El transporte actualmente usa la mitad del
petróleo consumido a nivel mundial y casi el 40 por ciento es sólo empleado en
el transporte urbano. Es discutible si una mayor movilidad en las ciudades es benéfica,
pero ésta se está incrementando muy rápidamente y crea grandes desafíos. Por un
lado, es imperioso establecer políticas públicas para incrementar el uso
eficiente de la energía y mitigar los problemas asociados; tales como, ruido,
contaminación del aire, congestiones de tráfico e impactos climáticos. Por
otro, necesitamos repensar qué ciudades queremos y cómo debe ser su
urbanización. Cuando una ciudad crece más de un cierto tamaño, sus habitantes
se mueven grandes distancias por motivos de trabajo, ya no por recreación.
La
IEA publicó el reporte “Una Historia de Ciudades Renovadas” (A Tale of
Renewed Cities. A
policy guide on how to transform cities by improving energy efficiency in urban
transport systems.© OECD/IEA, 2013 International
Energy Agency, 9 rue de la Fédération, 75739 Paris Cedex 15, France. www.iea.org), donde presentan ejemplos ilustrativos y
casos de buenas prácticas desarrollados en diversos países que han implantado
una amplia gama de medidas para mejorar la eficiencia energética de su sistema
de transporte urbano y, además, ofrecen una guía metodológica para llevar a
cabo los cambios necesarios.
Entre
2000 y 2010, Naciones Unidas estimó que la población urbana mundial creció en
650 millones de personas, aproximadamente, y la IEA cuantificó que los viajes
de pasajeros urbanos aumentaron cerca de 3,000 millones de pasajeros-kilómetros
anualmente durante ese periodo. En 2050, se considera que 6,300 millones de
personas vivirán en áreas urbanas, cerca del 70 por ciento de la población. La
IEA espera que la movilidad de los pasajeros urbanos a nivel global, con
relación al 2010, se duplique al 2050 en un escenario tendencial, aunque la
movilidad pudiera incrementarse en un factor de diez en un escenario de rápida
urbanización. En el escenario tendencial, se tendría un crecimiento anual
promedio de energía superior al 80 por ciento, aun considerando las mejoras
esperadas en la tecnología de los vehículos y en ahorro de combustibles.
El
reporte considera que la eficiencia energética en el transporte urbano puede
ser definida como la maximización de los viajes realizados con un mínimo de
energía consumida por medio de una combinación de planeación en el uso de la
tierra, modalidades de transporte compartido, intensidad energética y tipo de
combustible. Las políticas de eficiencia energética en el transporte urbano
pueden ser agrupadas un paquete de políticas que se reconoce como “evitar,
cambiar y mejorar”. Evitar, requiere de políticas que disminuyan el crecimiento
en el número de viajes por medio de la planeación urbana y la administración de
la demanda de movimiento; por ejemplo, trabajar en casa e implantación de
tecnologías de logística. Cambiar, al motivar y establecer acciones que
permitan dejar el coche en casa y cambiar a modalidades más eficientes como
usar de transporte público masivo, bicicletas y caminar, dependiendo de la
distancia del viaje, así como impulsar el transporte de carga ferroviario. Mejorar,
al establecer políticas que reduzcan el consumo de combustibles y sus emisiones
por medio del incremento en los estándares en el consumo de combustibles de
cada modelo de vehículo y en la venta de vehículos con tecnología más avanzada.
Esta metodología de “evitar, cambiar y mejorar” podría disminuir los gastos
globales totales en vehículos, combustibles e infraestructura por 70 millones
de millones de dólares, de ahora al 2050.
La
hoja de ruta propuesta en el reporte para mejorar la eficiencia energética en
un sistema de transporte urbano es: planear, al identificar necesidades de
transporte, actores involucrados, barreras potenciales y asegurar el
financiamiento necesario; implantar, involucrar y motivar a los actores desde
el inicio, comunicar metas y establecer procesos de administración; monitorear,
al recopilar, revisar y diseminar información, y evaluar, al analizar lo
realizado y conocer los efectos de la política de transporte y planear los
pasos siguientes.
La
ciudad de Seúl es uno de los muchos casos con éxitos descritos en el reporte.
La hoja de ruta de su sistema urbano de transporte incluyó: retos, pobre
calidad en su servicio de autobuses, contaminación del aire y por ruido,
crecimiento en la demanda de viajes y falta de financiamiento para continuar
con su sistema de metro; plan, el Instituto para el Desarrollo de Seúl produjo
una guía para modernizar su sistema al proponer la integración de los servicios
de metro y autobuses, reestructuración el sistema de tarifas y readecuación del
sistema de autobuses; implantación, al llevar a cabo la reorganización y
regulación del sistema de autobuses, instalación de corredores exclusivos para
ellos, coordinación de los servicios de metro y autobuses, integración de las
tarifas del sector público, reformas al sistema de estacionamientos, aumento en
el impuesto a combustibles, cerrar calles al tráfico vehicular, mejorar los
servicios a los peatones y conversión de algunas flotillas al uso de gas
natural comprimido; monitoreo, al recolectar información sobre número de
pasajeros, frecuencia de transferencias, accidentes de tráfico y velocidad
promedio de los autobuses, entre otros; y evaluación, al comparar las cifras de
antes y después de los cambios realizados, consiguiendo mejoras sensibles en
todos los rubros mencionados.
En
Morelos, el servicio de transporte colectivo urbano es muy malo, en general:
sucio, caro, ruidoso, contaminante, sueldos a destajo, subsidios y prebendas
desconocidas, falta de cortesía a usuarios y vehículos vecinos, y
descoordinación entre modalidades, entre otras características. Utilicemos la transformación
del transporte como elemento de cambio para reconstruir nuestras ciudades.
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