9 feb 2014

Tendencias mundiales y América Latina.

publicado en La Jornada Morelos el 3 de febrero de 2014
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El diseño de políticas públicas en México y América Latina tiene, en general, escasa profundidad estratégica e insuficiente perspectiva de largo plazo, como ya hemos escrito anteriormente. Esto limita la posibilidad de aprovechar oportunidades o contener riesgos a tiempo. Numerosos países desarrollados de Europa y Asia han fortalecido estas capacidades y América Latina puede avanzar rápidamente si conociera y participara activamente en estos análisis. El futuro no puede conocerse con certidumbre pero es factible establecer inteligentemente futuros alternativos para seleccionar el mejor y construirlo estratégicamente. Los estudios de prospectiva y estrategia deben entenderse como una forma moderna de planificación que sustituye a la existente desde los años sesenta.
            La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) publicó un texto de Sergio Bitar, Director del programa Tendencias Globales y el Futuro de América Latina, del Diálogo Interamericano, y Presidente de la Fundación por la Democracia, sobre ”Las tendencias mundiales y el futuro de América Latina” (CEPAL - Serie Gestión Pública N° 78, ISSN: 1680-8827. LC/L.3681. LC/IP/L.328.
Copyright © Naciones Unidas, enero de 2014). En él se expone por qué es importante impulsar la realización de estudios prospectivos en América Latina, se condensan las tendencias y escenarios mundiales más probables, se definen las esferas que ameritan una mayor atención de América Latina debido al impacto que podrían tener algunos procesos globales en cada país y en la región completa, y se deducen los ámbitos en que los países latinoamericanos deberían fortalecer la capacidad de estudio con vistas a mejorar la formulación de sus políticas.
            En el “Diálogo Interamericano” se ha logrado reunir un registro de más de 600 estudios mundiales y sectoriales con perspectiva a largo plazo (al menos diez años) publicados en los últimos tiempos. Al examinar las principales tendencias a largo plazo, se aprecia una coincidencia entre ellas, que permite definir las seis tendencias mundiales relevantes para el futuro de América Latina, señala el autor: tecnologías disruptivas, aquellas en gestación y cuya difusión transformaría sustancialmente la producción, el empleo, el bienestar, la gobernabilidad y las relaciones humanas; escasez de recursos naturales, por ejemplo, agua, alimentos, energía y minerales; demografía del mundo que viene, transformaciones demográficas, desplazamiento del poder, nuevos mercados, clases medias en ascenso y migraciones; ciudades futuras, urbanización y expansión de las ciudades, concentración de la población, demanda de infraestructura y servicios básicos, calidad de vida y competitividad de las ciudades; cambio climático, efectos en la agricultura, oportunidades de crecimiento verde, conciencia ciudadana y cambios de comportamiento; y empoderamiento ciudadano y transformación de los gobiernos, gobernabilidad democrática, ciudadanos globales interconectados, impacto de nuevas tecnologías en las relaciones sociales, transparencia, seguridad, violencia y crimen organizado, y ciberataques. A continuación sólo analizaremos dos de estas tendencias.
            Las tecnologías disruptivas se pueden agrupar en cinco esferas, menciona el autor: trascender las limitaciones físicas, lo que comprende los principales procesos y productos que influirán en la salud, así como en la extensión y calidad de la vida, que abarca los avances en materia de diagnóstico avanzado, con nanoestructuras, control de funciones y estructuras biológicas, así como análisis genéticos para detectar enfermedades antes de su manifestación clínica; el segundo grupo concierne a usar apropiadamente la energía, que abarca campos como las redes de “energía inteligente”, que reciben y distribuyen la electricidad según el consumo de los participantes, mejorando así la eficiencia y la seguridad, por ejemplo en la aplicación de nanotecnologías para incrementar la eficiencia de las celdas solares y baterías; un tercer ámbito abarca los nuevos materiales y procesos industriales que combinan las tecnologías de impresión tridimensional o fabricación aditiva con nanomateriales y tecnologías de la información; en cuarto lugar están las tecnologías que refuerzan la interconexión humana, el impacto de Internet en los próximos 15 años, por ejemplo, superaría los efectos transformadores que tuvo la Revolución Industrial en 50 años; y el quinto ámbito es la robótica, que se fortalecería con el apoyo de la biorrobótica, nanotecnologías, sensores y tecnologías de almacenamiento de energía, se multiplicarían los vehículos no tripulados y los aparatos miniaturizados, invisibles al ojo humano.
            El empoderamiento ciudadano y transformación de los gobiernos se debería a que el analfabetismo ha bajado, indica el autor. Datos de la UNESCO establecen que la población mundial alfabetizada pasaría del 84% en 2010 al 90% en 2030, se están igualando los niveles educativos entre hombres y mujeres; el uso de Internet ha registrado un crecimiento exponencial, ya que en 2012, tenían acceso a la red un 34% de la población mundial, mientras que en América del Norte llegó al 79%, en Europa al 63%, en América Latina al 43%, y en Asia al 28%. Si se mantiene la tendencia actual, los escenarios optimistas estiman que la penetración digital mundial podría acercarse al 90% en 2030. Esto implica que la defensa y promoción de los derechos políticos no dejará de hacerse sentir. La mujer asumirá mayor presencia y liderazgo y los pueblos indígenas exigirán igualdad y dignidad. Las instituciones democráticas deberán adaptarse a estos nuevos retos. Las nuevas generaciones tendrán mayor conciencia de sus derechos y mayor capacidad de exigir su cumplimiento.
En Morelos, debemos constituir unidades de planificación prospectiva y estratégica en los gobiernos estatal y municipales para definir políticas públicas de largo aliento; crear comisiones que proyecten el debate legislativo a largo plazo y difundan estos análisis en el plano político; establecer o apoyar centros de estudios no gubernamentales, con financiamiento público, para analizar escenarios y formar especialistas; y promover la coordinación nacional, latinoamericana e internacional de centros y personas dedicadas a hacer estudios prospectivos.

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