La participación del sector privado es fundamental para alcanzar reducciones significativas en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a la atmósfera y actuar contra el Cambio Climático. Es imperioso que los gobiernos acuerden con el sector empresarial las acciones de comando y control necesarias, así como los incentivos requeridos, para alcanzar los objetivos de mitigación y adaptación identificados por la comunidad científica y tecnológica.
Hace un año, el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) publicó recomendaciones sobre las actividades que debe realizar el sector empresarial, con apoyo de los gobiernos, para reducir los impactos del Cambio Climático. Formaron un grupo de trabajo compuesto por personal idóneo de ochenta compañías asociadas al WEF y por cerca de cuarenta expertos de universidades, organizaciones no gubernamentales e instituciones del sector público. El propósito fue diseñar un plan de acción ambientalmente efectivo y económicamente eficiente. La clave de las recomendaciones se sustenta en una alianza público–privada que construya mecanismos de colaboración en las áreas de inversión, eficiencia energética, desarrollo tecnológico y métrica común, que fomenten la inversión y la innovación privadas a una escala suficiente para transformar los sistemas industriales mundiales en unas cuantas décadas.
Establecieron que esta propuesta, catalogada como “de abajo hacia arriba” es necesaria para lograr acuerdos del tipo “arriba hacia abajo” como los que establecen las naciones en reuniones multinacionales; por ejemplo, en la COP-16, que se está llevando en Cancún. Consideran que esta nueva dimensión es de importancia para los gobiernos por las siguientes razones: un esfuerzo más orientado a los resultados en eficiencia energética, tecnología, inversión, deforestación y adaptación es imprescindible para darle credibilidad a las metas de mediano plazo establecidas por los acuerdos de las Naciones Unidas; dada la enorme cantidad de recursos que se requiere invertir y el reciente deterioro de las finanzas públicas de la mayoría de los países, es fundamental una mayor participación del capital y de la tecnología de las empresa privadas de los países desarrollados para apoyar el progreso de los países en vías de desarrollo, y al considerar que tomará más tiempo llegar a acuerdos globales en esta materia, es muy importante redoblar esfuerzos en acciones concretas.
La eficiencia energética es la estrategia disponible más efectiva para cambiar rápidamente la huella de carbón de la mayoría de las economías y mitigar emisiones de GEI. La Agencia Internacional de Energía (AIE) considera que aumentos en la eficiencia energética podrían llegar a reducir en 50 por ciento el monto de reducción potencial de GEI y, lo que es más importante, llevar a cabo estas reducciones se pagaría totalmente con los ahorros energéticos realizados.
Además, estiman que el potencial de tecnologías clave ya existentes para reducir emisiones de carbón es hasta del 11 por ciento del monto de la reducción potencial para el año 2030 y hasta del 27 por ciento al 2050. Avanzar en estas reducciones requiere de mayores inversiones en ciencia y tecnología, y la implantación masiva de sus innovaciones. La reducción del riesgo en la inversión de estas actividades es posible con proyectos conjuntos entre los sectores público y privado.
Indican que el 75 por ciento de la infraestructura energética mundial que será necesaria al año 2030 todavía está por construirse. Según la AIE, la mayoría de estos proyectos será en las economías emergentes; en particular, en China e India. Los costos estimados varían pero los países en vías de desarrollo deberán invertir cientos de miles de millones de dólares en tecnologías bajas en carbón durante los próximos 15 años. No se puede esperar que estos montos de financiamiento sólo provengan de la asistencia para el desarrollo de los países industrializados o de mecanismos internacionales, como el mecanismo de desarrollo limpio. El mayor potencial de financiamiento será de inversionistas institucionales como los fondos de pensiones, las compañías de seguros y los bancos privados, entre otros.
Es imprescindible que las empresas reporten públicamente el impacto que cada una tiene con relación al Cambio Climático. Sólo con el establecimiento de un método de análisis común será posible consolidar la información y hacer comparaciones relevantes, y establecer metas significativas para que los mercados financieros internalicen aspectos ambientales cruciales en la asignación de capital.
Evitar la deforestación es otro de los mecanismos importantes para alcanzar los objetivos en la reducción de emisiones de GEI. Estiman que una cuarta parte de la reducción potencial podría resultar de mantener el uso del suelo actual y establecer economías basadas en el uso sustentable de los recursos vegetales en el planeta.
En Morelos se deben establecer políticas públicas para acelerar las acciones empresariales de mitigación y adaptación al Cambio Climático, tales como: incorporar al sector privado en la planeación, establecer los incentivos necesarios, implantar criterios operacionales para la adecuada gestión ambiental de las empresas y financiar conjuntamente las innovaciones tecnológicas necesarias.
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