles y de la biomasa en motores diesel; por la quema
residencial de combustibles sólidos, como el carbón, la madera y el estiércol,
y en algunas instalaciones industriales, como los hornos ladrilleros
tradicionales. El metano (CH4) es un poderoso gas de efecto invernadero con
una vida atmosférica de aproximadamente doce años. Casi el 60 por ciento del
metano proviene de actividades humanas. La agricultura (cría de ganado y
producción de arroz), la producción y la distribución de combustibles, y la
gestión de residuos urbanos y aguas residuales, representan 97 por ciento de
las emisiones antropogénicas globales de metano. El ozono (O3) se conoce como
un gas secundario porque no se emite directamente sino que se forma por la
oxidación, producida por la luz solar, de gases precursores, como el metano
(CH4), el monóxido de carbono (CO), los compuestos orgánicos volátiles que no provienen
del metano (COVNM) y los óxidos de nitrógeno (NOx). El O3 troposférico es el
principal componente de niebla urbana y un oxidante altamente reactivo, que
cuando se inhala puede causar bronquitis, enfisema, asma y dañar
permanentemente el tejido pulmonar. Finalmente, los hidrofluorocarbonos (HFC)
son potentes gases de efecto invernadero hechos por el hombre, y se usan en
los aires acondicionados, proceso de refrigeración, retardantes de flama en
espumas aislantes, disolventes y aerosoles.
Una valoración coordinada
por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la
Organización Meteorológica Mundial (OMM), según el documento, identificó 16
medidas de mitigación de CCVC de aproximadamente ciento treinta controles ya existentes.
Dichas medidas son, de acuerdo al documento: 1. Reemplazar estufas
tradicionales de leña por estufas a
base de combustibles más limpios (Gas Natural y LP); 2. Reemplazar las
formas tradicionales de cocinar y calentar por estufas eficientes de leña; 3. Reemplazar estufas y fogones de
leña con desperdicios de madera
reciclada y aserrín; 4. Reemplazar piezas de carbón con ladrillos de carbón para cocinar y
calentar; 5. Reemplazar los hornos de ladrillos artesanales con pozos verticales y hornos tipo Hoffman; 6. Reemplazar
los hornos tradicionales de cocción con hornos
modernos de recuperación; 7. Instalar filtros de partículas diesel para vehículos para carretera e industriales;
8. Eliminar vehículos diesel con
altos niveles de emisiones; 9. Prohibir las quemas a cielo abierto de residuos agrícolas; 10. Airear
intermitentemente los campos de cultivo
de arroz anegados continuamente; 11. Reducir las emisiones de metano de ganado; 12. Desgasificar pre-mina y
recuperar y oxidar del CH4 de las ventilaciones de aire provenientes de las minas de carbón; 13. Recuperar y
usar el gas y las emisiones fugitivas de
la producción de petróleo y gas natural;
14. Reducir las filtraciones en
los ductos de transporte de gas a larga
distancia; 15. Separar y tratar residuos
municipales biodegradables y colectar gas residual; y 16. Modernizar el
tratamiento de aguas residuales con
recuperación de gas y control de flujo excesivo.
La implementación
completa de estas 16 medidas para 2030, establece el documento, podría prevenir
una proporción significativa de las seis millones de muertes anuales que se
estima guardan relación con la contaminación del aire, así como evitar
pérdidas anuales que podrían superar las 135 millones de toneladas provenientes
de las cuatro principales cosechas anuales, lo que representa un incremento de
hasta 4 por ciento del total de producción mundial anual. También, sería
posible evitar del orden de 0.5 °C de
calentamiento global adicional para 2050 y 0.7 °C en el Ártico para 2040. Esto
podría disminuir el actual crecimiento del calentamiento global a la mitad
para 2050 y a dos tercios en el Ártico para 2040. Asimismo, reducir las
perturbaciones en los patrones de lluvia daría lugar a monzones más estables;
desacelerar el derretimiento de los glaciares representaría menores
interrupciones en las corrientes oceánicas y un aumento no tan severo en los
niveles del mar, las inundaciones y marejadas; y reducir la contaminación del
aire ayudaría a preservar ecosistemas clave, como la selva amazónica. Además,
evitar el crecimiento de los HFC con más potencial de calentamiento a nivel
global, podría evitar un 0.1 °C adicional de calentamiento global para 2050 y
hasta 0.5 °C para 2100.
En Morelos, debemos poner
en marcha opciones rentables y a la mano para enfrentar los CCVC, como
prevenir las emisiones de carbono negro de motores diesel y de los hornos ladrilleros;
aprovechar el metano de los vertederos de desechos orgánicos como fuente de
energía y el uso de nuevas tecnologías para evitar el uso de los HFC. Lo que
proporcionaría beneficios extraordinarios a corto plazo en términos de salud
pública, seguridad alimentaria y protección del clima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario