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El conocimiento se ha convertido en un
poderoso motor para el desarrollo económico y para las transformaciones
sociales que se realizan en un mundo donde la dimensión científico-tecnológica
constituye la piedra angular de la sociedad y la nueva economía y las redes de comunicación
representan las principales características de su estructura general. Las
sociedades del conocimiento simbolizan la superación de la sociedad de la información.
La idea de sociedad de la información se basa en avances tecnológicos que
corren el riesgo de ofrecer poco más que “una masa de datos imprecisos” para
aquellos que no pueden beneficiarse de ella. La información por sí sola no es
suficiente para aprovechar las oportunidades de desarrollo que ofrece el conocimiento.
Por lo tanto, una visión más holística y un enfoque más integral del desarrollo
son necesarios.
Ernesto
Fernández Polcuch y Alessandro Bello, especialista principal y consultor,
respectivamente, de la Oficina Regional de Ciencia de la UNESCO para América
Latina y el
Caribe, escribieron el artículo “Ciencia y
Sociedades del Conocimiento Sostenibles” en la revista Cultura y Desarrollo,
No. 9, 2013, sobre la transformación la sociedad de la información en sociedades
del conocimiento, que comparten y utilizan el conocimiento para la prosperidad
y el bienestar, de manera sostenible.
El
ser humano por su naturaleza quiere aprender, explorar, crear e inventar
estimulado por el deseo de mejorar su propia condición espiritual y material,
afirman los autores. La ciencia ha sido, a lo largo de los siglos, una poderosa
herramienta en esta perpetua búsqueda. El actual rápido crecimiento de las
tecnologías de la información y comunicación (TIC) ha reducido la distancia y
el tiempo entre los lugares y ha creado nuevos valores económicos y sociales.
En efecto, las ciencias y las tecnologías han creado un enorme potencial para
la información y el intercambio de conocimientos, para la creación de nuevos
patrones de comunicación y el intercambio de ideas, así como para su elaboración
y su planificación. Es evidente, entonces, la importancia de la Ciencia, Tecnología
e Innovación (CTI) y su relevancia para la construcción y el mantenimiento de
sociedades del conocimiento.
La
CTI puede y debe impulsar la búsqueda de un desarrollo más equitativo y
sostenible, una producción de conocimiento distinto que satisfaga las
necesidades y que contribuya a la solución de los problemas de la sociedad, consideran
los autores. Por ende, se requiere un nuevo rol de la ciencia y de los científicos
en la sociedad, a través una interacción continua con los restantes actores
sociales no involucrados directamente en la actividad científica y por medio de
una distribución social de la expertez. El resultado es que la división entre
la ciencia y la sociedad, se sustituye por un sistema integrado ciencia-sociedad,
en el que la formulación de problemas y la negociación de soluciones pasan por
un nuevo espacio público donde la ciencia encuentra al público (el usuario) y
el público a la ciencia.
La
producción de bienestar social, así como la respuesta ante amenazas o peligros,
pasan por el desarrollo de conocimientos técnico-científicos en sinergia con
una pluralidad de conocimientos prácticos, teóricos y actividades sociales,
plantean los autores. Así, la ciencia y la tecnología son cada vez más reconocidas
como fundamentales para crear sociedades sostenibles de conocimiento. Las
sociedades del conocimiento son actores de implementación de procesos de
desarrollo gracias a la creación y el fortalecimiento de capacidades para
identificar, producir, procesar, transformar y difundir información de
utilidad, con el fin de construir y aplicar el conocimiento para el desarrollo
humano. La investigación está en la base de los procesos creadores de
conocimientos. El conocimiento útil para el desarrollo sustentable, sin
embargo, no es una adquisición y acumulación pasiva de innovaciones e
investigaciones sino más bien una producción local.
La
innovación es el elemento fundamental del crecimiento económico para todas las
naciones y contribuye, a través de su elaboración en las sociedades del
conocimiento, a que el progreso sea de todos y para todos, aseguran los autores.
Distintas organizaciones e instituciones han pedido una nueva orientación y un
enfoque más amplio de la innovación, además de la creación de una “cultura de
la innovación”. Antes de todo, porque la innovación es siempre mas frecuentemente
interpretada como un proceso social y cultural, y también porque cada vez más las
investigaciones se enfocan en la relación entre el éxito de la innovación y su adaptación
dentro de una sociedad o un grupo. De hecho, muchas de las llamadas innovaciones
tecnológicas son en realidad innovaciones socio-técnicas, pues las competencias
organizacionales, los vínculos entre empresas, las cadenas de valor añadido y
las estructuras de la industria también tienen que ser renovadas.
Una
sociedad del conocimiento es, según los autores, aquella en la que los
distintos actores económicos y sociales toman sus decisiones e implementan sus
acciones, accediendo en forma dinámica al acerbo existente de conocimiento (ya sea
científico o tradicional) y complementando cuando sea necesario con actividades
de investigación y desarrollo, que expanden el núcleo de las sociedades del
conocimiento.
En
Morelos, debemos establecer a la educación y comunicación en ciencias como una
herramienta fundamental para que la sociedad utilice efectivamente el
conocimiento para la toma de decisiones en todos los ámbitos. Aprendiendo
ciencias se desarrollan los ciudadanos de las sociedades del conocimiento, así
como sus capacidades de analizar y resolver problemas cotidianos cada vez más complejos.
Estos ciudadanos, alfabetizados en ciencias, constituyen la piedra fundamental
de las sociedades del conocimiento y éstas, a su vez, ponen a disposición
nuevas herramientas para formar ciudadanía. Este círculo virtuoso de establecimiento
de ciudadanías del conocimiento se nutre y a la vez transforma la cultura de
las sociedades.
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