publicado en La Jornada Morelos el 10 de agosto de 2015.
Una forma de
describir la evolución de la humanidad es por medio de los diferentes tipos principales
de actividades que desarrollaban las sociedades: Nómadas, cuando los
satisfactores se conseguían cazando y recolectando lo ofrecido por la
naturaleza; Agricultura, cuando los pueblos se asentaron en localidades
especiales para sembrar la tierra; Industrial, cuando los bienes y servicios se
elaboran en talleres y fabricas; Información, cuando internet modifica la
producción al transformar drásticamente la organización de los servicios; y
Conocimiento, cuando cuenta con la capacidad para generar, apropiar, y utilizar
el conocimiento para atender las necesidades de su desarrollo y construir su
propio futuro. La desigualdad económica y social entre los países del mundo se
puede clasificar por aquellos que quieren dominar la industria, la información
o el conocimiento. La clave es desarrollar políticas públicas que permitan
transitar de un nivel a otro.
Desafortunadamente, América Latina está todavía
consolidando su desarrollo al nivel de la Sociedad de la Información, como lo
ejemplifica la Quinta Conferencia Ministerial sobre la Sociedad de la
Información de América Latina y el Caribe, organizada por la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Gobierno Mexicano, que se llevó a
cabo del 5 al 7 de agosto pasado, en la Ciudad de México. El objetivo fue
definir para los países de la región una nueva agenda digital hacia 2018, a fin
de responder a los desafíos que enfrentan en el marco de los cambios
tecnológicos que ocurren en otras regiones del mundo. Esta Conferencia se
desarrolló en mesas de trabajo con los siguientes temas: acceso e
infraestructura, economía digital, gobierno electrónico, gobernanza de Internet,
e inclusión social y desarrollo sostenible.
Como sucede en estas reuniones, la CEPAL presentó
un informe de trabajo, ahora sobre “La nueva revolución digital: de la Internet
del consumo a la Internet de la producción”, que busca contribuir al debate de
los representantes nacionales. En este documento propone avanzar hacia un
mercado único digital regional que permita aprovechar economías de escala y de
red para competir en un mundo de plataformas globales (http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2015/08/05/crear-sociedades-que-superen-cultura-de-privilegios-llama-cepal-4527.html).
Durante la clausura del
foro, la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, dijo que “la piedra
angular en materia de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) es el
acceso universal, que todas y todos se beneficien. En nuestra región, la más
desigual del mundo, esto es imperativo. Necesitamos llegar a todos los
elementos de la sociedad. Que no solo sea un tema tecnológico que sea de toda
la sociedad para llegar a entender que el bienestar se basa en la provisión de
bienes públicos y la economía digital debe ser un bien público para todos"
(http://www.jornada.unam.mx/portada/economía/20115/0808/).
El documento presentado (“La nueva
revolución digital: de la Internet del
consumo a la Internet de la producción”, coordinado por Mario Cimoli y Mario Castillo, LC/L.4029 (CMSI.5/4) • Julio de 2015, © Naciones
Unidas) muestra que “el escenario mundial está pasando de una Internet centrada
casi totalmente en el consumo a una Internet del consumo y la producción. Las principales
estrategias orientadas en esta dirección tienen diferentes nombres: Industria
4.0 en Alemania, Industrial Internet en los Estados Unidos y Made
in China 2025. Los tres países tratan de mejorar su industria manufacturera
mediante las tecnologías digitales y la robótica avanzada”.
Las principales conclusiones de este documento son:
“desde la actual estructura productiva de América Latina y el Caribe, estos
objetivos parecen lejanos, al menos para la gran mayoría de las empresas, pero
las acciones que se implementen en ese sentido son las que definirán las condiciones
de competitividad y de generación de empleos, en los próximos decenios; la
necesidad de progresar hacia un mercado único digital regional que permita
adquirir escala y desarrollar economías de red para competir en un mundo de
plataformas globales; y la revolución digital en curso precisamente exige
acciones con la visión de un futuro en el que el consumo y la producción serán
cada vez más diferentes”.
Existen propuestas metodológicas para que América
Latina pueda transitar de la Sociedad de la Información a la del Conocimiento. En
particular, Carlos Bianco, Gustavo Lugones y Fernando Peirano, del
Centro de
Estudios sobre Ciencia Desarrollo y Educación Superior (REDES), Argentina, presentaron
un método para guiar las actividades de medición de la Sociedad del
Conocimiento en esta región (“Propuesta metodológica para la medición de la
Sociedad del Conocimiento (SC) en el ámbito de los países de América Latina”,
Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad, versión on-line, ISSN
1850-0013, 2003). Ésta tiene dos componentes: “un marco conceptual general para
la medición de la SC que procura una aproximación integral al análisis de estos
procesos apuntando a que su adopción como base común para aunar criterios,
coordinar acciones y sumar esfuerzos, facilite la realización de trabajos
conjuntos y complementarios por parte de diferentes grupos, equipos o personas;
y un aporte puntual sobre cómo abordar el desempeño de los agentes económicos
dentro de este nuevo paradigma caracterizado por un profundo cambio en la
generación, la gestión y la circulación de la información y el conocimiento”.
Asimismo, el esquema que presentan se compone de cuatro sectores que
constituyen la base o soporte necesario para la conformación de una SC dinámica
y ampliamente extendida (Educación, Ciencia y Tecnología, Informática y
Servicios de Alto Valor Agregado, y Telecomunicaciones); de cuatro ejes
temáticos (infraestructura, capacidades, inversiones y esfuerzos acumulativos,
y aplicaciones; y de cuatro actores (empresas, hogares, gobierno, otras
instituciones).
En Morelos, debemos alcanzar
ya la sociedad del conocimiento, considerando en cada paso la existente brecha de
inequidad social y económica, por medio de políticas públicas que incidan sobre
los procesos de cambio tecnológico y de innovación en las empresas, y la
relevancia de los procesos de aprendizaje como factor clave en el desarrollo
económico y la competitividad, y del bienestar de las personas; tenemos la
capacidad científica y tecnológica.
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