Los
sistemas de educación son normalmente conducidos de manera central, que cada
vez más se encuentra confrontada por actores no muy bien definidos y cuyas demandas
pueden ser demasiado ambiguas. Además, las herramientas de control disponibles
se han reducido ya que se ha descentralizado parte de la toma de decisión al
nivel local. La educación moderna se ha desarrollado en ecosistemas evolutivos
que no pueden ya ser gobernados con políticas verticales. Tratar de resolver
los grandes problemas de la humanidad requiere de una diversidad curricular, de
más profesiones y sobre todo la conjunción, hibridación y unificación de las
disciplinas. La teoría de la complejidad puede ayudar a lograr la gobernanza de
un sistema holístico reactivo con procedimientos de colaboración y
retroalimentación bien definidos.
Sean Snyder, del Programa
Internacional de Desarrollo Educativo, en la Universidad de Pennsylvania,
Estados Unidos, escribió el artículo “Lo sencillo, lo complicado y lo complejo:
reforma educativa a través del lente de la teoría de la complejidad”. (Snyder,
S. (2013), “The Simple, the Complicated, and the Complex: Educational Reform through
the Lens of Complexity Theory”, OECD Education Working Papers, No. 96,
OECD Publishing. http://dx.doi.org/10.1787/5k3txnpt1lnr-en).
Propone un cambio en el proceso de reforma de la gobernanza educativa, del modelo
con un centro común a uno con visión desde la periferia que presente una mayor
humildad de todos los actores y un esfuerzo consciente de incluir las voces y
opiniones de los actores en todos los niveles, con la finalidad de alcanzar una
situación en la que todos ganen.
Para alcanzar el cambio,
el autor considera que todos los interesados deben ampliar su visión para
reconocer la importancia de los asuntos y sistemas en las diferentes áreas
horizontales: política, finanzas y salud. Éstas tienen efectos significativos
para el desarrollo del sistema educativo y no deben ser sobre simplificadas y
frenar las reformas, conduciendo a una parálisis. No se deben ver los asuntos
de gobernanza de manera aislada y puntual, buscar caminos reduccionistas que
apuntan a áreas específicas de políticas o cambios pedagógicos no llevará a
cambios sostenibles de gran envergadura. Para ser efectivo en la solución de
problemas complejos es necesario entender la teoría de la complejidad.
El autor describe con ejemplos la
diferencia entre sencillo, complicado y complejo. Lo sencillo es seguir una
receta: debemos tener una, la podemos replicar, la expertez es útil pero no
indispensable, obtenemos productos estándar y las mejores recetas siempre dan
buenos resultados. Lo complicado es enviar un cohete a la luna: las fórmulas
son críticas, enviar a un cohete aumenta la seguridad de que el siguiente
estará bien, son necesarios altos niveles de expertez en múltiples campos,
todos los cohetes son muy similares en muchos aspectos y hay un alto grado de
certidumbre en el resultado una vez que los temas originales se han resuelto.
Lo complejo es criar a un niño: las fórmulas tienen aplicación limitada, educar
a uno niño da experiencia pero no asegura el éxito de educar a otro, la expertez
contribuye pero no es ni necesaria ni suficiente para el éxito, cada niño es
único y debe ser tratado de manera individual y siempre permanece incertidumbre
en el resultado.
Los responsables de las
políticas públicas pueden utilizar las propiedades de un sistema complejo para
reformar a la educación, al identificar los retos y los caminos de colaboración
y retroalimentación, asegura el autor. Propone los siguientes elementos claves
para operar este método:
Impulsar un ambiente de
colaboración en todo el sistema al crear activamente oportunidades de
interacción. Comisiones de estudiantes, rotación de directivos y profesores, y
reuniones semanales de todos los actores son ejemplos de procesos orientados al
cambio que incrementan la retroalimentación y la auto-organización que no
requieren inversiones grandes;
Diseñar procesos
continuos de colaboración e interacción. Conferencias o seminarios anuales no
permiten un nivel suficiente de familiaridad y confianza para construir y
permitir un flujo libre de ideas;
Hacer reformas
iterativas, experimentales y flexibles. No sólo se impulse un producto
terminado, sino se presente una idea para consideración. Al incrementar la
calidad y la frecuencia de las interacciones, las reformas o las buenas
prácticas pueden ser ajustadas a los contextos locales;
Evitar el supuesto de
que la disfuncionalidad del sistema es por sus individuos. Abrir las
posibilidades de que el aprendizaje institucional crezca a partir del nivel
local;
Enfocarse a unos pocos
problemas claves y analizarlos de manera colaborativa. No se debe intentar
resolver todas las enfermedades sistémicas, sino identificar las más
importantes y estudiarlas vigorosamente, permitiendo que las propiedades
auto-organizativas de la teoría de la complejidad alineen otros aspectos del
sistema por medio del proceso de retroalimentación;
Promover un sistema de
mentores de largo plazo. Al establecer áreas de investigación colaborativa
donde los profesores se puedan estimular y apoyar mutuamente, y
Considerar las estructuras
y mecanismos de gestión de otros sectores. Aumentar la interacción con otras
áreas de la sociedad como medicina, construcción, protección civil, finanzas y
ecología, entre otras, permitirá reconocer que la solución de problemas en el
sistema educativo complejo no es responsabilidad de un sólo individuo.
En Morelos, debemos
reconocer que sólo al mejorar todas las escuelas podemos alcanzar buenos
resultados en una escuela. Las políticas públicas deben impulsar el avance de
todo el sistema educativo con colaboración y retroalimentación, en una red
compleja.
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