Luis Huesca Reynoso, Mario Camberos Castro y Cuauhtémoc Calderón
Villarreal (Plaza y Valdés, 2011) plantearon que el análisis del
bienestar individual o social se refiere al estudio de las condiciones que determinan
la calidad de vida tanto de los individuos como de los grupos sociales, con un
enfoque sistémico que identifique los procesos tendientes a mejorar la calidad
de vida de una población en un espacio territorial determinado, estudiando los
aspectos económicos y sociales ligados al desarrollo de las capacidades de los
individuos y a la expansión creciente de sus libertades.
También, la Comisión Económica para América Latina
(CEPAL, 2000) estableció que el desarrollo económico local es un proceso de
crecimiento y cambio estructural de la economía de una ciudad, comarca o región,
en el que se pueden identificar al menos, tres dimensiones: una económica,
caracterizada por un sistema de producción que permite a los empresarios
locales usar, eficientemente, los factores productivos, generar economías de
escala y aumentar la productividad a niveles que permiten mejorar la
competitividad en los mercados; otra sociocultural, en que el sistema de
relaciones económicas y sociales, las instituciones locales y los valores
sirven de base al proceso de desarrollo; y otra, política y administrativa, en
que las iniciativas locales crean un entorno local favorable a la producción e
impulsan el desarrollo sustentable.
Recientemente, la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económico publicó un documento que ofrece un marco común para
medir el bienestar de la gente a nivel regional y que tiene una sección
especial sobre nuestro Estado de Morelos: “¿Cómo va la vida en su región? Medir
el bienestar regional y local para la formulación de políticas” (OECD (2014),
How's Life in Your Region? Measuring Regional and Local Well-being for Policy
Making. © OCDE, ISBN: 9789264217416 (PDF), DOI:
10.1787/9789264217416-en).
Todo el mundo desea disfrutar de una buena vida en
el lugar donde vive, por lo que la medición de su experiencia diaria puede
parecerles más significativa que la del promedio nacional, identifica el
documento. Un panorama completo de la economía y de la sociedad debe comprender
lo que la gente valora respecto a sus condiciones de vida inmediatas, cómo se
comportan cuando no se cumplen sus expectativas y cómo contribuyen los
servicios locales para que tengan mejores oportunidades laborales y vidas más
sanas. Los indicadores regionales referentes al bienestar ayudan a captar si la
recuperación y la prosperidad se traducen en una vida mejor para todos.
El documento presenta un marco de análisis para
mejorar la coherencia y la eficacia de las políticas públicas al examinar nueve
aspectos que configuran las condiciones materiales de la gente (ingreso, empleo
y vivienda) y su calidad de vida (salud, educación, entorno, seguridad, acceso
a los servicios y participación cívica). Estos nueve aspectos derivan tanto de
las características de la gente como de las de cada territorio específico. Se
les evalúa mejor mediante indicadores de resultados verdaderos más que a través
de los insumos o la producción.
La medición de estos nueve aspectos mediante un
conjunto de indicadores comparables en 362 regiones de los 34 países de la OCDE
muestra que los resultados del bienestar se materializan de manera muy distinta
en cada lugar, identifica el documento. Las diferencias en el bienestar a
menudo son más grandes entre las regiones de un mismo país que entre las de
diferentes países. Esas disparidades regionales pueden aumentar los costos
sociales, hacer que peligre la cohesión social y socavar el desempeño nacional.
Los países con la mayor disparidad regional en los rubros de empleo, educación
y acceso a los servicios también registran resultados en bienestar más bajos a
nivel nacional.
Las regiones y las ciudades que quieran incorporar
una estrategia de bienestar para mejorar las condiciones de vida actuales y las
oportunidades futuras de su ciudadanía deben considerar las siguientes medidas,
según el documento: Traducir los objetivos del bienestar en indicadores
pertinentes para cada política pública, donde la medición del bienestar
regional debe vincularse claramente con los objetivos de política pública
regionales que, a su vez, concuerdan con los niveles de gobierno; Elegir
indicadores, debe establecerse un proceso de consulta deliberante para centrarse
en un conjunto limitado de indicadores clave que reflejen las prioridades y los
activos locales, como se hace hincapié en el Marco de Bienestar Regional de la
OCDE; Identificar la situación inicial y los resultados previstos, al establecer
un punto de partida claro y el conjunto de objetivos que han de alcanzarse
ayuda a planear el rumbo de la actuación pública en torno a un cronograma
transparente y a metas parciales intermedias; Verificar el progreso y evaluar
el potencial de diferentes lugares, donde los indicadores regionales de
bienestar son una herramienta que permite seguir la trayectoria del cambio a lo
largo del tiempo e identificar los activos específicos para el desarrollo en
comunidades distintas; y Promover la participación de la ciudadanía y comunicar
los resultados, al involucrar a los ciudadanos desde las primeras fases de la
iniciativa de medición se impulsa la acción, se facilitan los ajustes de política
pública cuando sea necesario y se aumenta la rendición de cuentas y la
confianza.
Con relación al Estado de Morelos, el documento
presenta comparaciones tanto nacionales como internacionales. En referencia al
promedio nacional, Morelos está mejor en las dimensiones de educación, salud,
vivienda y compromiso cívico, y está peor en seguridad que es un asunto de
enorme importancia para el bienestar de la población. A nivel internacional y
alineado al patrón nacional, tiene bajos niveles de seguridad e ingreso, y
grandes desigualdades. Asimismo, plantea que el gobierno se ha comprometido a
mejorar el bienestar de la población al promover mayores oportunidades a todos
los ciudadanos, que tiene un plan con una estrategia de desarrollo regional
integral con metas establecidas y que existe un diálogo entre las diversas
áreas encargadas de las políticas públicas.
Sin embargo, el documento describe un par de retos
importantes para el uso de una buena métrica para mejorar el bienestar en
Morelos: el Plan de Desarrollo Estatal tiene demasiados indicadores, que no
están jerarquizados entre ellos, y que resta efectividad a la medición del
proceso; y además que no está claramente definido el proceso de monitoreo
necesario.
En Morelos, debemos así delinear un plataforma de
indicadores con mecanismos de seguimiento sustentados en qué les importa más a
los ciudadanos y adicionalmente fortalecer las capacidades institucionales de
los gobiernos municipales para alinear objetivos y procedimientos.
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