No deben quedarnos dudas sobre la necesidad de impulsar decididamente acciones que nos permitan revertir el Cambio Climático de nuestro planeta y también de preservar y reconstituir los ecosistemas locales a niveles de contaminación que no dañen nuestra salud y nuestro desarrollo. Emprender el camino del desarrollo sustentable a pasos acelerados es una necesidad impostergable. Al mismo tiempo, uno de los principales objetivos sociales es la creación de empleos seguros y bien remunerados, y en cantidades que permitan resarcir los rezagos históricos que tiene nuestro país en materia laboral. Lo anterior nos obliga a planear con especial atención qué tipo de empresas queremos impulsar en nuestro estado. Ya no es aceptable permitir la instalación de ninguna empresa sin el conocimiento preciso del impacto ambiental, social y económico que tendrá, tanto a nivel local como global, y que éste se ajuste a nuestras normas establecidas y además debemos incentivar económicamente sólo a aquellas con los mejores estándares.
El Centro Europeo para el Desarrollo de Entrenamiento Vocacional y la Organización Internacional del Trabajo publicaron, en 2010, un reporte sobre “Habilidades para Trabajos Verdes” (Skills for green jobs, European Synthesis Report, 2010) que plantea las necesidades de nuevas habilidades laborales por el cambio estructural debido al “enverdecimiento” de la economía, que requiere nuevos, cambiantes y más restrictivos perfiles ocupacionales. Se preocupan por presentar una serie de casos de éxito, que además muestran la necesaria colaboración entre el gobierno y las empresas para impulsar la transformación a una sociedad más “verde”, para alcanzar un sistema socio-industrial con mayor eficiencia energética y para utilizar de forma masiva a las energías renovables. Dicha transformación requiere un cambio profundo en las habilidades de los trabajadores. Señalan la necesidad de enfocarse en ampliar las competencias actuales, incluyendo las básicas como matemáticas, ingeniería, tecnología y ciencias. Aseguran que cada trabajo existente se puede hacer de manera más “verde” y que es fundamental conocer el impacto, por lo menos ambiental, de cada trabajo y su posible contribución para tener una economía más “verde”. Este conocimiento debe ser incorporado a los sistemas de entrenamiento, capacitación y educación.
Resultados de su investigación señalan que inversiones en energías renovables y en eco-construcción son motores para la generación de empleos. En el Reino Unido, se estima que 400 mil empleos podrían ser creados en cinco años sólo para alcanzar las metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. En Estados Unidos, se ha calculado que la inversión en eficiencia energética y energías renovables produce entre 2.5 y 4 veces más empleos por dólar que la inversión en el sector de los hidrocarburos.
Nos presentan cuatro conclusiones básicas:
Primera, desarrollar sólidas estrategias ambientales y sus necesarias regulaciones, estándares y mecanismos de financiamiento, y actualizar y mejorar estas estrategias ambientales al nivel del cambio climático, con nuevas políticas y metas para reducir emisiones de gases de efecto invernadero, así como establecer planes de adaptación a los resultados ya provocados por el cambio climático. Dichas estrategias se han enfocado en Europa al sector de las energías renovables (en particular, turbinas eólicas, sistemas fotovoltaicos y biocombustibles), y al ahorro y uso eficiente de la energía (en particular, en la vivienda y el transporte).
Segunda, la reestructuración hacia lo “verde” demanda nuevas habilidades ya que los productores existentes reorientan sus actividades hacia los nuevos mercados y productos. Es fundamental capacitar a los trabajadores en estas nuevas competencias, incluso en áreas de bajas habilidades como la construcción.
Tercera, la implantación de sistemas de previsión sobre las habilidades que serán necesarias en el futuro y los cambios ocupacionales que existirán. Estos sistemas deben contar con información proporcionada por los mercados laborales, las asociaciones empresariales y las instituciones de educación superior, y deben ser cofinanciados por los gobiernos y los empresarios.
Cuarta, los sistemas existentes permiten una adaptación gradual a las cualidades y el currículo correspondientes a demandas cambiantes, incluyendo aquellas motivadas por las inversiones en bienes y servicios de una economía encaminada a emitir menos carbón a la atmósfera por dólar invertido.
En Morelos, de acuerdo con este estudio, debemos establecer una estrategia que permita de manera continua el “enverdecimiento” de los empleos al gestionar la demanda de competencias “verdes” dentro del sistema general de entrenamiento y capacitación. Se debe equilibrar la necesidad de mejorar el actual sistema para predecir las habilidades que se requerirán en el futuro con la necesidad de desarrollar actividades específicas que respondan al cambio climático. Especial atención debemos tener con el papel del aprendizaje durante toda la vida en contraposición al entrenamiento en el trabajo, ya que es necesario mejorar la conciencia ambiental de la población.
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