20 ago 2013

Ciencia y sociedades del conocimiento

publicado en La Jornada Morelos el 19 de agosto de 2013
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El conocimiento se ha convertido en un poderoso motor para el desarrollo económico y para las transformaciones sociales que se realizan en un mundo donde la dimensión científico-tecnológica constituye la piedra angular de la sociedad y la nueva economía y las redes de comunicación representan las principales características de su estructura general. Las sociedades del conocimiento simbolizan la superación de la sociedad de la información. La idea de sociedad de la información se basa en avances tecnológicos que corren el riesgo de ofrecer poco más que “una masa de datos imprecisos” para aquellos que no pueden beneficiarse de ella. La información por sí sola no es suficiente para aprovechar las oportunidades de desarrollo que ofrece el conocimiento. Por lo tanto, una visión más holística y un enfoque más integral del desarrollo son necesarios.
            Ernesto Fernández Polcuch y Alessandro Bello, especialista principal y consultor, respectivamente, de la Oficina Regional de Ciencia de la UNESCO para América Latina y el
Caribe, escribieron el artículo “Ciencia y Sociedades del Conocimiento Sostenibles” en la revista Cultura y Desarrollo, No. 9, 2013, sobre la transformación la sociedad de la información en sociedades del conocimiento, que comparten y utilizan el conocimiento para la prosperidad y el bienestar, de manera sostenible.
            El ser humano por su naturaleza quiere aprender, explorar, crear e inventar estimulado por el deseo de mejorar su propia condición espiritual y material, afirman los autores. La ciencia ha sido, a lo largo de los siglos, una poderosa herramienta en esta perpetua búsqueda. El actual rápido crecimiento de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) ha reducido la distancia y el tiempo entre los lugares y ha creado nuevos valores económicos y sociales. En efecto, las ciencias y las tecnologías han creado un enorme potencial para la información y el intercambio de conocimientos, para la creación de nuevos patrones de comunicación y el intercambio de ideas, así como para su elaboración y su planificación. Es evidente, entonces, la importancia de la Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) y su relevancia para la construcción y el mantenimiento de sociedades del conocimiento.
            La CTI puede y debe impulsar la búsqueda de un desarrollo más equitativo y sostenible, una producción de conocimiento distinto que satisfaga las necesidades y que contribuya a la solución de los problemas de la sociedad, consideran los autores. Por ende, se requiere un nuevo rol de la ciencia y de los científicos en la sociedad, a través una interacción continua con los restantes actores sociales no involucrados directamente en la actividad científica y por medio de una distribución social de la expertez. El resultado es que la división entre la ciencia y la sociedad, se sustituye por un sistema integrado ciencia-sociedad, en el que la formulación de problemas y la negociación de soluciones pasan por un nuevo espacio público donde la ciencia encuentra al público (el usuario) y el público a la ciencia.
            La producción de bienestar social, así como la respuesta ante amenazas o peligros, pasan por el desarrollo de conocimientos técnico-científicos en sinergia con una pluralidad de conocimientos prácticos, teóricos y actividades sociales, plantean los autores. Así, la ciencia y la tecnología son cada vez más reconocidas como fundamentales para crear sociedades sostenibles de conocimiento. Las sociedades del conocimiento son actores de implementación de procesos de desarrollo gracias a la creación y el fortalecimiento de capacidades para identificar, producir, procesar, transformar y difundir información de utilidad, con el fin de construir y aplicar el conocimiento para el desarrollo humano. La investigación está en la base de los procesos creadores de conocimientos. El conocimiento útil para el desarrollo sustentable, sin embargo, no es una adquisición y acumulación pasiva de innovaciones e investigaciones sino más bien una producción local.
            La innovación es el elemento fundamental del crecimiento económico para todas las naciones y contribuye, a través de su elaboración en las sociedades del conocimiento, a que el progreso sea de todos y para todos, aseguran los autores. Distintas organizaciones e instituciones han pedido una nueva orientación y un enfoque más amplio de la innovación, además de la creación de una “cultura de la innovación”. Antes de todo, porque la innovación es siempre mas frecuentemente interpretada como un proceso social y cultural, y también porque cada vez más las investigaciones se enfocan en la relación entre el éxito de la innovación y su adaptación dentro de una sociedad o un grupo. De hecho, muchas de las llamadas innovaciones tecnológicas son en realidad innovaciones socio-técnicas, pues las competencias organizacionales, los vínculos entre empresas, las cadenas de valor añadido y las estructuras de la industria también tienen que ser renovadas.
            Una sociedad del conocimiento es, según los autores, aquella en la que los distintos actores económicos y sociales toman sus decisiones e implementan sus acciones, accediendo en forma dinámica al acerbo existente de conocimiento (ya sea científico o tradicional) y complementando cuando sea necesario con actividades de investigación y desarrollo, que expanden el núcleo de las sociedades del conocimiento.
            En Morelos, debemos establecer a la educación y comunicación en ciencias como una herramienta fundamental para que la sociedad utilice efectivamente el conocimiento para la toma de decisiones en todos los ámbitos. Aprendiendo ciencias se desarrollan los ciudadanos de las sociedades del conocimiento, así como sus capacidades de analizar y resolver problemas cotidianos cada vez más complejos. Estos ciudadanos, alfabetizados en ciencias, constituyen la piedra fundamental de las sociedades del conocimiento y éstas, a su vez, ponen a disposición nuevas herramientas para formar ciudadanía. Este círculo virtuoso de establecimiento de ciudadanías del conocimiento se nutre y a la vez transforma la cultura de las sociedades.

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