publicado en La Jornada Morelos el 20 de octubre de 2014
La democracia no es
sólo un concepto enmarcado en las relaciones de poder político, también existe una
visión socioeconómica cuya meta está vinculada a una “democracia más
igualitaria”. Así, democratización alude al conjunto de procesos que tienden a
difundir el poder en la sociedad, haciendo menos desigual su distribución entre
los diversos sectores de la misma. Entonces, la democratización relacionada al
conocimiento sugiere vincular el propósito de disminuir las desigualdades en el
uso del conocimiento con las decisiones sobre conocimiento, a través de las
vinculaciones de la gente con las cuestiones planteadas.
Rodrigo
Arocena, profesor de Ciencia y Desarrollo, Facultad de Ciencias, Universidad de
la República, Uruguay, escribió “La investigación universitaria en la democratización
del conocimiento” (Revista Ciencia, Tecnología y Sociedad, no 27, vol. 9, pág.
85-102, Septiembre de 2014). Este trabajo trata las relaciones entre conocimiento
de alto nivel y expansión de la desigualdad social; al esbozar lo que cabe
entender por democratización en general y luego vincular tal noción con el
conocimiento, señalando ciertas avenidas mayores para ponerlo al servicio del
enfrentamiento a la desigualdad.
Democratizar
el conocimiento exige pues generalizar los aprendizajes que expanden
capacidades y libertades, individuales y colectivas, señala el autor. Las
desigualdades en el uso del conocimiento tienen que ver ante todo con las
diferentes posibilidades de acceder a la educación superior. Entre quienes
acceden a ella, la calidad de la enseñanza que se les brinda constituye un factor
mayor y de importancia creciente para la estratificación social. Allí pueden
radicar algunos de los grandes conflictos de nuestro tiempo; las grandes
movilizaciones estudiantiles con amplio respaldo popular son un claro ejemplo.
Los
países que al presente han alcanzado niveles apreciables de desarrollo, en el
sentido de que ofrecen comparativamente la mejor calidad de vida, tienen en
común, y sin menoscabo de sus múltiples diferencias, el haber generalizado el
acceso a la enseñanza terciaria, apunta el autor. Las reformas primordiales
para la democratización del conocimiento tienen que ser las que contribuyan a
la generalización del acceso efectivo a formas diversas de la educación
avanzada de alto nivel, conectada a lo largo de la vida entera con el trabajo,
el ejercicio de la ciudadanía, la cultura y la mejora de la calidad de vida
individual y colectiva. Ello supone que lo único que se puede aprender de
manera definitiva es a seguir aprendiendo siempre; junto con el énfasis en las
personas como agentes y no como pacientes; resaltando que estamos hablando de
la enseñanza activa, definida como aquélla en la cual sus principales
protagonistas son quienes aprenden.
En líneas
muy generales, las siguientes tres características son propias de la investigación
latinoamericana, considera el autor. En primer lugar, la dimensión
universitaria de esa investigación es fuerte en lo interno, en el sentido de
que da cuenta de una parte muy sustantiva del total de la creación de
conocimientos que se lleva a cabo en
la región, proporcionalmente bastante mayor a la que se registra en los países
del Norte. En segundo lugar, esa investigación es débil en lo externo, no sólo
con los países mencionados sino también con varios del este de Asia. En tercer
lugar, son bastante limitadas las perspectivas de expansión de la investigación
latinoamericana en su conjunto, y no sólo en las universidades,
fundamentalmente porque es escasa la demanda de conocimiento avanzado que surge
de las dinámicas económicas. ¿Cómo mejorar tales perspectivas?
El
autor propone el establecimiento de programas de investigación e innovación
orientadas a la inclusión social. Lo específico y, al mismo tiempo, lo
tremendamente dificultoso de programas de este tipo es que se busca vincular al
conocimiento del más alto nivel, en todas las áreas temáticas, con la solución
de los problemas de los sectores más postergados. Se intenta hacerlo en una
perspectiva del desarrollo cuya principal herramienta es expandir las
capacidades y las libertades de la gente, consideradas no como pacientes sino
como agentes. Se trata de impulsar la democratización del conocimiento mediante
la expansión, en materia de conocimiento avanzado, del demo-beneficio, también
del demo-involucramiento e incluso del demo-poder de los sectores más
postergados. Eventuales avances en esa dirección tendrían un valor ético que está
fuera de discusión. Podría también generar legitimidad y respaldo ciudadano
como para que la democracia política lleve a ubicar establemente en lugares
destacados de la agenda pública las acciones en pro de la expansión de la
investigación, así como de la educación superior y del uso socialmente valioso
del conocimiento.
En Morelos, debemos impulsar la investigación
conectada con la democratización del conocimiento que requiere de la construcción
de un sistema de evaluación de la investigación –serio, flexible y plural– que
estimule la conjugación de calidad académica y compromiso social. Sin embargo,
buscar esa unión es la meta definitoria de la universidad pública.
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