26 ago 2013

Igualdad de oportunidades y tecnología digital

publicado en La Jornada Morelos el lunes 26 de agosto de 2013


En todos los países se han establecido planes para promover la igualdad de oportunidades entre los sexos que, en muy diversos rangos, han logrado avances para el desarrollo de la mujer en las sociedades. También, en cada país se ha establecido una agenda digital para consolidar una sociedad de la información que permita una mayor equidad de oportunidades en el desarrollo económico y social de los individuos dentro de su contexto social. Ambas acciones buscan transformaciones en las normas que estructuran las relaciones entre el Estado, los mercados, el individuo y la sociedad.  Resulta natural pensar en implantar políticas públicas que creen sinergias para alcanzar la igualdad y la equidad de los sexos que, a su vez, impulsen el desarrollo de cada uno de los ciudadanos en nuestras sociedades.
            Ana Laura Rodríguez Gustá, investigadora y profesora de la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad Nacional de San Martín, en Argentina, escribió el artículo “Interferencias en la conexión: las TIC en los planes de igualdad de oportunidad y las agendas digitales de América Latina” que será publicado en la Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad, Vol. 8, No. 24, 2013. El propósito de este trabajo es presentar un panorama de las vinculaciones existentes entre los Planes de Igualdad de Oportunidades (PIO) como una expresión del compromiso del Estado con la equidad de género y las modalidades en que la introducción, las condiciones sociales de apropiación y los impactos de las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC) aparecen como asuntos a ser abordados en dichos planes. A efectos de completar la relación entre los lineamientos generales de las políticas públicas de género en la región –enunciados en los PIO– y las TIC, se examinan, además, las agendas digitales a fin de identificar cuáles son las vinculaciones que las mismas establecen respecto de la situación social de las mujeres y sus derechos.
            América Latina es el continente más desigual del mundo. Las diferencias de género, junto con las existentes en la distribución de la riqueza y las discriminaciones que sufren los y las afrodescendientes y los pueblos originarios, producen sociedades donde la exclusión es un eje organizador del poder social, económico y político, establece la autora. Por ello, la relación entre la equidad de género y la inclusión social a partir de los nuevos entornos tecnológicos no es simple, puesto que la pobreza y la desigualdad son problemas fundamentales, al punto que una mayor vinculación entre institucionalidad y equidad se ha vuelto esencial para la gobernabilidad democrática.
            En las últimas dos décadas y, en especial, a partir de los noventa, la mayoría de los países de América Latina han desarrollado instituciones dedicadas a las temáticas de género en el seno del Estado, afirma la autora. En particular, se han constituido agencias en los Poderes Ejecutivos con el mandato específico de formular e implementar acciones que corrijan la desigualdad entre varones y mujeres. Dichas agencias, que pueden ser consejos, institutos, vicepresidencias, o ministerios, de acuerdo con el país, han tenido a su cargo la elaboración de políticas públicas de género, siendo los planes de igualdad de oportunidades (PIO) una de las manifestaciones más emblemáticas de su labor. Éstas pretenden ser comprensivas en las medidas orientadas a instaurar mayores grados de igualdad de género y, además, se instituyen como los lineamientos rectores en la materia. En tal sentido, conforman una matriz básica de trabajo a partir de la cual las restantes acciones públicas deberían alinearse en cuanto a sus objetivos.
            Respecto de cómo están incorporadas las TIC a las propuestas de acción para instaurar la igualdad de oportunidades y derechos entre varones y mujeres, podemos clasificar a los países en las siguientes categorías, propone la autora: a) Estados donde las TIC son significativas en los PIO, contando, por ejemplo, con discusiones específicas (Uruguay); b) naciones donde son incorporadas bajo una mirada sectorial, abordándolas como parte de las transformaciones en los ámbitos de la cultura, el empleo o la educación (Brasil, Perú y México); y c) países donde las TIC no están mencionadas en los PIO pero la problemática de género está abordada a partir de las recientes agendas digitales (Bolivia y Chile), en el marco de la preocupación por alcanzar una mayor inclusión digital.
            Las políticas de igualdad de género apuntan a resolver injusticias socio-económicas como así también de orden simbólico relativas a las pautas sociales de representación, interpretación, y comunicación, señala la autora. Esta doble consideración implica que cuando las TIC ingresan en el ámbito de las políticas de género, ya no es suficiente garantizar el acceso físico a computadoras e Internet, sino que se requiere de un amplio conjunto de políticas adicionales, como lo son, por ejemplo, las de participación ciudadana, alfabetización digital e inclusión social, ampliamente concebidas. La literatura sobre género y TIC reconoce que el acceso equitativo es una condición fundamental, ya sea por parte de mujeres individuales o por colectivos de mujeres, aunque es insuficiente frente a las dinámicas sociales relativas a la desigualdad entre ambos sexos.
            Pese a la relevancia indiscutible de las TIC en la transformación de la sociedad actual, resta un largo trecho por recorrer en cuanto a las políticas públicas de TIC desde una óptica de género, concluye la autora. A su vez, las agendas digitales, incluso las guiadas más claramente por una preocupación por la igualdad social, no se han adentrado a vincular sus propuestas y acciones con las cuestiones de la desigualdad de género. Respecto de este último punto, la escasa incorporación de dicha problemática en estas agendas devela que no existe una integración horizontal en las políticas públicas. Esto es todavía una tarea pendiente, en particular en temáticas novedosas como las tecnológicas. En definitiva, y más allá de las excepciones, los PIO y las agendas digitales conforman mundos paralelos al menos en sus planteamientos programáticos.
            En Morelos, debemos identificar las problemáticas de la desigualdad de género a partir de la estructuración de una sociedad de la información y utilizarla como punto de partida para edificar nuevos procesos para alcanzar la igualdad de género propiciados por los cambios tecnológicos.

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