Los humanos depositamos globalmente cerca de 1300 millones de toneladas
de desechos en rellenos sanitarios cada año y se estima que esta cifra se
duplicará en el año 2025 si no cambiamos nuestras costumbres, de acuerdo a
datos publicados por el Banco Mundial. Nuestra salud y la del planeta requieren
que cambiemos de hábitos de consumo y de procesos para la gestión de los
desechos. Una opción es tratar a estos desechos como insumos de producción que
generen ganancias y reduzcan la contaminación.
Rick Docksai, editor asociado de THE FUTURIST and World Future Review, publicó el artículo “¿Un Mundo sin
Desechos?” (A World without Waste?
The Futurist, Marzo-Abril 2014, Vol. 48, No. 2). En él plantea que
las instalaciones industriales, en todo el mundo, desaprovechan diariamente
toneladas de metal, productos químicos, vidrio, plástico y otros materiales
primarios que son de gran utilidad. Además, su disposición “final” cuesta
tiempo y dinero, e inevitablemente se contamina al ambiente. Finalmente,
presenta el concepto de “cero desechos” y algunos casos de éxito.
Los
esfuerzos para alcanzar una sociedad con “cero desechos” ofrecen, según el
autor, una esperanza para tener un futuro sin desechos; es decir, sin rellenos
sanitarios y donde los hábitos de consumo no sostenibles han desaparecido.
Europa
importa más materiales que cualquier otro continente y también los despilfarra,
indica el autor. En promedio, el 60 por ciento de sus desechos municipales
termina en rellenos sanitarios o incineradores. El país más avanzado en el tema
es Noruega, que recicla el 68 por ciento. Existe una iniciativa llamada ZeroWIN
(del acrónimo en inglés, Towards Zero Waste in Industrial Networks), que
pretende alcanzar cero desechos en las redes industriales de Europa. Confían en
ampliar el proceso de reciclado doméstico, ya exitoso. Se pretende establecer
flujos de reciclaje entre empresas, donde una compañía invita a otra para
compartir un sitio de trabajo, y los subproductos en los desechos de una son
recolectados y usados como insumos por otra. Por ejemplo, en Dinamarca, el humo
emitido por una compañía o el desecho orgánico de otra ya es recuperado y
convertido en sulfatos minerales por una tercera, que los emplea para
fertilizantes. Si este programa tiene éxito, de acuerdo con los socios de ZeroWIN,
Europa podría reducir en 30 por ciento sus emisiones de gases de invernadero y
en 75 por ciento el consumo de agua; así como un aumento del 70 por ciento en
el reciclado y reuso de desechos.
El
sector con la mayor cantidad de desechos en Europa, hoy, es el de la
construcción, seguido por el automotriz, apunta el autor. En el primero, se
dejan “montañas” de cemento, metal y madera, entre otros, que podrían ser
reutilizados fácilmente, si se invirtieran pequeños presupuestos y los equipos
de demoliciones no deshicieran en demasía los componentes de una edificación,
puente o carretera. En el segundo, con el plástico reciclado se podrían hacer
muchas partes de los coches, que al ser más ligero que los materiales convencionales,
harían a los autos menos costosos y con mejor economía de combustible.
La mayoría de las empresas
emprendería un camino más sustentable pero teme que cuesten más sus procesos.
Sin embargo, un programa adecuado de gestión de desechos debe reducir el costo
de producción; ya que se elimina la necesidad de pagar por su limpieza y
disposición. Señala el autor que el sector europeo de metal-mecánica podría
ahorra unos 100 mil millones de pesos al año si aplicara medidas más eficientes
en el uso de sus recursos naturales.
La visión sobre los
procesos de contaminación por la industria ha avanzado en el tiempo, establece
el autor: de tratar de mejorar la calidad ambiental de los desechos de una
empresa, a generar menos contaminantes y, ahora con ZeroWIN, a aprovechar los reducidos flujos de desechos. Un ejemplo
en el sector energético es la reutilización de los lodos residuales en las
refinerías para quemarlos y generar electricidad, evitando grandes problemas
ambientales por las fugas en el transporte y en los rellenos peligrosos donde
son depositados y generando un beneficio por evitar la compra de la
electricidad producida. Otro ejemplo es la recolección en albercas del agua contaminada
de desecho de los establos de animales, donde crecen algas. Estas algas son
tratadas para que extraigan mayor cantidad de bióxido de carbono de la
atmósfera y para que digieran el nitrógeno y el fósforo presentes y así
producir grasas; dichas grasa puede ser extraída y convertida en biodiesel para
la maquinaria de los agricultores.
En Morelos, debemos
cambiar drásticamente nuestra visión sobre la gestión de desechos. El camino es
la eliminación del consumo voraz de productos por un gran segmento de nuestra
sociedad, la reducción y reuso directo de desechos, y el aprovechamiento
integral de los flujos de desechos entre los propios sectores industrial y
comercial. Podemos hacer un sistema productivo más eficiente en costo y que
proteja al ambiente.
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